viernes, 3 de abril de 2009

LECTURA. POESÍA. Blas de Otero



(Fotografía de Blas de Otero)
A punto de comenzar la Semana Santa, unos sonetos de Blas de Otero:


HOMBRE

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,

al borde del abismo, estoy clamando

a Dios. Y su silencio, retumbando,

ahoga mi voz en el vacío inerte.


Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte

despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo

oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando

solo. Arañando sombras para verte.


Alzo la mano, y tú me la cercenas.

Abro los ojos: me los sajas vivos.

Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.


Esto es ser hombre: horror a manos llenas.

Ser —y no ser— eternos, fugitivos.

¡Ángel con grandes alas de cadenas!



TÚ, QUE HIERES

Arrebatadamente te persigo.

Arrebatadamente, desgarrando

mi soledad mortal, te voy llamando

a golpes de silencio. Ven, te digo


como un muerto furioso. Ven. Conmigo

has de morir. Contigo estoy creando

mi eternidad. (De qué. De quién). De cuando

arrebatadamente esté contigo.


Y sigo, muerto, en pie. Pero te llamo

a golpes de agonía. Ven. No quieres.

Y sigo, muerto, en pie. Pero te amo


a besos de ansiedad y de agonía.

No quieres. Tú, que vives. Tú, que hieres

arrebatadamente el ansia mía.



UN RELÁMPAGO APENAS

Besas como si fueses a comerme.

Besas besos de mar, a dentelladas.

Las manos en mis sienes y abismadas

nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,


me declaro vencido, si vencerme

es ver en ti mis manos maniatadas.

Besas besos de Dios. A bocanadas

bebes mi vida. Sorbes. Sin dolerme,


tiras de mi raíz, subes mi muerte

a flor de labio. Y luego, mimadora,

la brisas y la rozas con tu beso.


Oh Dios, oh Dios, oh Dios, si para verte

bastara un beso, un beso que se llora

después, porque, ¡oh, por qué!, no basta eso.

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