domingo, 19 de octubre de 2014

PRENSA CULTURAL. "Octavio Paz, el poeta y pensador de la libertad"

   En "El País":

Octavio Paz, el poeta y pensador de la libertad

Vargas Llosa, Felipe González, Savater, Edwards y Krauze recuerdan al escritor en su centenario

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Homenaje a Octavio Paz con la presencia de Rafael Tovar, Enrique Krauze, Mario Vargas Llosa, Felipe González, Jorge Edwards y Fermando Savater. / LUIS SEVILLANO
Detrás del nombre de Octavio Paz está la poesía. Delante, sus poesías, sus críticas, sus pasiones, sus pensamientos, sus ideas de libertad y democracia, sus reflexiones sobre el pasado y sus efectos en el presente y el futuro. Su mirada oscilante sobre el tiempo poblado de seres como él, personas, simplemente personas organizadas en sociedad para vivir y avanzar. Y más adelante las palabras sobre él, como las pronunciadas ayer por escritores como Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards, filósofos y escritores como Fernando Savater, ensayistas como Enrique Krauze y políticos como Felipe González.
Cinco referentes de la cultura y la política contemporánea en español reunidos para homenajear al escritor mexicano en el centenario de su nacimiento (31 de marzo de 1914-19 de abril de 1998). Lo hicieron en el coloquio Siglo XXI, la experiencia de la libertad. Homenaje a Octavio Paz, celebrado en Casa de América, de Madrid, y organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Conaculta, la Embajada en España y otras organizaciones mexicanas.
La huella que ha dejado en nuestro tiempo, coincidieron todos, es la difusión y la defensa de la cultura y la libertad, así como su malestar por los totalitarismos. “Fue un pensador rebelde al estereotipo que cuestionó toda forma de conformismo”, aseguró Vargas Llosa. El Nobel peruano y Krauze hicieron énfasis en que Paz se adelantó a su tiempo. Supo ver lo que ocurriría con el poscomunismo, mientras su dirección de revistas como Plural y Vuelta llevaron una bocanada de ideas y necesidades de democracia. “Trascendía su momento y sus ideas son de rabiosa actualidad. Un hombre progresista”, añadió González.
Agradecieron y reflexionaron sobre su figura personal, artística, intelectual y de la manera en que les influyó. De su paso por España. De su claridad al escribir y expresar de manera sencilla lo difícil, que era, según Savater, “su gran cortesía”. Eso le permitió ejercer una labor de pedagogía de convencer a la gente de que tenía que pensar. Un dinamizador cultural, “como un remolino que no deja estancar el agua de la cultura”.

“Sus ideas son de rabiosa actualidad”, asegura el expresidente
Hablaron del Octavio Paz, ahijado de Voltaire, e hijo de familia española, por el lado materno, y de indígenas mexicanos, por el lado paterno, que obtuvo el Nobel de Literatura en 1990. Y del gran lector. Y del traductor. Hombre para quien todo estaba tocado de poesía y todas las artes conectadas por hilos poéticos. “Siempre me ha interesado y, más, me ha apasionado, la experimentación y la exploración de formas y territorios poéticos poco conocidos, nuevos”, dijo en una conferencia en 1975.
Paz, asomado, abismado, como el primer día en varios temas que reflejó en ensayos de diversa índole: arte, política, antropología, literatura, historia, poder-autoridad y, claro, México y los mexicanos. De México y sus raíces y semillas están esparcidos muchos de sus versos y análisis comentados en Casa de América. El joven Octavio Paz que empezó con 19 años, en 1933, con el poemario Luna silvestre y terminó, en 1995, convertido en figura tutelar con el ensayo Vislumbre de la India. Y entre esa Luna y esa India, obras como A la orilla del mundo, Libertad bajo palabra... Y ensayos: El laberinto de la soledad, El arco y la lira, El ogro filantrópico, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe...

“Su gran cortesía” era que contaba de manera sencilla lo difícil, dice Savater
Un Octavio Paz también autocrítico con la cultura y la sociedad: “Una de las heterodoxias del mundo moderno, desde hace dos siglos, ha sido la poesía. La poesía y el arte sucesivamente expulsados y, después, hipócritamente consagrados por los poderes sociales. Otra de las transgresiones de las sociedades modernas ha sido el amor. Ambos, amor y poesía son experiencias no productivas, son antiproductivas, y han sido y son negaciones del mundo moderno”.
Mito y leyenda en vida, Paz fue un feliz aprendiz entre mortales. Como su poema La calle, donde recrea su curiosidad, su búsqueda y estar en el mundo: “Es una calle larga y silenciosa. / Ando en tinieblas y tropiezo y caigo / y me levanto y piso con pies ciegos / las piedras mudas y las hojas secas / y alguien detrás de mí también las pisa: / si me detengo, se detiene; / si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie. / todo está obscuro y sin salida, / y doy vueltas y vueltas en esquinas / que dan siempre a la calle/ donde nadie me espera ni me sigue, / donde yo sigo a un hombre que tropieza / y se levanta y dice al verme: nadie”.

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