Hambre, racionamiento, paro, empeoramiento de las condiciones sanitarias y laborales, estraperlo… Así era la España de la posguerra. Una época gris en la que la mayor parte de los ciudadanos no tenían más que un trozo de pan que llevarse a la boca.
Las familias poseían cada vez menos dinero y la subida de los precios era constante. Como explica Gabriel Monserrate en su libro Memorias de la Guerra, en las tiendas despachaban poco y cartilla de racionamiento mediante. El pueblo se alimentaba a base de pan, que comenzó haciéndose con harina de trigo, pero según iban mermando las existencias se fue haciendo incomible.
Una época que tuvo un cronista de excepción en José Escobar Saliente(Barcelona, 22 de octubre de 1908 - 31 de marzo de 1994), el creador de personajes como Zipi y Zape o Carpanta, que consiguió disfrazar de humor una crítica demoledora a la situación que se vivía en España.
Viñeta de Zipi y Zape.Las historietas de Escobar renacen ahora, veinte años después de su muerte, con más fuerza que nunca en la España de la crisis y los recortes en educación y en sanidad. La España que se ha convertido en el segundo país con mayor índice de pobreza infantil de la Unión Europea y que tiene la mayor tasa de abandono escolar prematuro.
Costumbrismo y crítica
El apoyo de Escobar a los republicanos hizo que pasara más de un año en la cárcel, hasta noviembre de 1940, y que fuera expulsado del servicio de correos donde trabajaba. Fue en la editorial Bruguera, redil de represaliados por la Guerra Civil, donde el dibujante comienza a crear sus mejores personajes. En 1948 nacieron Zipi y Zape y Carpanta, sus creaciones más emblemáticas.
Como explica Toni Guiral, autor de El mundo de Escobar (Ediciones B), Escobar tenía una marcada posición política. En declaraciones a este periódico, Guiral asegura que la ideología de Escobar estaba en sus historietas: “Tenían una crítica social muy importante. Aunque su posición política dejó de verse a partir de los sesenta”. El autor se refiere a la nueva legislación que surge en 1955 y que deja muy claro qué contenidos pueden ser publicados y cuáles no.
Viñeta que muestra a Escobar junto a sus personajes.Hasta ese momento Escobar burla la censura por medio del humor y traza un retrato costumbrista de esa época. A pesar de suavizar su tono el autor sigue provocando con sus obras de teatro escritas en catalán.
Paco Roca, autor de Arrugas o Los surcos del azar, señala que a partir de ese momento la censura pone sus ojos directamente en el cómic infantil: “Comienzan a nacer otros personajes, otras historias. Por ejemplo, Zipi y Zape ya no podían mostrar agresividad, no podía aparecer la policía, no podían salir monstruos, el dinero no podía ser en pesetas… Esto fue un problema para la historia del cómic que ha costado mucho superar. Ahora estamos recuperando ese contacto social que tenía Escobar”, explica el historietista a El Confidencial.
Ese toque social y costumbrista es el que hace especiales los personajes del dibujante. Según Paco Roca, "eso es lo que hacía la obra de José Escobar mucho más interesante que la de Ibañez. Mortadelo y Filemón podían ser muy divertidos, pero estaban al margen de la sociedad, no había contacto con la realidad”.
Carpanta se convierte en la imagen de lo que realmente ocurría y sus historias estaban cargadas de intención. Guiral recuerda una de ellas, en la que el personaje se refugia debajo de un puente hasta que un guardia llega para cobrarle el alquiler. Carpanta se muestra indignado por tener que pagar por vivir debajo de un mísero puente, a lo que la autoridad le responde señalando una cola de mendigos dispuestos a pagar por ello.
Hasta en los personajes más inofensivos de Escobar existía una reivindicación. Es lo que pasa con Zipi y Zape, los populares gemelos que todavía hoy siguen siendo un fenómeno entre los niños.
“Es una crítica a la rigidez en la educación. Hablamos de un contexto en el que se aplicaba lo de ‘La letra con sangre entra’. En las primeras historias que escribe Escobar, los castigos eran demoledores. Les quemaban, les aplastaban… Luego se suaviza por las críticas que recibió”. Cuenta Guiral sobre los mellizos.
El primer encontronazo de José Escobar con la censura fue a causa del personaje Doña Tula, una suegra que pega palizas a su yerno y que fue prohibido por la dictadura de Franco. “La familia y el orden eran sagrados y el canon marcado había que seguirlo. Se quería hacer propaganda de esa España que necesitaba hijos y en la que reinaba el orden,” analiza Paco Roca.
“Para esto sirve la memoria histórica. Hay que conocer nuestro pasado para no repetirlo en el presente, y ahora vivimos una época que parece que está cerca de la posguerra”, zanja Roca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario