viernes, 29 de marzo de 2013

POESÍA. "Oda", de Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935)

Fernando Pessoa

Oda 
Para ser grande, sé entero: nada
tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas.
Así la luna entera en cada lago
brilla, porque alta vive.


   Traducción de Ángel Crespo

PRENSA CULTURAL. NOVELA HISTÓRICA. "Cromwell roba protagonismo a Enrique VIII". Luis Matías López


   En "Público.es":
Cromwell roba protagonismo a Enrique VIII

Thomas Cromwell (1485-1540), secretario y virtual primer ministro de Enrique VIII, le ayudó a deshacerse, en sentido figurado, de su primera esposa (Catalina de Aragón) y, en sentido literal, de la segunda (Ana Bolena), decapitada en 1536 en la Torre de Londres por el mandoble certero de la afilada espada de un habilidoso verdugo francés. Él mismo no tuvo la misma fortuna cuando su cabeza, como consecuencia de sus errores en la elección de la cuarta esposa del rey (Ana de Cleves, que sucedió a la fallecida Jane Seymour), fue separada del resto de su cuerpo por un ejecutor chapucero que sólo pudo completar a la de tres su macabro trabajo.
La historia, y sobre todo el cine histórico, no han sido clementes con Cromwell, representado de forma simplista, como un individuo rastrero,  intrigante, corrupto y cruel al servicio de un monarca caprichoso e inconstante. La escritora británica Hilary Mantel considera, sin embargo, que “el señor secretario sigue lustroso, gordo y densamente inasequible, como una ciruela selecta en una tarta de Navidad”. Y aclara en una nota al final de Una reina en el estrado, que ahora publica Destino en castellano: “Tengo la esperanza de proseguir en mis esfuerzos para desenterrarlo”.
Mantel ha ganado dos veces el Man Booker, el premio literario más importante del Reino Unido, la primera de ellas imponiéndose a J. M, Coetzee. Y en ambos casos con la misma novela, o para ser exacto, con las dos primeras partes de una trilogía cuya última parte ya prepara. Esta es su receta: una prosa impecable, una investigación exhaustiva, una recreación de época precisa, una interiorización asombrosa y creíble de la corte de Enrique VIII, una arquitectura argumental sólida, una reflexión viva y profunda de la esencia del poder, y un protagonista fascinante sobre el que persisten tantas dudas como certezas. En suma, ha dado un empujón de gigante a la novela histórica, género hoy muy en boga, pero que con frecuencia cae en la vulgaridad y la mediocridad.
El gran mérito de Mantel es convertir a Enrique VIII en un secundario de Cromwell, que le roba el papel protagonista y que es presentado en Una reina en el estradocomo una fusión de defectos y virtudes en la que destaca su talla de hombre de Estado al servicio de sus intereses personales, pero también de la modernización de Inglaterra. Eso sí, con métodos ajustados a su tiempo, adulando al rey, halagando u hostigando, según convenga, consciente de que toda su carrera ha sido “una educación en la hipocresía”.
Además del rey, por el que Mantel muestra un desapego que roza el desprecio, Ana Bolena y su parentela, los Seymour —que llenaron con Jane el lecho vacío de Enrique—, la apartada y siempre digna Catalina de Aragón, su hija María, o los altos dignatarios de la corte tienen en Una reina en el estrado una entidad menor que Catalina o Tomas Moro en En la corte del lobo, la primera parte de la trilogía.
Su ascenso al poder de este abogado de baja extracción cuyo padre herrero le molía a palos cuando era niño, ya resultó increíble en una época en la que la aristocracia casi monopolizaba los altos cargos del Gobierno y de la Corte. Ese pecado original le convirtió siempre en un intruso en la corte y le ganó una legión de enemigos, incluso entre aquellos a quienes favoreció. Fue como si estuviera condenado de antemano, como si los buitres esperasen ávidos a que cometiera el primer error para echársele encima y sacarle los ojos a picotazos.
Era una época cruel, en la que la pena por alta traición, o lo que a Enrique VIII le interesaba que lo fuese, era ésta: “Para un hombre, ser colgado, descuartizado vivo y eviscerado; o para una mujer, ser quemada”. Excepto que el rey se  mostrase clemente y permitiese la decapitación, como en los casos de Moro, Ana Bolena y el propio Cromwell. No obstante, Cromwell hace gala de no utilizar la tortura para arrancar las confesiones de los acusados de adulterio y traición junto a la reina. Le basta su prodigiosa memoria, su pericia de lettrado y sus dotes de psicólogo capaz siempre de encontrar el punto flaco de cada cual, aliado o adversario. Aunque a veces pincha en hueso, como cuando el hermano de Ana, George, acusado de ser su amante, le recuerda las víctimas del rey: varios consejeros de su padre, el duque de Buckingham, Wolsey, Moro… “Ahora”, añade, “piensa matar a su esposa, y a la familia de ella (…) ¿Qué os hace pensar que en vuestro caso será diferente”. No lo fue. Los detalles habrá que verlos en la última parte de la trilogía y probable tercer premio Man Booker para Mantel.

PRENSA. ECONOMÍA. CHIPRE. "El trauma de la isla del tesoro". Paul Krugman

Paul Krugman

   En "El País":

 24 MAR 2013

Hace un par de años, el periodista Nicholas Shaxson publicó un libro fascinante y descorazonador titulado Treasure Islands (islas del tesoro), en el que explicaba la manera en que los paraísos fiscales internacionales —que también son, como el autor señalaba, “jurisdicciones con secreto bancario” en las que muchas reglas no se aplican— debilitan las economías en todo el mundo. No solo escamotean los ingresos a unos Gobiernos escasos de dinero y facilitan la corrupción, sino que distorsionan el movimiento de capital, lo que contribuye a alimentar crisis financieras cada vez más grandes.
Sin embargo, una cuestión en la que Shaxson no profundiza demasiado es qué pasa cuando una jurisdicción con secreto bancario entra en quiebra. Esa es la historia de Chipre en estos momentos. Independientemente de cuál sea el desenlace para el propio Chipre (pista: seguramente no va a ser feliz), el lío de Chipre muestra hasta qué punto sigue sin reformarse el sistema bancario mundial, casi cinco años después de que comenzara la crisis financiera mundial.
En cuanto a Chipre: puede que se pregunten por qué le importa a alguien un pequeño país con una economía no mucho mayor que la del Scranton metropolitano, en Pensilvania. Sin embargo, Chipre es un miembro de la eurozona, de modo que los acontecimientos que tienen lugar ahí pueden provocar el contagio (por ejemplo, pánicos bancarios) en países más grandes. Y hay otra cosa más: aunque la economía chipriota sea diminuta, Chipre es un actor financiero sorprendentemente importante, con un sector bancario cuatro o cinco veces más grande de lo que se podría esperar si se tiene en cuenta el tamaño de su economía.
¿Por qué son los bancos chipriotas tan grandes? Porque el país es un paraíso fiscal en el que las corporaciones y los extranjeros acaudalados ponen su dinero a buen recaudo. Oficialmente, el 37% de los depósitos en los bancos chipriotas proceden de no residentes; la cifra verdadera, una vez que se contabiliza a los expatriados ricos y a las personas que son residentes en Chipre solo de nombre, seguramente es mucho más elevada. Básicamente, Chipre es un lugar en el que la gente —sobre todo, pero no solo, los rusos— oculta su riqueza tanto a los recaudadores de impuestos como a los reguladores. Independientemente del lustre que queramos darle, es básicamente una cuestión de blanqueo de dinero.

Los ricos siguen utilizando libremente los paraísos fiscales para evitar pagar impuestos como la gente de a pie
Y lo cierto es que gran parte de la riqueza nunca se movió; solo se volvió invisible. Sobre el papel, por ejemplo, Chipre se convirtió en un enorme inversor en Rusia, mucho mayor que Alemania, cuya economía es cientos de veces mayor. Naturalmente, esto no era en realidad más que “viajes de ida y vuelta” para los rusos que utilizaban la isla como refugio fiscal.
Desgraciadamente para los chipriotas, entró suficiente dinero de verdad para financiar algunas inversiones realmente malas, ya que sus bancos adquirieron deuda griega y concedieron préstamos para una inmensa burbuja inmobiliaria. Antes o después, las cosas estaban abocadas a salir mal. Y así ha sido.
¿Y ahora qué? Hay un fuerte paralelismo entre la situación en Chipre en estos momentos y la de Islandia (una economía de tamaño similar) hace unos años. Al igual que Chipre ahora, Islandia tenía un sector bancario enorme, inflado por los depósitos extranjeros, que era sencillamente demasiado grande para ser rescatado. La respuesta de Islandia fue básicamente dejar que quebraran los bancos y aniquilar a esos inversores extranjeros, a la vez que se protegía a los depositantes nacionales; y los resultados no fueron demasiado malos. De hecho, Islandia, con una tasa de desempleo bastante inferior a la de la mayor parte de Europa, ha capeado la crisis sorprendentemente bien.
Desdichadamente, la respuesta de Chipre a su crisis ha sido un absoluto desastre. Esto refleja, en parte, el hecho de que ya no tiene su propia divisa, lo que le hace depender de los responsables de tomar las decisiones en Bruselas y en Berlín, los cuales no han estado dispuestos a dejar que los bancos quiebren abiertamente.
Pero también refleja las pocas ganas del propio Chipre para aceptar el final de su negocio de blanqueo de dinero; sus líderes todavía están tratando de limitar las pérdidas para los depositantes extranjeros con la vana esperanza de que pueda reanudarse la normalidad, y estaban tan ansiosos por proteger a las grandes fortunas que han intentado limitar las pérdidas de los extranjeros expropiando a los pequeños depositantes nacionales. Al final, sin embargo, los chipriotas de a pie han manifestado su indignación, el plan ha sido rechazado y, a estas alturas, nadie sabe qué pasará.
Yo supongo que, al final, Chipre adoptará una solución parecida a la islandesa, pero a menos que acabe viéndose obligado a abandonar el euro en los próximos días —una posibilidad real— es posible que primero pierda mucho tiempo y dinero en medias tintas para evitar enfrentarse a la realidad al tiempo que incurre en deudas enormes con países más ricos. Ya veremos.
Pero detengámonos un minuto para pensar en el increíble hecho de que los refugios fiscales como Chipre, las islas Caimán y muchos más sigan funcionando más o menos igual que antes de la crisis financiera mundial. Todo el mundo ha visto el daño que los banqueros fuera de control pueden infligir, pero así y todo, gran parte del negocio financiero mundial sigue canalizándose a través de jurisdicciones que permiten a los banqueros esquivar hasta las normativas más suaves que hemos establecido. Todo el mundo se lamenta por los déficits presupuestarios, pero a pesar de ello, las sociedades anónimas y los ricos siguen utilizando libremente los paraísos fiscales para evitar pagar impuestos como la gente de a pie.
Así que no lloren por Chipre; lloren por todos nosotros, que vivimos en un mundo cuyos líderes parecen decididos a no aprender de los desastres.
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008
© New York Times Service 2013
Traducción de News Clips

PRENSA CULTURAL. "La mujer que soñaba". (Sobre la escritora Edith Wharton), por Marta Rivera de la Cruz

Edith Wharton

   En la revista "Mercurio" (febrero, 2013):

La mujer que soñaba

Edith Wharton, que usó hasta la muerte el apellido de su marido, fue una de las escritoras más libres de su época. Con el parapeto de su estado civil y la seguridad que proporcionan el dinero y el éxito, vivió como quiso y donde quiso.
MARTA RIVERA DE LA CRUZ
 La vida de Edith Wharton, también sus novelas, está marcada por una traición: nacida en el seno de una adinerada familia neoyorquina, Edith tenía veinte años cuando su rico prometido la abandonó inesperadamente, después que se hubiera oficializado el noviazgo y fijado la fecha de la boda. Aquella ruptura provocó no solo una tormenta social en las mansiones de la Quinta Avenida: también supuso un severo revés para la futura escritora. Ya no era la joven heredera de los distinguidos Jones-Stevens Rhinelander, sino una muchacha abandonada por un buen partido. Su cotización en la escala social había bajado varios enteros.
El Nueva York de 1882 era una urbe distinta al actual Manhattan. No había rascacielos, aunque algunos edificios empezaban a elevarse por encima de los otros, y en los más privilegiados enclaves de la ciudad —de Gramercy Park a Washington Square— se alzaban hermosas mansiones neoclásicas. Ese era el mundo de Edith. De niña había recibido una educación muy particular: de los cuatro a los diez años vivió con sus padres en Europa, saltando de una ciudad a otra, de un palazzo en Venecia a un castillo en el Loira, de un cortijo en el campo andaluz a la mansión de un lord inglés. Como ella misma recordó en sus memorias, estaba rodeada constantemente de cosas hermosas. Aquella infancia nómada le sirvió sobre todo para aprender idiomas y buenos modales. En teoría, era cuanto necesitaba para sobrevivir en su mundo. Fue al volver a Nueva York cuando se aficionó a la lectura, y también cuando empezó a escribir cuentos y poemas que su familia celebraba como una gracia de la querida Edith. Unas chicas tocaban el piano, otras cantaban… Edith escribía.
Precisamente en la lectura y la escritura se refugió Edith tras sufrir la humillación del abandono. Cuando, en 1885, se casó con Edward Teddy Wharton —un muchacho perteneciente a una familia bostoniana con tanta tradición como escasos recursos— ya había decidido que la literatura era para ella una forma de vida. Edith era rica. Emprendió largos viajes y entró en contacto con los círculos culturales europeos. Sus textos empezaron a publicarse. Vio la luz su primer libro —un curioso volumen sobre decoración de interiores— y en 1889 publicó una colección de cuentos, a la que seguiría una novela —The Touchstone— y su primer gran éxito, The Valley of Decision.
Cuando tuvieron que admitir que Edith era una escritora, los miembros de su familia se escandalizaron: no la habían educado para que acabase siendo una vulgar chupatintas, y pensaron que su esposo debía tomar cartas en el asunto. Pero Teddy Wharton no estaba en condiciones de intervenir, ni en la vocación de Edith ni en nada. Sufría severos problemas mentales que le apartaban del mundo. Estaba claro que el suyo había sido un matrimonio de conveniencia: él había obtenido una fortuna; ella, la libertad que se le negaba a las mujeres solteras de buena cuna. Para Edith, un matrimonio infeliz fue el precio que tuvo que pagar para ser la escritora que quería y la mujer que soñaba.
Edith Wharton, que usó hasta la muerte el apellido de su marido, fue una de las escritoras más libres de su época. Con el parapeto de su estado civil y la seguridad que proporcionan el dinero y el éxito, vivió como quiso y donde quiso. Fue autora superventas, amiga de hombres, amante de quien quiso y hasta heroína declarada durante la Primera Guerra Mundial. Murió asegurando que había sido feliz. En sus memorias ni siquiera dedica una línea a la dolorosa ruptura que le dio la gran oportunidad de su vida. 

jueves, 28 de marzo de 2013

POESÍA. "El guardador de rebaños", de Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935)

Fernando Pessoa

El guardador de rebaños
 
Desde la ventana más alta de mi casa,
con un pañuelo blanco digo adiós
a mis versos, que viajan hacia la humanidad.
Y no estoy alegre ni triste.
Ese es el destino de los versos.

Los escribí y debo enseñárselos a todos
porque no puedo hacer lo contrario,
como la flor no puede esconder el color,
ni el río ocultar que corre,
ni el árbol ocultar que da frutos.

He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,
y yo siento pena sin querer,
igual que un dolor en el cuerpo.

¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán?

Flor, me cogió el destino para los ojos.
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.
Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.
Me resigno y me siento casi alegre,
casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.

¡Idos, idos de mí!
Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la
que fue suya.

Paso y me quedo, como el Universo.


          Del heterónimo Alberto Caeiro

PRENSA. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (25 marzo 2013):

PRENSA CULTURAL. Entrevista a Nancy Huston, sobre su ensayo "Reflejos en el ojo de un hombre"

La escritora Nancy Huston. / SÉBASTIEN DOLIDON (EL PAÍS)

   En "El País":

Nancy Huston: “El placer de los hombres está sometido a la pornografía”

La ensayista y novelista canadiense, activista feminista desde los años sesenta, disecciona las teorías de género en su polémica obra 'Reflejos en el ojo de un hombre'

 París 3 MAR 2013

Novelista, dramaturga, ensayista, música, guionista y actriz ocasional, la canadiense Nancy Huston (Calgary, 1953) ha sido desde los años setenta una activista feminista muy comprometida. Residente en Francia desde los años sesenta y casada desde 1981 con el intelectual francés de origen búlgaro Tvetan Todorov, Nancy Huston ha compaginado sus novelas con ensayos y artículos de prensa sobre la condición femenina y los derechos de las mujeres.
El año pasado publicó en Francia Reflejos en el ojo de un hombre, y ardió Troya. El libro, que publica ahora en España la editorial Galaxia Gutenberg cayó como una bomba en el feminismo institucional, porque Huston pone en cuestión las teorías de género que sostienen que el comportamiento femenino y masculino es el resultado de la educación y la sociedad.
Donde Simone de Beauvoir dijo que “no se nace mujer”, Nancy Huston replica que el sexo determina una serie de actitudes que es inútil negar. “Las feministas siempre han considerado que las mujeres son ‘obligadas’ por el hombre a ponerse guapas, y eso les parece mal. Pero la coquetería y la seducción son universales. Actúan como motor de la reproducción, y el 80% de las mujeres que nacen tienen hijos. No sirve de nada negarlo. La igualdad está muy bien, pero para conseguirla es necesario saber que hombres y mujeres parten de lugares distintos, y que mientras nosotros negamos esas diferencias, el capitalismo las exacerba con toda tranquilidad”.

El feminismo más puritano nunca ha sabido que hacer con la coquetería”
Aunque maneja materiales literarios —Anaïs Nin, Nelly Arcan, Fatima Mernissi, Marylin Monroe— e incluso autobiográficos, el libro de Huston parte de una mirada darwiniana a la relación entre hombre y mujer. “El argumento surge de la primatología, sí, porque no podemos comprender el mundo sin entender que somos también mamíferos llamados por la naturaleza a reproducirnos y a mejorar la especie. Pero también hay una visión histórica, social, psicológica”, explica Huston, que recuerda que la idea del ensayo salió de una de las historias que narraba en su última novela, Infrarrojo,publicada en 2010. Como la mayor parte de su obra, está escrita originalmente en francés, aunque ella misma la ha traducido al inglés, algo que hace habitualmente.
“Era la historia de una fotógrafa erotómana del siglo XIX que retrataba el cuerpo de los hombres a los que amó. Le fascinaba el placer, el orgasmo, pero solo eso. Cosificaba a los hombres. Y me di cuenta de que nunca había habido una artista femenina que retratase el cuerpo masculino, cuando lo contrario es algo tan frecuente. La razón, en mi opinión, es que el cuerpo de la mujer existe antes que nada para ser fecundado, tiene ese carácter sagrado. Mientras el hombre no tiene nada de sacro: solamente necesita ir esparciendo su semen por ahí. Esa diferencia lo condiciona todo, es universal, y por eso sucede en todas las sociedades”.
“La mujer es el origen del mundo, y el hombre siempre ha tendido a reglamentar su derecho de posesión sobre la mujer”, continúa Huston. “Pero con la llegada de la fotografía y el cine la relación cambió de una forma espectacular. Las mujeres comenzaron a querer ser como las actrices de las películas y las modelos, a querer tener ropa bonita y a estar guapas, y el capitalismo aprovechó para desarrollar varias industrias millonarias: la de la belleza y la moda, la de las dietas, los fármacos y la cirugía estética, y, sobre todo, las de la pornografía y la prostitución. Todo eso ha aumentado la vulnerabilidad del hombre ante la visión de una mujer bella, creando millones de adictos al sexo, y ha llevado a las mujeres a querer ser cada vez más guapas durante más tiempo, o a intentarlo al menos, maquillándose, operándose, rehaciéndose hasta el infinito”.

“La igualdad está muy bien pero ambos sexos parten de sitios distintos”
La prosa informal y moderna de Huston no se detiene en eufemismos. De la misma manera, afirma que “las feministas biempensantes que niegan la naturaleza humana cometen una estafa intelectual. La diferencia fundamental entre los sexos es la maternidad y la testosterona. Los hombres son infieles por naturaleza, las mujeres lo son menos porque seleccionan mucho los genes que necesitan para procrear. Para atenuar esa diferencia todo lo posible, hace falta más igualdad. ¿Pero qué hacemos con los chicos entonces? Si se ocuparan más de los hijos y de la casa, sin duda habría menos prostitución. Si cuidaran a sus hijas, no se irían a follar con las hijas de los demás”.
La autora propone una solución imaginativa. “Si la prostitución es un servicio esencial para la sociedad, debería haber un servicio nacional para las prostitutas. Deberían de jurar bandera, deberían de ser educadas y protegidas, y cuando las maten deberíamos hacerles funerales de Estado. Ahora son esclavas, y el 80% de las que trabajan en Francia son extranjeras y no tienen derechos”.
El feminismo “más puritano, ese que piensa que la sexualidad y la belleza son malas, nunca ha sabido qué hacer con la coquetería”, concluye. “Pero esa tendencia, lejos de disminuir, cada vez va a más. ¿Es acaso un complot de los hombres? ¿Quizá las mujeres somos tontas? La libertad de las mujeres pasa por desnudarse cada vez más, por reconstruirse y retocarse”.

“La normalidad llega cuando acaba la fertilidad y baja la testosterona”
Por todo esto, Nancy Huston cree que el feminismo clásico se ha equivocado en la elección del enemigo, del responsable de esta situación. “Echarle la culpa al hombre de eso es como culpar al toro de haber cogido al torero. Antes la excitación era privada, ahora es un gran negocio. El placer de los hombres está cada vez más sometido a la pornografía y a la belleza estéril, infecunda. Están obligados a mirar cuerpos todo el tiempo. Les venden viagra para rendir mejor. La mujer se ha ido haciendo cada vez más sujeto y más objeto. Cada vez más libre, cada vez más guapa e inalcanzable. Y cada vez más dura”.
La ensayista termina con el reconocimiento de que todas estas reflexiones a las que llega en Reflejos en el ojo de un hombre le fueron ajenas durante muchos años. “Yo odiaba a los hombres cuando era una adolescente. También detestaba la superficialidad, las compras y los escaparates. Ahora no veo al hombre como un opresor. Creo que la normalidad llega cuando se acaba la fertilidad y baja la testosterona. Ahí empezamos a ser iguales”.

miércoles, 27 de marzo de 2013

POESÍA. "A veces, y el sueño es triste...", de Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935)

Fernando Pessoa

A veces, y el sueño es triste,
en mis deseos existe
lejanamente un país
donde ser feliz consiste
solamente en ser feliz.

Se vive como se nace,
sin querer y sin saber. 

En esa ilusión de ser,
el tiempo muere y renace
sin que se sienta correr.

El sentir y el desear
no existen en esa tierra.

Y no es el amor amar
en el país donde yerra
mi lejano divagar.

Ni se sueña ni se vive:
es una infancia sin fin.

Y parece que revive
ese imposible jardín
que con suavidad recibe.

PRENSA. "Lujo sucio". Ricardo de Querol

Ricardo de Querol

   En "El País":
 23 MAR 2013 

La Cenicienta contemporánea no es ya el sufrido personaje del viejo cuento, sino la prostituta redimida que interpreta Julia Roberts en Pretty woman (1990). Da igual que la hayamos visto decenas de veces, porque la emiten en cualquier canal y vuelve a atraparnos. Ya saben: la chica sube al coche del millonario Richard Gere, se aloja a todo trapo en el mejor hotel de Beverly Hills, se va convirtiendo en princesa, él en príncipe azul y el final solo puede ser feliz.
Ha causado escándalo el penúltimo vídeo que buscaba el escándalo. No es propiamente un anuncio de Louis Vuitton, sino una creación del director James Lima para la revista Love Magazine, así que no sabemos si el artista ha metido a la empresa en un lío o si ambos están encantados con la polémica. El clip muestra a las modelos de la casa Cara Delevingne, Georgia May Jagger y Saskia de Brauw caracterizadas como prostitutas callejeras en París, semidesnudas entre encajes o bajo abrigos de piel, llamando la atención de los mirones, haciendo frenar a los coches, satisfaciendo entre sedas a los clientes. Las feministas han clamado contra esta especie de visión glamurosa de la prostitución.

Tienen difícil escandalizarnos a estas alturas, porque estamos más que acostumbrados a la utilización de lo sexual para vender cosas. El sexo sucio también vale, porque nada atrae miradas como lo prohibido. Pero la sensibilidad social ante la prostitución se está moviendo desde la tradicional tolerancia a la vista de tantas historias de mujeres esclavizadas. Tampoco hace falta llegar al extremo de esa librería tan concienciada que retiró Memoria de mis putas tristes, la última novela de Gabriel García Márquez, en la que un anciano se pide una virgen para su 90 cumpleaños.
Las mujeres que paran coches en las calles no suelen llevar bolsos de Louis Vuitton. Sus vidas se parecen más a las de esas chicas sencillas en apuros que filmó Fernando León de Aranoa en Princesas. Pero Lima tampoco pretendía ser tan realista.
Dejemos la creatividad libre de corsés. Y que nadie se crea que a estas cenicientas las recogerá Richard Gere, ni que las llevará a una tienda de Rodeo Drive diciendo: "Vamos a gastar una cantidad indecente de dinero. Necesitamos a más gente haciéndonos la pelota. A mí no, a ella". Este cuento no es de hadas. Ni tiene final feliz.

PRENSA. "Jaque mate a Chipre". Reportaje

Ciudadanos chipriotas hacían el viernes cola ante los cajeros para retirar efectivo. / DAVID SIMON (BLOOMBERG) ("El país")

   En "El País":

Jaque mate a Chipre

La Eurozona afronta el cuarto rescate financiero imponiendo un corralito, que amenaza la economía de la isla

 Nicosia 24 MAR 2013

¿Se imagina un país en el que el Partido Comunista, en el Gobierno hasta el mes pasado, se opusiera a que los más ricos pagaran parte de su fortuna para superar una crisis monumental? ¿O uno que estuviera a punto de quebrar pese a haber descubierto fabulosos yacimientos de gas que podrían equivaler a la producción nacional de cinco años? ¿Y uno en el que sus 800.000 habitantes hubieran logrado paralizar una decisión tomada por los líderes más poderosos de Europa? Pues ese lugar existe. Es un país contradictorio y extraño llamado Chipre.
“Aquí no estamos discutiendo sobre el sector financiero. Lo que está en juego es nuestra forma de vida. Si los inversores extranjeros se van, todo el sistema se viene abajo”. Quien habla es Evdokia Papadopoulou, una joven recién licenciada en Ciencias Políticas que el pasado martes se manifestaba frente al Parlamento. Estaba furiosa porque Europa hubiera forzado a Chipre a expropiar el 6,75% de las cuentas de los pequeños ahorradores como ella; pero también le enervaba la posibilidad de que los grandes oligarcas —en su mayoría rusos; muchos con negocios no del todo limpios— también tuvieran que poner el 10% de su dinero a cambio del rescate exterior. “¿Acaso somos el único país del mundo en el que se lava dinero?”, se preguntaba una profesora de primaria.
Como estas dos mujeres, la inmensa mayoría de los chipriotas —el 91%, según una encuesta publicada esta semana— se oponía a la quita en los ahorros pactada en la madrugada del sábado 16 de marzo por los Gobiernos de la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los diputados del pequeño país hicieron caso a sus ciudadanos y dieron un sonoro corte de mangas a Europa al rechazar las condiciones que se presentaban como indisolublemente ligadas al préstamo de 10.000 millones. “No bail in, no bailout (si no hay quita, no hay rescate)”, llegó a decir un miembro de la delegación alemana en el Eurogrupo de la semana pasada, en el que los cuchillos volaron en todas las direcciones.

"¿Acaso somos el único país del mundo en el que se lava dinero?"
Fuentes que participaron en las negociaciones aseguran que el presidente del país, el conservador Nikos Anastasiadis, sabía que la negociación iba a ser muy dura, pero que no contaba con que le obligaran a expropiar depósitos. De vuelta a Nicosia, ni uno solo de los 56 parlamentarios votó a favor del acuerdo alcanzado en Bruselas, que el presidente había presentado como la única salida frente al caos. Había que elegir entre el diktat europeo o la bancarrota y la consiguiente salida del euro, dijo. Una vez encajado el golpe de que ni siquiera los 20 diputados de su partido le hicieran caso, Anastasiadis dijo comprender y respetar los motivos del no.
Este rechazo frontal no se explica solo por la comprensible renuencia de los ciudadanos a que les quiten de la noche a la mañana una parte de sus ahorros. En la sociedad chipriota se ha instalado el convencimiento de que las condiciones impuestas por la canciller Angela Merkel —que en las celebraciones del carnaval ortodoxo ha ocupado un puesto de honor como centro de todas las dianas— no servirían para sacar al país del hoyo, sino para hundirlo más.
“La quita va a espantar a todos los inversores internacionales. El PIB chipriota, que se apoya fundamentalmente en las finanzas, se hundirá. ¿Qué pasará cuando no cumplamos los objetivos de déficit que nos marca Bruselas? ¿Nos ofrecerán un segundo rescate a cambio de quitarnos más dinero del banco? ¿Y así hasta cuándo?”, se preguntaba esta semana el abogado Simos Angelides.
Pronto se notarán los efectos de lo ocurrido esta semana. Un empresario exportador contaba el pasado viernes, en un encuentro organizado por 'The Economist' al que acudió la élite económica del país, que piensa bajar inmediatamente un 30% los salarios a todos sus empleados. “El FMI pronosticaba para este año una caída del PIB del 3,5%. Ahora, no creo que el descenso se aleje mucho del 15%”, aseguraba la analista Fiona Mullen en el mismo acto, en el que un ponente proyectó una ilustración del mapa de Chipre hundido en el Mediterráneo y rodeado de tiburones acompañado de la frase “justo cuando parecía que estaba seguro”. El premio Nobel de Economía y gloria nacional, Chris Pissarides, algo más optimista, dijo que confía en que el sector financiero se recupere a medio plazo.

La sociedad cree que las condiciones de la UE no sacarán al país del hoyo
Muchos recuerdan estos días la gran tragedia nacional —la invasión turca que en 1974 obligó a desplazar a una cuarta parte de la población y cimentó el muro que aún hoy divide en dos el pais—. “La diferencia es que entonces el enemigo estaba claro y ahora no”, dice en la cafetería de la televisión pública el presentador Panicos Hadjipanayis.
El temor extendido en la pequeña isla del Mediterráneo es que haya empezado un proceso imparable de deterioro de sus condiciones de vida. Tienen, además, cerca el ejemplo de sus vecinos griegos, con los que comparten idioma. Los dos rescates europeos que ha tenido Grecia, recuerdan los chipriotas, no han hecho más que ahondar la recesión, que ya va por el quinto año, y disparar el paro hasta el 27%. “Todos tenemos amigos allí. Y vemos cómo ahora miran hasta el último céntimo”, comenta una joven profesora.
Grecia, además de como espejo en el que nadie quiere mirarse, sirve también como motivo de exculpación. Porque fue la quita de la deuda helena la que terminó de hundir un país que ya arrastraba grandes desequilibrios. El hipertrofiado sector financiero chipriota —que llegó a suponer el 800% del PIB— acumulaba hace dos años 4.700 millones de euros en títulos de deuda helena.

Nadie se hace ahora responsable de la iniciativa sobre los depósitos
Visto en perspectiva, es paradójico recordar que los dos grandes momentos negros para Chipre en esta crisis nacen de la voluntad alemana por imponer algo, que a primera vista, sonaba razonable, pero que a la postre ha terminado por tener efectos catastróficos. La primera fue la epifanía que tuvo Merkel con el entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, en Deauville: a partir de entonces, no serían solo los contribuyentes los que tendrían que cargar con los rescates. Los inversores deberían echar una mano.
El segundo responde a una filosofía muy parecida, pero en este caso afecta ya no a los inversores, sino a los ahorradores, tal y como decidió el Eurogrupo hace una semana. Es cierto que a los pocos días dio marcha y recomendó respetar la norma que asegura total tranquilidad a los europeos con menos de 100.000 euros en el banco. Pero el daño ya estaba hecho. Hará falta que pase mucho tiempo para que griegos, portugueses, italianos y españoles olviden las imágenes de las largas colas frente a los cajeros.
Es en este punto en el que se acumulan las críticas a la gestión del rescate chipriota, que ya es el cuarto en la Eurozona (el quinto si se cuenta el de la banca española). “La quita a los pequeños ahorradores fue un error mayúsculo. La culpa es de todos los participantes en el Eurogrupo: chipriotas, el resto de socios del euro, Comisión Europea, BCE y FMI. Todos dieron su visto bueno, da igual a iniciativa de quién”, dice Zsolt Darvas, de Bruegel, en referencia a la estrategia del “yo no he sido” que esta semana han seguido varios de los que participaron en el desaguisado. “Es la decisión más catastrófica desde el inicio de la crisis. Rompe el contrato social entre ciudadanos, instituciones y bancos”, añade Cinzia Alzadi, de CEPS.
Pero los problemas de Chipre no vienen solo de Atenas o del resto de Europa. El modelo económico que le permitió crecer a buen ritmo durante la pasada década —turismo, transporte marítimo y ladrillo, pero sobre todo una banca desproporcionada que ofrecía intereses muy altos, impuestos muy bajos y muy pocos remilgos a la hora de aceptar dinero de procedencia ilícita— ya había gripado antes de que empezaran los problemas en Grecia. Se añadían a los desequilibrios de una balanza de pagos comercial deficitaria, una competitividad decreciente, un fuerte aumento de la deuda privada y una sobreexposición de los bancos al sector inmobiliario y la deuda griega. El accidente de Vassilikos —la mayor central eléctrica del país, que acabó con la vida de 13 personas y costó al país el 10% del PIB— y la quita griega fueron la puntilla.

Pissarides asemeja el modelo bancario chipriota al de Luxemburgo
El ministro de Finanzas alemán es de los que insisten en la idea de que los chipriotas se han buscado sus problemas. “Su modelo ha fracasado. El país es incapaz de financiarse y sus bancos son insolventes”, respondió Wolfgang Schäuble esta semana cuando le preguntaron si Alemania va a dejar caer por solo 5.800 millones a la economía más pequeña del euro.
Alemania, a diferencia del BCE y de la Comisión, considera que no hay riesgo de que los problemas de Chipre se contagien al resto de la unión monetaria. Una de las condiciones del Eurogrupo para el rescate es que Nicosia reduzca su sector bancario hasta acercarlo a la media europea. El Nobel Pissarides, en cambio, defiende que no hay nada intrínsecamente malo en el modelo de crecimiento chipriota. “Luxemburgo depende más que nosotros del sector financiero y no he oído a nadie decir que sea un problema. Cuando pregunto a inspectores de la troika por qué el modelo de crecimiento chipriota es insostenible no saben qué responder”, asegura el también profesor de la London School of Economics.
Chipre se enfrenta a un futuro endemoniado. Pase lo que pase con el rescate, la confianza en su banca ha recibido un golpe mortal. El BCE amenaza con cortar la liquidez a sus entidades si no llega ya a un acuerdo con la troika. La solución rusa parece descartada y no se vislumbra otra salida que restringir la movilidad de capitales —en otras palabras, alargar el corralito— y aplicar una quita a los grandes ahorradores. Es decir, matar a la gallina que tantos huevos de oro daba hace poco. Tan solo cinco años después de unirse al club del euro, el sueño de la prosperidad y modernidad que vendría de la mano de Europa parece roto. Dos de cada tres ciudadanos quiere volver a la libra chipriota. Y casi todos se arrepienten de haberla abandonado un día.

PRENSA. Chipre. "Guía para sobrevivir sin bancos"

Una nota manuscrita recordaba el límite de retirada de efectivo de 260 euros. / DAVID SIMON (BLOOMBERG) 
("El País")

   En "El País":

Guía para sobrevivir sin bancos

La primera semana de corralito obliga a los chipriotas a hacer cambios profundos en su vida diaria

 Nicosia 24 MAR 2013

Pagar todo lo posible con tarjeta. Reducir los gastos imprescindibles y eliminar los superfluos. Buscar cajeros que acaben de ser recargados y sacar todo el dinero posible. Son algunas de las lecciones que han aprendido a marchas forzadas los chipriotas en esta semana de corralito. Pero lo vivido hasta ahora en la isla no será nada comparado con lo que podría ocurrir si el Gobierno no llega a un acuerdo con Europa. “Antes tenía miedo a perder el 10% de mis ahorros, pero la situación ahora es peor. Si quiebra el banco Laiki (nacionalizado y al borde de la quiebra) puedo quedarme sin nada”, dice Natalia, ciudadana rusa que lleva en la isla 15 años.
La pesadilla comenzó el sábado 16, cuando los ahorradores se enteraron de que los líderes europeos habían decidido unas horas antes que los ciudadanos normales iban a contribuir con sus cuentas corrientes a sufragar parte del rescate. Las colas en los bancos —una imagen que el euro se juró que nunca mostraría— ya habían comenzado. A partir de entonces, el ambiente se ha ido enrareciendo día a día.
El lunes y el martes —antes de que el Parlamento rechazara de forma abrumadora el acuerdo— predominaba la indignación con Europa y la sensación de orgullo herido. Pero a finales de semana ya había muchos chipriotas que se preguntaban en voz baja si no se habrían equivocado al plantarse ante la troika y rechazar sus exigencias. Como los centenares de trabajadores de Laiki que se manifestaban el jueves a la puerta de la Cámara de Representantes. Hombres y mujeres de mediana edad que llevan varias décadas detrás de la ventanilla de la segunda entidad del país se veían rodeados por las vallas que había puesto la policía para proteger a los diputados.
Empleados como Andreas Milordos, que criticaba a los parlamentarios por no haber aceptado una quita inferior al 10% y estar ahora discutiendo si se iban a quedar con su pensión, para la que ha cotizado tantos años. Ante la presión alemana, Nicosia se preparaba el viernes para descartar esta opción y retomar la quita sobre los depósitos, pero en esta ocasión solo sobre aquellos de más de 100.000 euros.

El gobierno teme una fuga de depósitos cuando se vuelvan a abrir las oficinas bancarias
Chipre ha ido posponiendo la apertura de las oficinas bancarias ante el temor de una fuga de depósitos que el gobernador del banco central, Panicos Demetriades, estimó que los primeros días rondaría el 10% de los 70.000 millones de depósitos. Otros analistas temían una cantidad mucho mayor si no se imponía algún tipo de control de capitales. “Por supuesto que voy a sacar mi dinero en cuanto pueda. ¿Tú no saldrías de tu casa si ves que está ardiendo?”, comentaba un hombre en el centro de Nicosia. “No sé qué hacer. Si todos actuamos así el país no tiene salvación”, respondía un taxista. El plan B que el Parlamento debatía el viernes daría poderes al ministro de Finanzas para ejercer ese control. Pese a contradecir el principio europeo de libre circulación de capitales, esta medida parece la única que podría evitar una estampida bancaria.
Chipre ha pospuesto todas las decisiones difíciles, pero ya no le quedan muchas opciones y deberá cumplir su anuncio de que los bancos, tras una semana de parón, reinicien la actividad el próximo martes. Los síntomas de que algo raro pasa son evidentes. Gasolineras y otras tiendas solo aceptan efectivo. ¿Se puede pagar con tarjeta? “Hoy sí, pero mañana ya no”, respondía el jueves la dueña de un restaurante.
La incertidumbre se reflejaba ese mismo día en un Zara, prácticamente vacío pese a estar en una de las arterias comerciales de Nicosia. Algunos comerciantes se quejan de que, con los bancos cerrados, no pueden pagar a los proveedores, por lo que empiezan a escasear productos. Las radios y televisiones escupen continuamente las palabras “Merkel”, “Eurogrupo”, “Lagarde”, “troika” o “Schäuble” en informativos que se alargan durante horas. “Hoy hemos empezado a las 9.30 un programa que suele comenzar a las 12.00. No sé hasta qué hora estaremos”, comentaba en un descanso para un café Panicos Hadjipanayis, uno de los presentadores estrella de la televisión pública RIK.
Los cajeros del banco Laiki, que hasta el miércoles funcionaron sin sobresaltos, empezaron a llenarse de colas el jueves. La entidad anunció ese día que limitaba a 260 euros la retirada de efectivo. Algunos chipriotas comenzaron entonces un peregrinaje de cajero a cajero en busca de billetes. Tenían por delante un largo fin de semana con la banca electrónica también congelada. ¿Y a partir de entonces? Todas las dudas del mundo. “Solo sé que nuestras vidas van a cambiar. Siento como si estuviera ante un abismo”, comenta Ana mientras retira dinero. Unos metros más allá, la dueña de un negocio se lo toma con optimismo: “Bueno. A partir de ahora funcionaremos de otra forma. Habrá que compartir más, intercambiar las cosas… No sé”.

martes, 26 de marzo de 2013

POESÍA. "¡Qué aire tan suave!", de Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935)

Fernando Pessoa

¡Qué aire tan suave! Se dijera 
que en la vida todo es belleza. 
Ay, si mi corazón pudiera 
estar sintiendo esa certeza. 

Mas no; ya sea la selva oscura 
o sea un Dante más diverso, 
el alma es literatura 
y todo acaba en nada y verso. 


   Traducción de Ángel Crespo

PRENSA. "La Iglesia argentina dio la espalda a la mayoría de los crímenes de la dictadura". Reportaje

El dictador Jorge Videla toma la comunión. / REUTERS ("El país")

   En "El País":

La Iglesia argentina dio la espalda a la mayoría de los crímenes de la dictadura

Bergoglio pidió perdón en 2000 por no "haber hecho lo suficiente" entre 1976 y 1983

 Buenos Aires 23 MAR 2013

Las aguas del río de la Plata bajaban manchadas con la sangre de los secuestrados que arrojaban desde los aviones militares y la mayoría de los jerarcas de la Iglesia católica argentina parecían dormidos. La siesta se prolongó desde 1976 hasta 1983, los años de la dictadura. Luis Zamora, que ahora ejerce como político opositor al Gobierno de Cristina Fernández, era entonces un abogado de 28 años. “Yo iba los jueves a la plaza de Mayo para manifestarme junto a las madres de los desaparecidos. No me olvidaré jamás de aquel día de 1979 en que nos reprimió la policía de la dictadura. Que te persiguiera esa policía significaba que podías desaparecer para siempre. Salimos corriendo hacia la catedral, que está en la misma plaza. Y cuando nos estábamos acercando cerraron la puerta. Eran las madres de los desaparecidos y les cerraron las puertas. Tuvimos que refugiarnos en el subte [el metro]. Aquello me pareció un símbolo muy directo de la complicidad entre la Iglesia y la dictadura”.
“A las pocas semanas del golpe militar más de 60 obispos de todo el país se reunieron para evaluar la situación”, explica Luis Zamora. “Todos convinieron en que en sus obispados había secuestros, desapariciones, despidos por actividades gremiales... Hubo una discusión sobre si se pronunciaban o no. Por unos 40 votos contra 20 optaron por no pronunciarse públicamente y afrontar el problema con gestiones reservadas. Eso significó avalar públicamente la dictadura y tener una carta en el futuro que les permitiera decir: ‘Hicimos cuestionamientos privados o gestiones orales’. Pero a la población le transmitían que ellos apoyaban la dictadura. En todos los actos públicos, en las fiestas patrias… siempre había un obispo o un cardenal al lado de los dictadores. La Iglesia católica bendijo el golpe”.
El entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio llegó a pedir perdón en nombre de la Iglesia en el año 2000 por no “haber hecho lo suficiente”. Lo que se comenzó a cuestionar muy pronto es si, además de no hacer lo suficiente, la Iglesia hizo demasiado. O sea, si fue cómplice necesaria en la comisión de ciertos crímenes. El director del diario Página 12, Horacio Verbitsky, sostiene que Bergoglio colaboró en la detención de los jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio, secuestrados durante seis meses en 1976. Yorio murió en 2000, pero su hermana Graciela, de 67 años, señaló que Bergoglio mantuvo el doble juego: “Preocuparse [por el destino de los dos jesuitas] y por detrás hacer todas las maniobras necesarias para que los secuestraran”. Tras conocerse el nombramiento de Francisco, Jalics declaró en un comunicado desde el monasterio de Alemania en que se encuentra que ya se había reconciliado con Bergoglio y que para él estaba cerrado el caso. Sin embargo, su mensaje parecía más incriminatorio que exculpatorio. Así que el pasado miércoles, Jalics sentenció tajante en otro comunicado: “Es un error afirmar que nuestra captura ocurrió por iniciativa del padre Bergoglio”.
A pesar de esa declaración, el asunto siguió coleando en Argentina. El pasado jueves el periodista Verbitsky relató que el jesuita Jalics le había revelado en 1999, bajo la condición del anonimato, que “durante meses Bergoglio contó a todo el mundo que Jalics y Yorio estaban en la guerrilla”. Ese dato bastaba en aquella época a los militares para secuestrar, torturar o matar a cualquiera. Y más si la información provenía del superior provincial de los jesuitas, cargo que entonces ejercía el papa Francisco. Jorge Mario Bergoglio negó siempre de forma rotunda haber asociado a Jalics y Yorio con la guerrilla.
“Qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas”, se preguntaba estos días Verbitsky citando el libro Iglesia y dictadura, del fallecido Emilio Mignone. El Vaticano alega que esas afirmaciones son “calumniosas y difamatorias” y que nunca hubo una sola prueba en firme contra Bergoglio.
La presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, declaró al conocerse el nombramiento del papa Francisco: “Uno condena a la jerarquía eclesiástica porque fueron partícipes, cómplices, ocultadores, directa o indirectamente. Es una historia muy triste que entinta a toda la jerarquía de la Iglesia católica argentina, que no ha dado ni un paso para colaborar con la verdad, la memoria y la justicia. Bergoglio pertenece a esa Iglesia que oscureció al país”.
El 14 de marzo —al día siguiente de la elección papal— el gran referente de los derechos humanos en Argentina, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, escribió un mensaje bastante crítico hacia Bergoglio en el que, sin embargo, le eximía de la acusación más grave: “Es indiscutible que hubo complicidades de buena parte de la jerarquía eclesial en el genocidio perpetrado contra el pueblo argentino y, aunque muchos con exceso de prudencia hicieron gestiones silenciosas para liberar a los perseguidos, fueron pocos los pastores que con coraje y decisión asumieron nuestra lucha por los derechos humanos contra la dictadura militar. No considero que Jorge Bergoglio haya sido cómplice de la dictadura, pero creo que le faltó coraje para acompañar nuestra lucha por los derechos humanos en los momentos más difíciles”.
“La actitud de la jerarquía episcopal en la dictadura fue muy difusa y confusa", explica Eduardo de la Serna, coordinador del Grupo de Curas en Opción por los Pobres de Argentina. “Hubo un grupo muy pequeño de obispos claramente opuestos y críticos de la dictadura (Alberto Pascual Devoto, Enrique Angelelli, Eduardo Pironio, Vicente F. Zazpe, Jaime de Nevare, Jorge Novak y Miguel Hesayne); un grupo no muy grande de obispos francamente cómplices (Victorio Bonamin, Adolfo Tortolo…). Creo que la mayoría confundió una serie de elementos: pánico al comunismo que creían que se aproximaba; muchos con una ignorancia en teología soberana entendieron que ‘la autoridad viene de Dios’ y entonces oponerse a la autoridad era oponerse a Dios; otros tenían una pobre idea del mal menor… Lo cierto es que entre unos y otros conformaron un episcopado cómplice o silencioso, callado y temeroso. No hicieron denuncias claras, no levantaron la voz, no se atrevieron a excomulgar —por ejemplo— a los torturadores. Bergoglio no fue Victorio Bonamín, pero tampoco fue Jorge Novak”.
Luis Zamora cuenta que acudió en 1979 junto a otros abogados a las oficinas en Buenos Aires del nuncio apostólico Pio Laghi. “Llevábamos muchos informes de gente que había desaparecido en esos tres años de dictadura. Y el nuncio no nos atendió. Su secretario nos dijo: ‘Está muy bien la información que traen, pero ya la tenemos’. Nos fuimos diciendo ‘¡Qué ingenuos somos!’. ¿Cómo podíamos pensar que la Iglesia no sabía todo esto desde el comienzo?”.
Hace tres años, Bergoglio se vio obligado a declarar como testigo en un juicio sobre los crímenes de la dictadura. El abogado que lo interrogó en representación de varias familias de víctimas era Luis Zamora. “Tras escuchar su testimonio, no me cabe duda de que Bergoglio entregó a esos jesuitas”, concluye Zamora.
Hoy día, sin embargo, soplan nuevos aires en el Vaticano. Desde que se conoció el nombramiento de Francisco han salido a luz varios casos de personas perseguidas por la dictadura a quienes de forma discreta Bergoglio ayudó a salvar la vida. Además, se da por hecho que la primera persona a quien Francisco pretende beatificar es Carlos de Dios Murias, un fraile franciscano torturado y asesinado durante la dictadura. Las encuestas revelan que el Papa es profeta en su tierra. Y no será el Gobierno de Cristina Fernández el que se atreva a ir abiertamente en contra de las encuestas.