sábado, 7 de noviembre de 2015

PRENSA. Sobre los refugiados en Europa: "Las 'frías cifras'". Isaac Rosa

   En "eldiario.es":

Las "frías cifras"

Una colección de números sobre "el drama de los refugiados" que no nos dicen nada
Grecia realizará el miércoles la primera reubicación de refugiados hacia Luxemburgo
EFE

Dice el tópico del periodismo sensiblero que detrás de las cifras hay personas con nombre y apellido, y que los grandes números (lo mismo del paro que de accidentes de tráfico) nos impiden ver la “dimensión humana”. Pero en el caso de los refugiados que llegan a Europa, ni por esas.
Ahí está el caso del niño Aylan. Con solo leer su nombre, ya saben de quién les hablo, ¿verdad? El kurdo de tres años ahogado en una playa de Turquía no quedó invisible tras una cifra, al contrario: supimos nombre y apellido, vimos fotos vivo y muerto, conocimos a sus padres y hermanos, supimos peripecias y anécdotas de su corta vida. Durante varios lacrimógenos días de septiembre pusimos nombre, apellido y rostro al "drama de los refugiados". Y aquí seguimos, olvidados del "refugees welcome".
Los nombres y apellidos no han servido para nada. Y tampoco las fotos, pues tras Aylan hemos visto nuevas fotos de niños hinchados, flotando en enormes chalecos salvavidas, depositados en la arena. Así que, como el “rostro humano” no sirve, probemos con las “frías cifras”. Estos días se acumulan números que, se supone, deberían sacudirnos, cambiar el orden de prioridades, presionar a los gobernantes. Pero la mayoría somos de letras, analfabetos matemáticos, y en cuanto hay más de dos ceros ya nos perdemos, lo mismo nos da diez mil que diez millones.
Aquí les dejo algunas cifras picoteadas de la prensa de ayer, a ver qué tal suenan. Se las ordeno de menor a mayor, así las asimilamos mejor: 2 niños muertos al día. 50 plazas para refugiados habilitadas por España. 55 cuerpos en la morgue de Lesbos, sin sitio para enterrarlos. 108 niños muertos desde que apareció el cadáver de Aylan. 116 refugiados ubicados por Europa en los dos últimos meses. 400 muertos en octubre. 1.418 plazas habilitadas por Europa para acoger a los que llegan. 3.406 ahogados en lo que va de año. 5.000 esperamos cada día de aquí a final de año. 9.000 niños han llegado solos, sin familia, en lo que va de año. 28.000 refugiados en el último fin de semana. 160.000 son los que se han comprometido a acoger los países europeos. 172.000 han llegado hasta septiembre. 218.000 más solo en el mes de octubre. 300.000 se esperan de aquí a final de año. 760.000 han alcanzado Europa en los últimos diez meses. 1.000.000 se calcula que habrán entrado en Europa en todo el 2015.
¿Les dicen algo todos esos números? Poca cosa, lo sé. Puedo intentar usar otras unidades de medida más manejables, no sé: decir que en los dos próximos meses llegará el equivalente a tres Bernabeus de refugiados; que en el último fin de semana desembarcó el equivalente a toda la población de Durango o Crevillente; que cada dos horas muere un refugiado en el mar; que en la morgue de Lesbos hay un autobús entero lleno de cadáveres sin enterrar; o que en dos meses han muerto niños que llenarían seis clases de Primaria, un colegio entero tirado en las playas.
Ni por esas, ya lo sé. Cifras, fotos, nombres, que no dan la medida de esta Europa miserable que no solo no ha establecido vías legales de llegada en origen, que no solo no ha abierto corredores humanitarios ni mandado la ayuda necesaria a los países de acogida cuando está llegando el frío; es que ni siquiera ha sido capaz de organizar una misión de salvamento y tienen que ser los socorristas voluntarios los que rescaten vivos y pesquen muertos. Qué asco de Europa, qué asco de nosotros, qué asco de mí.

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