viernes, 31 de mayo de 2013

POESÍA. "Habitación de hotel, 1931". Josefa Parra (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1965)

Josefa Parra

Habitación de hotel, 1931

                                      (Edward Hopper)
Si hubiera una promesa
entre tú y yo, una cita
prorrogada, una luz allá a lo lejos
con que poder guiarme;
si quedase esperanza
-aunque fuese una triste
diminuta esperanza-;
si alguna vez tus labios
hubiesen pronunciado
la palabra mortal que yo anhelaba,
o algo que me sonara parecido,
pienso que aún hallaría
razón para aguardarte.
¿Y quién sabe si el trueque de la carne
no fue, de alguna forma, una promesa?

PRENSA. "La violencia machista sobrevive en las parejas más jóvenes". Reportaje

A los adolescentes les cuesta establecer los límites de lo tolerable. / RICARDO GUTIÉRREZ ("El país")

   En "El País":

La violencia machista sobrevive en las parejas más jóvenes

Cada vez más adolescentes acuden a centros de atención para mujeres maltratadas

Las nuevas tecnologías emergen como arma de control

Los expertos urgen a prevenir con educación

 Madrid 28 MAY 2013

La violencia machista no es solo un problema de parejas casadas, como creen muchos adolescentes, que siguen perpetuando estos comportamientos con relaciones enfermizas. Tras años de avances en igualdad, los expertos alertan de que falla la educación y de que sigue dominando una visión romántica del amor en la que las chicas lo aguantan todo, seducidas por una figura dominante y protectora. Según los sociólogos, los adolescentes se saben la teoría y racionalmente rechazan la violencia, pero alertan de que el nivel de machismo es demasiado elevado para una generación que ha crecido en el siglo XXI.
Los centros de atención a malos tratos coinciden en que cada vez son más jóvenes las chicas que acuden a pedir ayuda. Las causas judiciales por este motivo aumentan entre los más jóvenes, según la Fiscalía de Menores. Aunque la mayoría de las víctimas adolescentes tienen entre 15 y 17 años, los puntos especializados llegan a recibir a niñas de 12 y 13. “En estas edades estamos luchando contra el amor, no contra el maltratador”, anuncia Natividad Hernández Claverie, psicóloga responsable de los grupos más jóvenes de la Comisión para la Investigación de Malos tratos a mujeres, una ONG que da apoyo a víctimas de violencia machista desde los años setenta. Hernández Claverie explica que en las terapias con las jóvenes se profundiza primero en sus sentimientos hacia estas situaciones; y luego en el qué significa el comportamiento machista. “Llaman confusas, tristes pero sin saber lo que les pasa”, apunta Diana Díaz, subdirectora de Teléfono de la Fundación Anar, que atiende por esta vía a menores en situación de riesgo y que detecta la violencia contra adolescentes como un problema emergente.
Soledad Cazorla, fiscal de sala delegada contra la Violencia de Género, se muestra “perpleja” ante el fenómeno: “Me produce sorpresa que roles que entendíamos que eran del pasado se puedan repetir en gente muy joven que suponíamos que había asumido su dignidad”. El 25% de las mujeres atendidas en el Centro Municipal para la Igualdad 8 de marzo de Fuenlabrada (Madrid) eran menores de 25 años, frente al 23% del año anterior. Hace tres años que las llamadas a Anar por violencia machista aumentan de forma sostenida: en 2012 registraron un 15% más que en el año anterior. En Andalucía se presentaron 78 denuncias por violencia de género contra menores de edad a lo largo de 2012; una cifra que, según el Instituto Andaluz de la Mujer, supera a las de periodos anteriores. Y cada año la media de edad es inferior al anterior.

Una joven de 19 años y otra de 26 acaban de morir a manos de sus novios
Son tres ejemplos, pero el reparto de competencias de los centros de atención especializados —municipales, autonómicos y estatales, además de fundaciones, centros privados y otras organizaciones— dificulta dibujar un mapa sobre la violencia de género entre las jóvenes de todo el país. Solo se desglosan por edad las víctimas mortales y las órdenes de protección dictadas por los juzgados, en este caso, a los maltratadores (un 2% del total en 2012 frente al 1,6% de 2011). De las 32.242 mujeres que sufrieron malos tratos en 2011, 571 tenían menos de 18 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El año pasado, por primera vez desde 2004, una menor de 16 años murió a manos de su pareja o expareja: una niña de 13 años en El Salobral (Albacete), asesinada a tiros por un hombre con quien había mantenido un romance. Como en uno de cada dos casos registrados, el agresor era mayor de edad. Se suma otra víctima de 19 y seis en la franja de los 20. La semana pasada, una estudiante de León fue estrangulada por su novio y una chica de 26, acuchillada en Álava. A principios de mayo, una adolescente de Madrid acudió al hospital con cortes en el torso que le había provocado su pareja, a quien intentó encubrir.
Aunque el goteo no cesa y no deja de preocupar la violencia física, la forma más habitual de malos tratos entre jóvenes es el dominio psicológico, según detectan los especialistas: el control sobre la ropa que se ponen las novias, su maquillaje, las amistades con las que salen o dónde pasan el tiempo. Y aquí, las nuevas tecnologías emergen como una nueva herramienta de vigilancia. “Ejercen un control agobiante para las chicas. A través de Whatsapp o Facebook pueden saber en todo momento dónde están, qué están haciendo y con quién. Las hostigan pidiéndoles pruebas: si dicen que están viendo la televisión, les piden qué película echan en un canal, y si les cuentan que están en el baño, las obligan a tirar de la cadena para demostrarlo. Esto es algo que no pasa con las víctimas más mayores”, explica Susana Martínez Nobo, presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, que aclara que pese a que estos medios también están al alcance de los mayores, no los usan tanto. Este atosigamiento se dispara en el momento de la ruptura, cuando el acosador utiliza cualquier mecanismo para mantener el control sobre su expareja. Otra de las modalidades del acoso a través de Internet consiste en difundir imágenes privadas, insultos o humillaciones en las redes sociales. “Puso una foto mía en sujetador en Tuenti y la repartió por todo el colegio. Dijo que era una broma que le hacía a todas sus novias”, contaba por teléfono a Anar una chica de 15 años, como consta en el informe de esta institución.
El comportamiento de los jóvenes en sus primeras parejas funciona principalmente por imitación. Actúan de manera análoga a sus referentes, entre los que destacan su familia, su entorno social y los medios de comunicación, especialmente la televisión. “Internet, el cine, las series... nos hacen asumir ciertos roles y normalizar la violencia. Historias como Crepúsculo o Cincuenta sombras de Grey son muy nocivas porque hacen pensar a las chicas que pueden con los malotes”, considera Soledad Ruiz, directora del Instituto Andaluz de la Mujer, que hace seis meses puso en marcha un programa de atención psicológica para adolescentes maltratadas que atendió a 30 chicas en el primer trimestre del año. Siguen pesando todavía 21 siglos de sociedades machistas.
Los chicos, según los expertos consultados, ya no son el lobo ibérico, pero siguen reproduciendo la desigualdad. “El machismo está muy arraigado en una parte del inconsciente colectivo, aunque cada vez menos en el comportamiento”, sostiene Consuelo Madrigal, fiscal de sala de Menores, que define la violencia de género como una “patología social”, más que individual. “La educación en la igualdad afecta a algunos aspectos, pero no cala en todos porque hay hombres que aún necesitan construir su identidad a partir del dominio y de la posesión sobre la mujer”, añade.

Con Whatsapp o Facebook saben siempre dónde están y con quién
A la inseguridad y la falta de autoestima, se le suma una falta de referentes, especialmente para los chicos. “Tarzán ha dejado de ser el héroe y ahora es muy difícil decir quién lo es. Estamos en un momento de polarización en que se ha asumido el empoderamiento de la mujer en la sociedad, pero todavía no se acaba de admitir que es necesario cierto desempoderamiento de los hombres”, alega Hilario Sáez, sociólogo de Hombres para la Igualdad. Lo que sí constata en talleres en los institutos es que hay adolescentes que se siguen declarando machistas: “Para mandar entre hombres, hay que distinguirse de las mujeres y de los niños. A esa edad, hay que ser el más fuerte y eso se va haciendo mediante pruebas de masculinidad. Tienen mucha presión y el que más habla, habla por los demás. Siempre se le suman otros que quieren ser identificados con el fuerte”, cuenta.
La concepción romántica del amor es por donde se cuela el machismo en las relaciones reales. Hace sentir a las jóvenes que tienen una especie de contrato de por vida con su pareja y que si él es violento, es porque se lo merecen; lo que aumenta la sensación de culpabilidad. A ellos les obliga a demostrar celos y dominio para reafirmar su amor. Así lo reflejan testimonios tan antiguos como el que contaba a Anar una chica de 16 años: “El otro día me dijo: ‘Me voy a suicidar si no te veo. Me quito la vida si no estás conmigo”. El 67% de las jóvenes que llaman a esta fundación no son conscientes de que sufren violencia de género.
Noemí Parra, sexóloga y una de las coordinadoras del Programa por los Buenos Tratos de Canarias, cree que además de igualdad hay que dar formación sexual, amorosa y de gestión de conflictos. “Los adolescentes tienen muchas dificultades para establecer los límites entre lo aceptable y lo inaceptable”, zanja. Según cuenta, está trabajando con dos chicos de 13 años que le tocaron el culo a una niña: “Forma parte de un juego, y no entienden que están accediendo a un cuerpo que no quiere ser tocado. Están probando los límites, porque tienen que demostrar que se están haciendo mayores y reproducen todos los estereotipos”. Algunos más mayores también han acudido “muy agobiados” para que les ayuden a controlar los celos.
Las chicas que sufren la violencia, “están sometidas a mucha confusión, se debaten entre el amor y el miedo”, explica Hernández Claverie, que asegura que, con las mujeres más jóvenes, lo que mejor funciona es la terapia de grupo. “Ellas no ven lo que les pasa, porque confunden los celos con el amor, pero sus amigas se lo hacen ver: ‘¿Pero cómo estás con ese cabrón?’, le dicen, porque una vez que se dan cuenta, se convierten en salvadoras”, relata.

La OMS avala que la formación funciona para frenar el machismo
Los recortes, sin embargo, atacan también a este ámbito. De cinco psicólogas, la comisión contra los malos tratos se quedó con dos en 2011 por falta de fondos. “Cada vez que queremos mandar a alguna chica a un servicio de apoyo tenemos que llamar para asegurarnos de que aún está ahí. Muchos cierran de un día para otro”, afirman desde el departamento de servicios sociales de Anar. El Gobierno ha recortado un 21% en programas de prevención y un 18% en políticas de igualdad.
Pese a que la Secretaría de Estado de Igualdad se muestra “preocupada” por esta situación, de momento, todo son promesas. Aseguran que antes del verano se pondrá en marcha una nueva estrategia nacional contra la violencia de género con un presupuesto de 1.000 millones de euros hasta el final de la legislatura (en 2016) y medidas específicas para chicas adolescentes. Las fuentes de Igualdad consultadas anuncian también que se ampliará la prevención del machismo dentro del Plan de Infancia y se diseñará una aplicación para teléfonos móviles con toda la información sobre los distintos grados de violencia de género y los recursos disponibles en la Administración.

“El instituto es un observatorio privilegiado. Van allí cada día”
La Organización Mundial de la Salud acredita que los programas educativos en países desarrollados funcionan para frenar el machismo. Pero estos programas están desapareciendo en España. La reforma educativa eliminará la asignatura de Educación para la Ciudadanía —la única que contenía contenidos sobre igualdad de género— y los seminarios sobre estas materias se están extinguiendo, algo que preocupa a los expertos. “La vacuna contra la violencia es la educación, y hay que luchar en el ámbito preventivo para evitar que se reproduzcan los comportamientos machistas porque cuando actuamos la justicia o la policía, el daño ya está hecho”, opina Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio de Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial.
Desde los noventa “se percibe una incorporación del valor igualdad, pero un análisis con preguntas más indirectas resalta que el comportamiento no lo tienen interiorizado”, aclara Fernando Fernández-Llebrez, profesor de la Universidad de Granada y autor del estudio Cambios y persistencias en la igualdad de género de los y las jóvenes en España (1990-2010), junto a Francisco Camas, publicado por el Instituto de la Juventud en 2012.
“Hay un elemento de continuidad de las jóvenes con las mujeres de otras generaciones: la concepción de que no vale la pena polemizar cuando hay un problema de pareja”, aclara Fernández-Llebrez. La forma de enfrentarse a la violencia de género es enseñar valores universales para chicos y chicas, “que pueden estar muy instruidos, pero muy poco educados en los valores”, apunta Cazorla. “No hay que buscar en los chicos un sentimiento de culpa, sino de responsabilidad, porque eso es lo que les llevará a actuar. Si no, los chavales lo verán como una agresión y sacarán las garras”, aclara el politólogo.
Un informe realizado en 2012 por la Universidad Complutense de Madrid y el Ministerio de Sanidad desvela el machismo que arrastran los universitarios: un 11% de ellos afirma haber ejercido malos tratos (insultos, humillación, control o agresión) y, de ellos, otro 11% lo han hecho en más de una relación. Entre las chicas, muestra que un 12% de ellas se ha sentido obligada a conductas sexuales en las que no quería participar, un 10% ha visto cómo su pareja la aislaba de sus amistades, un 8% ha vivido una situación de control hasta el mínimo detalle, un 6% ha recibido insultos con frecuencia y un 4% reconoce que su pareja le ha pegado. A pesar de esto, solo el 1,5% de las llamadas que recibió el 016 —teléfono gratuito del ministerio de atención a maltratadas— eran de estudiantes.
El programa contra la violencia de Fuenlabrada se basa en la colaboración entre diferentes instituciones. “Las tutoras de los institutos nos derivan muchos casos. Cuando notan un cambio en la forma de actuar de las alumnas, les preguntan y ellas lo cuentan. Normalmente dicen que tienen una ‘relación complicada”, apunta Blanca Vergara, responsable de la atención de las más jóvenes. Para lograr esta coordinación es necesario formar también al profesorado en cuestiones de igualdad. “El instituto es un observatorio privilegiado porque las chicas acuden cada día”, asegura.
“La transmisión de principios de igualdad es un entramado muy sutil”, declara la abogada Ángela Cerrillos, presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis: “Me aterra ver cómo hijas de clientas mías reproducen y amplifican modelos que a su edad tendrían que estar enterrados”.

PRENSA CULTURAL. OBITUARIO. Muere Franca Rame

Franca Rame, en el programa Canzonissima, en 1962. /MARIO DE BIAS (GETTY) ("El país")

   En "El País":

El teatro europeo y Dario Fo pierden a Franca Rame

La actriz, escritora y activista política ha fallecido esta mañana a los 84 años en su casa de Milán

La intérprete estaba casada con el dramaturgo italiano, con el que escribió decenas de obras

Había sido ingresada en abril debido a un ictus

 Madrid 29 MAY 2013

Aunque internacionalmente la vida de la actriz, escritora, periodista y dramaturga Franca Rame, fallecida esta mañana a los 84 años en su casa de Milán, ha estado siempre ligada a la de Dario Fo, hay que destacar que cuando ella le conoce él es pintor e incipiente actor, mientras que ella era una reconocida actriz de variedades.
De hecho fue actriz ya de bebé, cuando actuaba como recién nacida en la compañía teatral que tenía su familia. La intérprete había sufrido un ictus el pasado 19 de abril y había tenido que ser ingresada varios días. Esta mañana a las 8.50 ha tenido una crisis de la que no han podido sacarla los servicios de emergencia.
Rame nació en el pueblo de Parabiago (provincia de Milán) en 1929. Empezó con 20 años a trabajar en el teatro y a partir de de su boda con Dario Fo en 1954 se reinventa en el mundo de los escenarios. En 1958 fundó junto con su marido la Compañía Dario Fo-Franca Rame y desde entonces escribieron juntos decenas de obras y alcanzaron un éxito que compaginaron con la movilización política.
Quienes estuvieron cerca del dramaturgo y actor Dario Fo saben que la vida de Franca Rame ha estado ligada a él hasta el punto de que era una continuación de la de la suya. Quienes le conocen profundamente, saben que la vida de este hombre no tiene sentido sin su mujer. Él era el primero en dejarlo claro, hasta el punto de que cuando le concedieron el Premio Nobel en 1997 insistió hasta la pesadez en que quería recoger el galardón junto a Rame, argumentando que su obra no sería la que era sin la mujer con la que tantas obras había escrito. Una obra que el jurado de los Nobel premió “porque, según la tradición de los comediantes medievales, fustiga el poder y restaura la dignidad de los humildes. Con una mezcla de risa y seriedad abre nuestros ojos a los abusos e injusticias sociales”.

Escribieron juntos decenas de obras y alcanzaron un éxito que compaginaron con la movilización política
Franca animó a Fo a que el dinero del premio, en torno a unos 150 millones de pesetas, se utilizara para crear una fundación llamada El Nobel de los Desvalidos. Desde ese organismo llevaron a cabo acciones como la compra de autobuses para transportar discapacitados. Finalmente la aventura terminó mal porque Rame y Fo vieron que no se utilizaba el dinero en lo que ellos querían. No ocurría así cuando actuaban para recoger dinero que les permitiera a los obreros seguir con sus luchas. “Respaldamos la ocupación de las fábricas por varios meses y los empleados se mantenían con nuestra ayuda. La taquilla de cada noche era para comprarles arroz, vino, todo lo que necesitaban”, comentó Rame a sus compañeros de Remiendo Teatro.
Rame, trabajó ininterrumpidamente con Fo desde 1957 y a partir de 1959 con su compañía estable representan Los arcángeles no juegan a las máquinas de petaco (1959), Tenía dos pistolas con los ojos blancos y negros (1960), Quien roba un pie es afortunado en amores (1961), Isabela, tres carabelas y un charlatán (1963), Settimo ruba un po' meno (1964), La culpa siempre es del diablo (1965), La signora è da buttare (1967)
En 1963 participa en Canzonissima, programa en el cual, también junto a Fo, representan varias escenas que denuncian las irregularidades del sistema político; sin embargo, el programa es censurado y ellos prefieren interrumpirlo para no tener que silenciar sus ideas: a partir de entonces y durante más de veinte años, la pareja no aparecerá nunca en la televisión. Pero sí se convirtieron durante décadas en azote de los poderosos y sobre todo de la Iglesia, el ejército, la policía represiva y Berlusconi. De hecho fueron procesados cuarenta veces por delitos de opinión y las peores consecuencias de aquella persecución las sufrió Franca Rame. Cuando representaban Aquí no paga nadie en la Palazzina Liberty de Milán, Franca fue secuestrada por un grupo de extrema derecha y fue violada brutalmente, llegando a romperle el brazo y dejarla con múltiples e importantes heridas. Ocurrió en los años setenta, en una época en la que su reivindicativa obra fue emulada en la vida real por grupos de mujeres que asaltaron supermercados. El juicio que hubo para castigar ese delito prescribió. Al lado de ese escándalo, que en 1980 les negaran la entrada en Estados Unidos por tener contactos con una organización que apoyaba a presos políticos suena a poco.
A partir de 1968 el matrimonio crea un colectivo teatral independiente que girará por Italia en los circuitos de teatro alternativos con sus propios textos. Ella no sólo fue su compañera durante más de medio siglo, también era la musa, su actriz de cabecera, su representante y coautora de muchas de sus piezas. También escribió textos sobre la condición femenina como Tengamos el sexo en pazPareja abierta o La madre pasota, algunos de ellos escritos conjuntamente con Fo. Rame siempre sostuvo que las gentes de la cultura tenían la obligación de manifestarse: “No pueden quedarse cruzados de brazos, no deben esconderse. No está permitido a los intelectuales, que se consideren como tales, mostrarse indiferentes”.

No pueden quedarse cruzados de brazos, no deben esconderse. No está permitido a los intelectuales, que se consideren como tales, mostrarse indiferentes”.
Franca Rame
Sobre su relación con Fo afirmó en una entrevista: “Desde hace más de cincuenta años vivimos juntos, de la mano vamos y a veces, a patadas, como sucede en cualquier familia que se respete, pero nos hemos querido mucho”. En esa misma entrevista con Remiendo Teatro afirmó: “Comencé a actuar a los ocho días de nacida, en los brazos de mi madre. Soy una hija del arte. Lo he hecho todo. Yo no escogí la profesión, me encontré metida en ella, y cuando he comprendido que podría haber hecho mejores cosas en la vida, era ya una señora anciana. Sigo en esta profesión porque a través ella puedo difundir los discursos en los que creo. A mí, ser actriz por ser actriz no me interesa, me interesa el discurso político que hago circular”. La pareja tuvo un hijo: Jacopo, escritor y periodista, del que se representa estos días en el Teatro de Bellas Artes de Madrid La terapia definitiva (basada en la obra Cerebros verdes fritos), interpretada y dirigida por Fernando Cayo.
En España son muchos los profesionales que han puesto en pie obras de la pareja o de Rame, siempre traducidas por Carla Matteini, biógrafa de Fo. Al margen de las escritas sólo por Fo, los textos de Rame han sido puestos en pie por profesionales de la escena como Juan Margallo y Petra Martínez (están haciendo en estos momentos La madre pasota), Magüi Mira, Emilio Hernández, Ángel de Andrés (Pareja abierta), Charo López y José Carlos Plaza (Tengamos el sexo en paz), y muchos muchísimos monólogos, de ella, a veces firmados con Fo, que han sido interpretados por grandes actrices como Esperanza Roy, Rosa María Sardá, Anabel Alonso y muchas otras.

PRENSA. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (30 mayo 2013):

jueves, 30 de mayo de 2013

POESÍA. "Cástor y Pólux". Josefa Parra (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1965)

Josefa Parra

Cástor y Pólux
Como  bellas estatuas gemelas.
Los nombres se entrelazan sin recato.
                                                           Desnudos,
bien sé que la locura os posee igualmente,
que las mismas salvajes laderas os recorren
los cuerpos adorables, oscurísimos cuerpos
donde el rizado vello se vuelve en contra mía
con el olor del ámbar y del lirio silente.

Os amo desde el borde del miedo.

PRENSA. "Abajo no está arriba, ni arriba está abajo". José María Izquierdo

José María Izquierdo
   En "El País":

Abajo no está arriba, ni arriba está abajo

Quienes dirigen el mundo han acabado por robarnos el juicio y las palabras. Se divierten con ellas y nos subvierten su significado. Esta tergiversación de ideas, sujetos y verbos impregna todo lo que tocamos

 28 MAY 2013

Vemos a José K. inmerso en un trabajo que ahora conoceremos, más concentrado y afanoso que nunca, sin prestar atención a su emisora de siempre, rumor de fondo en su costroso transistor. Ha optado por quedarse en la mesa de la cocina —única, por otra parte— en el muy modesto tabuco en el que agota sus años de vejez. Íngrimo en su rincón, alejado de ruidos externos perturbadores, nuestro hombre avanza en su labor. José K., impactado por esta vuelta al siglo XX, o quizá al XIX, o al XVIII, o incluso al XVII o el XVI, a los que nos lleva el ministro Wert y su vuelta a la asignatura de religión, ha decidido preparar un esquema para un próximo libro sobre la materia que se podría dar, por ejemplo, en todos los centros de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Ya lleva pensados algunos capítulos. Tal que la Historia del Vaticano. Ha quedado para más adelante la descripción sobre algunas fruslerías recientes como la del banco Ambrosiano y el ahorcamiento de Roberto Calvi, que se ha quedado enredado José K. en aquellos memorables días en los que los cardenales, directamente, se asesinaban los unos a los otros mientras ponían al frente de la Iglesia a hijos, hijas, queridas y mantenidos. Otro capítulo entretenido podría tratar sobre la Santa Inquisición, métodos y utensilios de tortura, tan eficaces para arrancar senos, romper brazos o arrancar jirones de carne con el misericordioso fin de salvaguardar la fe verdadera: los aplastacabezas, la bota española, el cepo, la cuna de Judas, la silla del interrogatorio, el potro. Por último, está pensando en cómo explicar con detalle el impúdico apoyo de la jerarquía católica a la mugrienta cruzada de Francisco Franco, aquel glorioso general que tras fusilar a miles de españoles entraba en las catedrales bajo palio y al que los cardenales rendían pleitesía medieval. ¡Claro que es conveniente que nuestros infantes estudien tan piadosas gestas!
La sintonía del boletín informativo le saca de su ensimismamiento, cual perro de Pavlov, y presta oídos a la actualidad. En mala hora lo hiciera, que otra vez se le revuelven los higadillos y la pajarilla se le arrebola por los adentros. Porque quienes dirigen el mundo han acabado por robarnos, además, el juicio y hasta las palabras. Se divierten con ellas y nos subvierten su significado para que justicia siempre sea lo que les beneficia a ellos y delito lo que a ellos les perjudica. La misma piedra es una joya cuando sale de sus manos, y un simple pedrusco cuando llega a las tuyas. De su lado los campos feraces, del nuestro el barbecho. La culpa, finalmente, como el fracaso, son siempre nuestros, que la recompensa y el éxito siempre premian a los suyos.

José K. quiere que la asignatura de religión incluya la Inquisición
y el apoyo a Franco
De Wert y la asignatura de Religión, verbigracia, hablábamos. ¿Es una muestra de arcaico y retrógrado clericalismo esa imposición? No, en absoluto. Es anticlericalismo rancio y añoso oponerse a ella. ¿Queda claro? Este malabarismo de conceptos, esta tergiversación de ideas, sujetos, verbos y predicados impregnan todo lo que tocamos. ¡Cómo será de obvio y manifiesto el hurto, la ratería, el latrocinio, que hasta una princesa —¡una princesa, allá en las alturas!— se ha dado cuenta de la existencia de tanto vampiro!
Insta José K. a seguir el razonamiento de Slavoj Žižek a propósito de la condena en Rusia a las Pussy Riot: “Hay dos tipos de cinismo, el cinismo amargo de los oprimidos que desenmascara la hipocresía de aquellos en el poder, y el cinismo de los propios opresores que violan abiertamente sus propios principios proclamados”. ¿Piden ustedes muestras? Con gusto. Fíjense qué enorme violencia la de esas decenas de ciudadanos que se acercan —solo se acercan— a la vivienda del señor ministro de Justicia a pegarle cuatro gritos y enseñarle unas pancartas. Intolerable, claro: una terrible coacción a la libertad del ministro y de su familia. Por contra, cuánta paz encierra la decisión de Alberto Ruiz-Gallardón de negar a la madre que haga lo que crea conveniente con su vientre. Qué ausente de violencia se muestra la decisión del ministro y todo el Gobierno de obligar a esa madre a convivir —ya sea un día o 30 años— con un ser no querido, haya nacido o no con tal o cual enfermedad. ¿Esos católicos que tanto presumen de amar y respetar al prójimo, por qué obligan —sí, obligan con la violencia de la ley— a tener que aceptar sus creencias sobre algo tan alejado de las competencias de los obispos como la biología? Porque el adusto Antonio María Rouco Varela no parece ser un experto investigador de zigotos, mórulas, blástulas y embriones.
¿Cómo es posible que luzcan como grandes genios de las finanzas esos egresados de carísimas escuelas de negocios, que día sí y otro también inventan productos financieros a cuál más complejo para que los bancos que les pagan —con obscena generosidad— puedan engañar más y mejor a sus usuarios y guapear sus socaliñas? ¿Por qué la culpa es del incauto endeudado que se pringó de por vida, se pregunta José K. al borde de la apoplejía, y no del delincuente que vendía basura envuelta en papel dorado? Loado y listísimo quien vendió engaños; culpable, malquisto y bobón quien los compró. Con gran dolor ha observado nuestro hombre que los segundos andan ahora rebuscando yogures caducados en las basuras de los supermercados, mientras los primeros siguen mandando, dirigiendo y ordenando la circulación. Y además, insultan a los más angustiados y empobrecidos: manirrotos, les dicen. Imprudentes, les afean.

Lucen como genios de
las finanzas quienes inventan productos para engañar a los usuarios
Así llegamos a que los jubilados sean unos insensatos que ponen en peligro el equilibrio financiero del mundo occidental porque piden, gentuza insolidaria, que no les bajen su ya magra pensión o, al menos, que se ajusten a la subida del IPC. Pero en cambio, qué injusto y disolvente —cosas de rojos irredentos— exigir, supongamos, una tasa a las operaciones financieras, una décima de más en las Sicav, o un mayor control fiscal a las grandes fortunas. ¿Qué tal si apretamos un poco las desorbitadas ganancias de ciertos empresarios textiles —espejos de emprendedores— que hacen blusitas en edificios infectos de Bangladesh? Ya sabe José K., ya, que es muy feo decir estas cosas. Una grosería, una muestra de intemperancia. Lo que le asombra es que sea mucho peor denunciar el crimen que cometerlo. Porque los culpables, no hay más que tener ojos, son quienes promueven o mantienen con su acción o falta de ella, tantas y tantas injusticias. Y no, en absoluto, los damnificados por ellas o quienes, adoloridos, claman contra tanta infamia.
Y ahora, en medio de todos estos desmanes, surge un doloroso trabajo extra, que hay que ver lo acongojados que están Gobiernos y banqueros porque acaban de descubrir que en el mundo existen, qué sorpresa, ciertos lugares de nombres encantadores donde unos desaprensivos depositan miles de millones de euros, sin pagar por ellos ni un céntimo en impuestos ni cosa que se le asemeje. Los llaman, qué bonito, paraísos fiscales. Y es allí donde al parecer, los pobres del mundo guardan sus ahorros. ¡Cuánto trabajador, cuánto pequeño empresario, cuánto autónomo esconde sus miles de millones en las islas Jersey, por citar una simpática localización! Avariciosos y canallas que privan a sus conciudadanos de unos impuestos que permitirían, por lo menos, acabar con la pobreza.
Porque quién va a creer —anatema— que son esos mismos banqueros y esos mismos gobernantes que tanto sufren —pobres— y que tanto se preocupan por nosotros, los culpables de esa infamia, de esa indecencia cósmica. Oh, no, de ninguna manera, se dice José K., sonrisa de hiena, que anoche, antes de poner término al detallado libro para Wert, había echado un vistazo, una vez más, a su muy querida Alicia:
—Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca.
—Oh, eso no lo puedes evitar. Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
-—¿Cómo sabes que yo estoy loca?
—Tienes que estarlo, o no habrías venido aquí.
(Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll).

PRENSA CULTURAL. Sobre Alice Munro. Antonio Muñoz Molina

Muñoz Molina

   En "El País":

Nadie como ella

La rigidez moral de los 50 está presentes de un modo u otro en las historias del último libro de Alice Munro, 'Dear life'

 8 DIC 2012

Al final o cerca del final de casi cada cuento de Alice Munro hay que regresar al principio. Un quiebro ha sucedido y la historia ha cambiado de dirección tan bruscamente como si uno hubiera saltado unas páginas y se encontrara leyendo otro cuento; algo queda tan inexplicado que uno vuelve a las primeras páginas en busca de un nombre o de una información clave en la que no reparó; o simplemente uno vuelve al principio por el gusto de leer entera otra vez la historia, por el placer de observar con qué astucia y en cada momento pequeños indicios fueron señalando —para quien prestara la debida atención— que en realidad el cuento era otro cuento, que por debajo de lo dicho discurría un caudal subterráneo que es el rumor que le avisa a uno de que la literatura se escribe callando no menos que contando, y que más allá de lo que vemos y escuchamos y de lo que descubrimos en momentos singulares de lucidez o perspicacia hay cosas que no sabremos nunca, espacios en blanco a los que no llegan el conocimiento ni el recuerdo y que sería fútil rellenar con ficción.
Una mujer mayor que ha tenido algunos problemas de memoria sin importancia llega al barrio desconocido para ella en el que está la consulta del médico y descubre que ha olvidado en casa el papel donde apuntó el nombre. Un veterano vuelve de la guerra en el verano de 1945 y cuando después de un largo viaje a través de Canadá le falta menos de media hora para llegar a su pueblo salta del tren en marcha, aprovechando que ha reducido mucho la velocidad en una curva, y se acerca a una granja en la que vive una mujer sola. Un ama de casa joven que ha publicado por primera vez unos poemas en una revista es invitada a una fiesta de escritores en la que nadie le hace caso y se emborracha tanto que tiene que sentarse en el suelo, y un desconocido la ayuda a levantarse y la lleva a casa, y cuando ella va a salir del coche él le dice que ha tenido la tentación de besarla. Una maestra muy joven viaja en mitad del invierno hacia su primer trabajo en un sanatorio para niños tuberculosos que está cerca de un lago helado. Un arquitecto joven, casado, con hijos, se hace amante de la hija de un potentado local, y durante años él y ella han de pagar el dinero del chantaje que les hace una criada que descubrió el enredo por casualidad. Un niño ve que su hermana mayor está a punto de ahogarse en una laguna y corre a pedir ayuda y luego no recuerda por qué motivo se sentó en los escalones a la entrada de su casa en lugar de golpear la puerta. Una mujer casada con un hombre doce años mayor que ella recibe a una vendedora de cosméticos a domicilio, y cuando el marido, un profesor, un poeta célebre, vuelve a casa, él y la vendedora se quedan hechizados mirándose porque tuvieron una historia de amor muchos años atrás, cuando él era soldado y estaba a punto de partir para la guerra.
Los años de la II Guerra Mundial, los tiempos oscuros de la Gran Depresión, la rigidez moral de los cincuenta, el gran cambio que sobrevino muy poco después, están presentes de un modo u otro en las historias del último libro de Alice Munro, Dear life. El contraste del ayer lejano y el ahora ha sido siempre uno de sus motivos centrales, y con él la brusquedad de los cambios, en las costumbres y en las vidas, la libertad conquistada o encontrada, sobre todo para las mujeres, y junto a ella una desolación o una crudeza que habrían sido como el reverso inevitable de todo lo que se ganó: las calles vacías y las tiendas cerradas en el corazón de las pequeñas ciudades arruinadas por la omnipresencia del coche y de los centros comerciales; los viejos que ayer mismo eran fuertes y jóvenes extraviados en espacios impracticables que no comprenden; los nombres y las vidas de los muertos que se disuelven rápidamente en un olvido que será definitivo cuando desaparezcan también los últimos que los recordaban, o cuando el Alzheimer les vaya borrando la memoria.
En libros anteriores, incluido el penúltimo, Demasiada felicidad, Alice Munro se ha movido con solvencia entre un mundo y otro, entre el presente observado con un máximo de agudeza y los pasados sucesivos que se remontaban hasta su infancia e incluso más atrás, hasta la memoria de los emigrantes escoceses que viajaban a Canadá en el siglo XVIII dispuestos a sobrevivir en circunstancias durísimas, en un continente de llanuras sin límite y de inviernos polares. Nacida en 1931, ella tuvo tiempo de conocer la aspereza de aquellas vidas, antes de la prosperidad que trajo por primera vez la guerra, antes de la calefacción central, los electrodomésticos, las autopistas, la fiesta del consumo mezclada con la alegría de la emancipación sexual.

A los 81 años es lícito que en sus historias las inventadas y las otras prevalezca el pasado
Ahora, a los 81 años, es lícito que en sus historias, las inventadas y las otras, prevalezca el pasado. Eso no quiere decir que Alice Munro capitule a la nostalgia. Incluso su agudeza es ahora más afilada porque ha ido todavía más lejos en el despojamiento de su escritura, que ahora tiene brevedades lapidarias, frases comprimidas sin verbo y párrafos que consisten en una sola palabra y un punto y aparte. Una palabra del todo común o un nombre propio le bastan para titular la mayoría de los cuentos: Amundsen, Gravel, Haven, Pride, Corrie, Train, Dolly, Night, Voices. En cada uno de ellos están las fronteras visibles o secretas a las que se asoma cualquiera en su vida, las que se dejan atrás y las que nunca llegan a cruzarse, las que separan desde el nacimiento a los seres humanos, en pobres y en ricos, en hombres o mujeres, en atrevidos o cobardes; la frontera entre el que vive en la ciudad y quien ve sus luces desde lejos, entre el momento anterior a un encuentro definitivo y lo que viene después, entre los actos imaginados y los actos cumplidos, las palabras dichas y las que se quedan en el silencio.
En la última sección del libro, Alice Munro, que ha construido tantas ficciones con los materiales de su biografía, decide atenerse a unos cuantos recuerdos explícitos, cuatro estampas separadas entre sí que tienen algo de confesión y de despedida: “… las primeras y las últimas cosas —y también las más fieles— que tengo que decir sobre mi propia vida”.
No son grandes experiencias, o no aparentan serlo. Ni siquiera son historias con tramas definidas, con principio final. Casi nada sucede en ellas, salvo las sensaciones de la infancia, esa mezcla de percepción muy viva e información fragmentaria que llena de misterios unas veces confortadores y otras amenazantes la vida de un niño. Y la lectura que piden no es la de la prosa sino la de la poesía: un regreso al principio después del final, una revelación de algo que no se agota porque está en las palabras y un poco más allá de ellas.
www.antoniomuñozmolina.es

PRENSA CULTURAL. Sobre Diderot. Fernando Savater

Fernando Savater

   En "El País":

El ilustrado pragmático

Denis Diderot continúa gozando de prestigio en el mercado de valores intelectuales actual

 21 MAY 2013

Denis Diderot es quizá la figura destacada de la Ilustración que sigue contando con mayores simpatías entre quienes hoy todavía se consideran ilustrados. Voltaire fue sin duda un gran señor de las letras —“¡como yo!”, se ufanó Nietzsche, no sin peligro para ambos—, pero ahora ese rasgo aristocrático se vuelve contra él, lo mismo que sus astucias de inversor que se benefició indirectamente de la trata de esclavos; y si vamos a Rousseau, sirve igual para defender luces democráticas como sombras comunitarias contra el teatro o el individualismo. ¿Y qué decir del insigne Montesquieu, que muere o resucita según le peta al politicastro de turno que quiere darse lustre a su costa?
Sin embargo, Diderot continúa gozando de prestigio en el mercado de valores intelectuales actual, que por otra parte dista de ser el Juicio Final. En lo personal, cuenta con pergaminos hoy inatacables, porque fue libertino pero trabajador (¡le debemos nada menos que la Enciclopedia, coño!), descreído pero lleno de fe en las Luces, un racionalista escéptico y romántico, tan científico como Eduardo Punset y tan sentimental como Corín Tellado. Estuvo en la cárcel por sus ideas, aunque aduló prudentemente a veces a quien podía ayudar sus empresas. En lo ideológico fue materialista y libertario como el que más (¡más que el que más!), pero se habría horrorizado de llegar a saber que la figura de su heredero no saldría de las sombras del futuro llevando en la mano el fanal de la razón, sino una cabeza cortada chorreando sangre. Lo describe bien Félix de Azúa en su reciente Autobiografía de papel (libro que, por cierto, tiene algo de reparto de premios fin de carrera). Diderot fue, es y creo que seguirá siendo un tipo simpático. Este año, con motivo del tricentenario de su nacimiento, se han multiplicado las publicaciones sobre él, como Diderot ou la bonheur de penser (Fayard) de Jacques Attali o Diderot, un diable du ramage (Gallimard) del maestro Jean Starobinski, su mejor conocedor.
También acaba de hacerse pública en España una razón más para mantener nuestra estima por él. Se trata de un escrito de circunstancias, de esos que suelen nacer al calor de las urgencias del momento y que pasan de moda con igual rapidez… salvo que las vueltas y revueltas de la historia lo traigan de nuevo a la actualidad que, como ya sabemos, suele ser “rabiosa”. El escrito es su Carta sobre el comercio de libros (ed. Seix Barral), con prólogo de Sergio Vila-Sanjuán y un estudio de Roger Chartier. Responde a una petición del gremio de libreros parisinos en defensa de las garantías de su comercio y va dirigida al magistrado encargado de la Librería (algo así como la actual Dirección General del Libro), que era entonces Antoine Gabriel de Sartine, al que algunos conocemos como personaje de la serie de novelas policiacas ambientadas en el Siglo de las Luces, invariablemente excelentes, de Jean-François Parot.
Diderot no es un entusiasta de los privilegios de los gremios ni de cualquier cortapisa a la libertad de comercio, pero entiende perfectamente que la única forma de que un autor sea remunerado por su trabajo —y por tanto pueda crear en libertad no tutelada por mecenas— es proteger los derechos de los editores que compran su obra de parásitos imitadores que vendan a menor precio lo que otros consiguieron según trato justo. Su pragmatismo ayuda a sus principios, para facilitar su cumplimento más allá de la retórica. Este razonado alegato, una bella pieza ilustrada, demuestra que las asechanzas que hoy padece la creación cultural no son espejismos de quienes no entienden la modernidad, sino la continuación de un combate contra los que desde antaño pretendieron malversarla en su interés. Y nos deja algunos axiomas imprescindibles, como que “el autor es dueño de su obra o no hay persona en la sociedad que sea dueña de sus bienes” y que “el derecho del propietario es la verdadera medida del derecho del comprador”. Gracias, viejo maestro.

miércoles, 29 de mayo de 2013

POESÍA. "Ariadna recuerda". Josefa Parra (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1965)

Josefa Parra


ARIADNA RECUERDA

Ahora que un dios habita mi carne y que sus manos
hacen crecer planetas y estrellas en mis hombros,
pienso en ti, hombre sin puerto,
pérfido hombre, en tus manos
de arena y de miseria.
Cambiaría los días inmortales
por un gesto, una mueca de tus labios, 
oh Teseo fugaz. Lo cambiaría
todo por regresar al laberinto,
por tocar una vez tus turbios dedos
para darte el ovillo.

PRENSA CULTURAL. Entrevista a Felipe Benítez Reyes, sobre su nuevo libro de relatos: "Cada cual y lo extraño"

Felipe Benítez Reyes
   En "El Día de Córdoba":

"Todos tenemos que asumir algunas patologías como si fueran normales"

El roteño regresa con 'Cada cual y lo extraño', un libro de relatos sobre los malentendidos de las relaciones humanas. La obra se estructura como un calendario donde cada mes es un cuento .
BRAULIO ORTIZ | ACTUALIZADO 28.05.2013Cada cual y lo extraño, el nuevo libro de relatos de Felipe Benítez Reyes, se plantea como un calendario que cada mes recoge una peripecia distinta de ese cruel, bello y desconcertante ejercicio llamado vida. Enero, descrito en el cuento El mago y los ojos, ya anticipa la posición única que elige el autor roteño para ahondar en las vicisitudes de lo humano. Un niño descubre que su padre saldrá como rey mago en la cabalgata, una noticia que le produce alivio, lejos de ese recelo que experimentaba en otras noches de Reyes "al pensar que tres viejos entrarían en casa, con tufo a sudor de camello y con el polvo de los desiertos de Oriente impregnados en las vestiduras (...), inmortales y ubicuos, sagrados, en fin, y tétricos". Pero el humor de aquella inocencia profanada se quebrará en un giro amargo: el relato es, en realidad, una reflexión sobre el rencor y el desengaño, sobre el terror y la imposibilidad de redención. La obra, publicada por Destino, se revela como una galería de escenas envenenadas: unos meses después de presentar Las identidades, en el que Benítez Reyes conmovía con la hondura y honestidad de sus poemas, el roteño regresa a las librerías en su faceta de narrador, retomando ese humor brillante y socarrón que siempre ha compaginado con una extraña piedad hacia sus personajes. 

-En sus relatos vuelven a convivir la crueldad y la compasión, el humor y la añoranza. 

-Son como la vida misma. Creo que el hilo que pueden tener los relatos es la conmiseración por la condición humana, un afán por interpretarla. No somos héroes, no somos villanos, hacemos lo que podemos, y cada uno se entiende con su pensamiento de la mejor manera posible. 

-Aquí la mayoría de las relaciones de pareja se enfrentan a una crisis o a la ruptura, los vínculos familiares están marcados por la traición o el resentimiento. 

-Yo creo que las relaciones humanas, la mayoría al menos, se basan en malentendidos. Nunca se sabe qué esperan los demás de nosotros, y tampoco sabemos muy bien qué esperamos de los demás. Vivimos en micromundos, y esos micromundos acaban colisionando. Hay puntos en común, pero también muchos puntos de fricción. 

-En el episodio de la cabalgata de Reyes habla de "esa tristeza de fondo de las celebraciones pueblerinas". ¿Es una impresión que usted ha tenido? ¿Hay en Cada cual y lo extraño ajustes de cuentas con el pasado? 

-Yo no hago nunca autobiografía en sentido estricto. No porque me parezca mal, porque es un recurso como cualquier otro, pero la autobiografía en la ficción me provoca un conflicto. Prefiero irme más hacia el lado de la ficción. Por supuesto que uno juega con percepciones que ha experimentado, con algunas anécdotas, que son las que suelen generar las historias, pero siempre, digamos, la realidad en lo que yo escribo de ficción es un punto de partida, no un punto de llegada. Además, el mérito de la ficción es, a fin de cuentas, darle la verosimilitud de algo que has vivido. Ése es el desafío de escribir, que las situaciones imaginarias, ficticias, que uno pone en juego acaben pareciendo reales. 

-Incluso cuando son disparatadas: ese homenaje que se monta en el jaleo del Carnaval, con la colocación de un busto y la suplantación de las autoridades, para cumplir el sueño de una anciana, es desternillante. 

-Todos tenemos que acabar asumiendo una serie de patologías como si fueran normales. Vivimos en un parámetro de realidad que no siempre se corresponde con lo real. Lo que a nosotros nos parece lo correcto, visto desde fuera, puede parecer anómalo. El trastornado no tiene conciencia de su trastorno. A mí me gusta jugar con esos personajes que se mueven en ese límite de la realidad, hasta el punto de que si dan un paso más caen en un abismo. Me atrae ese estar con un pie en el abismo y el otro en tierra firme. 

-No termina de explicar del todo las actitudes de algunos personajes, como si no le interesara atar todos los cabos. Nunca se sabe, por ejemplo, por qué se fugaba a la capital ese viejo en el capítulo de octubre. 

-Me gusta no explicar mucho. Pienso que ésa es la característica del cuento, que tan importante es lo que se cuenta como lo que no se cuenta, lo que se deja a la imaginación del lector. Para ser un buen cuento, éste tiene que provocar un efecto de reverberación en la conciencia del lector. Si el cuento muere en sí mismo, mala cosa. Debe tener al menos dos vidas. 

-Ese escenario de la Rota trastocada por la base norteamericana está muy poco explotado en la literatura, pero es un mundo que da mucho juego. 

-Curiosamente, a mí me cuesta más trabajo: son tantos los datos que tengo... Alguien de Sevilla puede escribir una novela sobre Florencia, pero le cuesta luego describir Sevilla en un libro. Con la Rota de esos años me ocurre eso. Por una parte, no tengo conciencia de exotismo, para mí ese paisaje era normal. De niño, cuando iba a algún pueblo vecino, me extrañaba que los coches fueran tan pequeños, porque dos coches americanos aparcados ocupaban una calle. Y también me parecía raro que no hubiese pandillas de moteros, o rótulos en inglés. Para mí la vida era aquello, y transformar eso en ficción me exigía un esfuerzo para no contarlo desde el pintoresquismo, sino desde la realidad. Siempre tengo el pudor, el prejuicio, de que voy a hacer un relato costumbrista aunque sea con elementos cosmopolitas. 

-Los meses de verano no le han salido muy festivos. Ese retrato del crucero es para pensarse lo de embarcarse en alguno. 

-Solamente fui una vez a un crucero. El detonante fue un detalle mínimo: vi a una pareja joven que se había enfadado y que no se hablaba. Pensé que era un mal sitio, un barco, para una disputa de pareja. A partir de ahí surgió el cuento. Y luego estaba ese mundo laberíntico de bares y restaurantes, en el que subes y bajas y nunca sabes muy bien dónde estás. Te sitúas el quinto día, cuando ya te tienes que ir. Ya ve, siempre parto de una anécdota mínima: veo algo y lo interpreto. Lo que inspira mis ficciones son detalles muy pequeños, si me cuentan una gran historia soy incapaz de aprovecharla como material de ficción. Pero luego un simple gesto puede activar toda la maquinaria de mi imaginación. 

-Noviembre le ha quedado entrañable, con ese Don Juan Tenorio representado por los internos de un asilo. 

-Es el relato bonito del libro en el que, sí, hay mucha ternura. Un amigo daba clases de teatro para mayores, y me comentaba algunas cosas, que paraban para merendar y que las mujeres llevaban bizcochos. Yo quería hacer un relato sobre la representación del Tenorio y ahí di con la clave, lo situé en un centro de mayores. 

-¿Su servicio militar fue parecido al que narra? 

-Ese relato sí es autobiográfico. El brigada era un amante de las enciclopedias y me preguntaba cosas como los metros cuadrados de una isla que ni siquiera conocía. Lo que no es real es ese reencuentro que se da luego, pero me interesaba la contraposición de los dos mundos: un mundo de guiñol, el mundo del uniforme, donde él puede dar órdenes, y luego sale a la calle y es un pobre hombre que está arrastrando dos chiquillos que lloran...