viernes, 7 de mayo de 2010

PRENSA CULTURAL. "Alicia in Westminster", por Saki. Dibujos de Francis C. Gould

Uno de los dibujos de Gould

En "El Día de Córdoba".

Alicia en las colonias de los bóers

Publicadas en español las sátiras bélicas de Saki inspiradas en el libro de Lewis Carroll

Alejandro V. García
Actualizado 19.03.2010

En 1901, con el imperio británico encerrado en el laberinto de la segunda guerra de los bóers, Alicia, el personaje soñado por Lewis Carroll en 1865, fue convocada urgentemente con idea aclarar ante la opinión pública las responsabilidades de aquella desatinada contienda bélica. Y Alicia regresó de la mano de casi toda la cohorte de personajes ya conocidos: la Reina, el Rey, el Conejo Blanco, el Duque, la Duquesa, la Oruga, el Sombrerero Loco, el Lirón, la Liebre de Marzo, etcétera. La misión que se les encomendaba era tremenda: desentrañar ante los británicos los fundamentos del colonialismo.
En 1887 los buscadores de oro habían encontrado en Transvaal, una de las dos repúblicas del África meridional colonizadas por los neerlandeses, un importantísimo yacimiento. La voz se corrió y miles de colonizadores británicos residente en las vecinas colonias de El Cabo y el Natal, cruzaron las fronteras en busca de riqueza. Acudieron tantos británicos que el tamaño de la ciudad de Johannesburgo explotó y se transformó en un núcleo de infraviviendas. La presión de los colonos británicos para echar a los bóers se sustanció incluso en un fallido golpe de Estado. La guerra era inevitable.
En 1899 los neerdanleses comunicaron a los británicos que disponían de 48 horas para retirar todas sus tropas de la frontera de Transvaal, de lo contrario la república les declararía la guerra. Los dos años de combates fueron desastrosos. La euforia bélica inicial fue sustituida por la apatía e incluso la indiferencia. El alargamiento de la guerra costó la vida a 22.000 soldados británicos (de los cuales 7.792 causaron baja en batalla y el resto por enfermedad), entre 6.000 y 7.000 soldados de los bóers y de 20.000 a 28.000 civiles de los bóer. Y aunque era una pendencia entre colonos blancos por unas minas de oro, 20.000 africanos negros perdieron la vida.
Ante este panorama desgarrador y confuso, el escritor Hector Hugh Munro y el dibujante Francis Carruthers Gould decidieron convocar a Alicia para esclarecer las claves políticas que habían conducido al sangrante atolladero. La cita fue en las páginas del periódico liberal The Westminster Gazette. Entre julio de 1900 y enero de 1902 el rotativo británico publicó una estupenda colección de textos ilustrados en la que los célebres personajes del libro se encarnaron, bajo la mirada perpleja de Alicia, en algunos de los gobernantes sobre los que recayó el sostenimiento de la guerra.
La serie, de entrada, supuso un hito en la historia de la literatura pues fue la primera vez en que Munro adoptó el sobrenombre con el que ingresaría en la letras británicas, Saki. El dibujante, por su lado, también siguió el espíritu de la parodia y sus caricaturas se inspiraron en los dibujos de la edición original de Alicia de John Tenniel.
Las crónicas de Alicia en Westminster se traducen ahora por primera vez al castellano de mano de Juan Gabriel López Guix, autor también de la espléndida edición de los Cuentos completos de Saki aparecida en la misma editorial, Alpha Decay. Son muchas las razones que hacen recomendable la lectura de estas singulares crónicas sobre Alicia enfangada en los vericuetos de la guerra de los bóers y los excesos del colonialismo. La primera, desde luego, la literaria, pues permitirá al lector adentrarse en el texto que consagró a Saki y disfrutar de pequeñas clases magistrales de sátira política. La segunda, periodística, pues la Alicia de Saki es una moderna parodia digna del mejor periodismo político. La tercera razón es histórica, pues gracias a la introducción y las notas precisas del editor nos permite a los lectores de hoy reencontrarnos con un capítulo esencial del declive del imperialismo y de la quiebra de las razones que sustentaban las expansiones coloniales. No hay que olvidar que un año antes del fin de la guerra, en 1901, mientras aparecían las crónicas en The Westminster Gazzete, falleció la reina Victoria, representación viva del Imperio. Las documentadísimas notas del traductor han logrado desentrañar el nombre real de cada uno de los personajes caricaturizados bajo el aliento de Alicia en el País de las Maravillas.
Una cuarta razón para defender el interés de la lectura es la presente traducción. El lector encontrará desde la primera página en la parodia de Saki el tono original de la Alicia de Carroll. No es casualidad que el propio López Guix sea el autor de una excelente traducción del texto original de Lewis Carroll publicada en 2002 en Ediciones B. Y la quinta razón es la plástica, pues los dibujos paródicos de Gould reproducidos aquí constituyen por sí mismos un hallazgo independiente y feliz.

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