Menchu Gutiérrez
Pienso toda la noche en el ramo
y en la figura que con la madrugada
se recorta, caída en el jardín.
Vienen con máscara los poderosos mirlos
y hunden sus picos de oro en la sombra humana
¿Y por qué fluye?
Vetas de sangre abiertas
recorren los brazos derribados en la hierba.
Cerca, la leña dispersa
devora su misterio.
¡Fuera verdad el ramo!
¡Pero los ramos se hicieron con manos dormidas!
Finos trazos de tinta
rayan el dibujo del horizonte,
golpeados por el sonido de mi corazón
que tiembla.
* * *
Resplandece la noche
y su mirada es venenosa,
las estrellas montaraces
se arremolinan en torno a los ecos.
La barca va por el río incendiado
prendida en el pulso que nutre mi corazón,
los graves timbales portan el peso de las sombras,
cortejo que avanza por las orillas,
y los remos son ayes
escritos en las llamas.
Mendiga brújula,
la deriva es el susurro
que viene del fondo del mar.
* * *
Brilla contra el corazón
el sol de la muerte.
Acequias duras llevan
la vela bañada en sangre,
ramas y cuerda que ataba la vida.
* * *
El ojo de cíclope
en la corteza del árbol
sobrevuela en círculos mi frente,
como airado mal sueño
perdido en una caracola.
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