En "El País" (30 marzo 2015):
Blog de la biblioteca del IES "Maimónides" (Córdoba). TU BIBLIOTECA: TU CENTRO DE RECURSOS. A las aladas almas de las rosas/ del almendro de nata te requiero,/ que tenemos que hablar de muchas cosas,/ compañero del alma, compañero. MIGUEL HERNÁNDEZ
martes, 31 de marzo de 2015
PRENSA CULTURAL. "Hay 'Drácula' más allá de las cruces"
En "El País":
Hay ‘Drácula’ más allá de las cruces
Fernando Vicente ilustra una edición del clásico que evita algunas imágenes icónicas
MANUEL MORALES Madrid 17 DIC 2014
El ilustrador Fernando Vicente reconoce que "no había leído" el clásico que publicó Bram Stoker en 1897. Sus referencias del conde Drácula eran sobre todo cinematográficas. Este madrileño de 51 años participó en 2012 en una exposición, en A Coruña y Madrid, sobre el centenario de la muerte de Stoker con una ilustración del escritor irlandés y otra de uno de los Dráculas más célebres del cine, Bela Lugosi. Ahí fue cuando la editorial Reino de Cordelia le propuso ilustrar esta novela, y entonces se puso a leerla. "Un año, aunque no de continuo", dice Vicente que necesitó para completar los dibujos de esta bella edición que acaba de ver la luz con la traducción de 1993 de Juan Antonio Molina Foix y un prólogo del filólogo y poeta Luis Alberto de Cuenca.
Este nuevo Drácula contiene unas 40 imágenes grandes, varias de ellas a doble página, y otras 30 pequeñas, incluidas las siluetas que encabezan cada capítulo. En la cubierta del libro hay dos bocas a punto de besarse con un colmillo blanco asomando en una de ellas. Y de ese roce nace de fondo "un río rojo, de sangre", describe el autor de la que define como "una portada mínima". Para estar preparado cuando le llegase la inspiración, Vicente fue tomando notas a medida que leía las aventuras del bebedor de sangre y sus enemigos. Así le fueron viniendo a la cabeza las imágenes que ha distribuido en las 544 páginas del libro. No tenía muchos precedentes en el mundo de la ilustración que le sirvieran de referencia, principalmente una versión en cómic realizada al óleo por Fernando Fernández. Como escribe De Cuenca en el prólogo: "El mundo de la ilustración no ha mostrado tanto interés por este personaje como el cine".
Vicente, también pintor y colaborador en EL PAÍS desde hace 15 años con sus dibujos, intentó huir para este trabajo de las conocidas imágenes cinematográficas del mito que están en el imaginario popular: los vampiros elegantes y repeinados como el mencionado Lugosi o el británico Christopher Lee, el repulsivo Nosferatu, de Murnau; o la versión que dirigió Francis Ford Coppola en 1992 protagonizada por Gary Oldman. "A medida que avanzaba en mi trabajo, en la editorial me decían, '¿pero no vas a dibujar más cruces y ajos?' Pues, no. Y tampoco hay estacas. Además, he preferido no enseñar demasiado el rostro del personaje", subraya, por lo que al vampiro se le ve casi siempre de perfil o entre tinieblas. "Es para mantener cierta curiosidad en el lector".
Lo que sí ha intentado transmitir sin ambages "es la desazón y el ambiente malsano del texto original, de una novela que sigue teniendo vigencia, he querido contar el auténtico Drácula". Para ello ha empleado mucho el color negro, "más del que suelo usar, para reflejar así la noche y las sombras, y el rojo, que remite a la sangre, además del blanco y el gris". Todo con el estilo pulcro y elegante que le caracteriza.
El ilustrador explica que en los pasajes del libro que relatan sueños y pesadillas ha "dejado volar más la imaginación". Mientras que quizás lo más complicado "de esta tarea tan costosa de acometer" ha sido ilustrar la persecución final al príncipe de las tinieblas, resuelta con una doble página en la que un lobo a la carrera alberga en su interior un coche de caballos y una locomotora.
Donde también ha querido dejar su impronta Fernando Vicente ha sido a la hora de dibujar a las mujeres protagonistas de esta historia, Mina Murray y Lucy Westenra, mostradas con cuerpos marfileños y entre transparencias, apetitosas para el monstruo que las quiere poseer. "Y cuanto más cerca están de enamorarse, de caer en los brazos de Drácula, más sensuales las he dibujado".
PRENSA CULTURAL. "'Así empieza lo malo', de Javier Marías, libro del año de Babelia"
En "Babelia":

‘Así empieza lo malo’, de Javier Marías, libro del año de Babelia
"Las novelas deben ser tan ambiguas como la vida", afirma el escritor. Los críticos de EL PAÍS destacan su última obra, una trama de imposturas y secretos durante la Transición
"Mi cardiólogo me va a reñir por salir fumando en las fotos”, dice Javier Marías en su casa de Madrid, la ciudad en la que nació en septiembre de 1951. Su cardiólogo es el doctor José Manuel Vidal, convertido en personaje de Así empieza lo malo (Alfaguara), la novela elegida por los críticos de Babelia como mejor libro de 2014. La elección, cuenta, le ha sorprendido. “Por dos razones. Una, porque este año ha sido excepcional en cuanto a libros importantes de escritores importantes: Marsé, Muñoz Molina, Landero, Cercas, Luis Mateo Díez, Gimferrer en poesía, Ferrer Lerín, Molina Foix, Guelbenzu… No los he leído todos pero alguno mejor tiene que haber. La segunda, porque cada nueva novela la escribo más a tientas y con menos fe. Además, me sorprende que al cabo de 43 años de publicar mi primera novela todavía pueda seguir vigente lo que hago, cuando todo cansa tan rápidamente. De mí debe de estar la gente aburrida”. Cuando se le pide que señale su particular libro del año se decanta por la poesía de Mark Strand, el escritor estadounidense fallecido el mes pasado al que conoció cuando este se trasladó a Madrid. “La poesía”, dice el novelista, “me sigue pareciendo la más alta expresión literaria posible”.
PREGUNTA. ¿Qué ha sido lo más extravagante que ha oído sobre la novela desde que se publicó en septiembre?
RESPUESTA. En una firma de ejemplares una señora me dijo que estaba indignada con el comportamiento de un personaje. Otra le respondió: “Es que el marido...”. Supongo que es bueno que el lector se meta en una novela lo suficiente como para que las vicisitudes de los personajes le sean motivo de aprobación o de indignación. Me sorprende por el tipo de novela que yo hago, que no es de técnica realista, pero me agrada, claro. El mayor elogio que se le puede hacer a una novela es hablar de sus personajes como si fueran personas reales.
P. ¿Por qué sucede?
R. No sé. Yo he intentado poner en esta lo que a mí me interesa de las novelas: ambigüedad moral, pros y contras en los actos de los personajes... Sin juicios por parte del narrador y menos aún del autor. Supongo que ninguno de los personajes sale limpio del todo. Quiero que en mis novelas haya la misma ambigüedad que en el mundo. Las novelas deben ser tan ambiguas como la vida. No sé si esa identificación del lector es extravagante, pero me sorprende.
P. Sobre todo teniendo en cuenta que en la novela hay personajes reales como Francisco Rico. ¿Dan más trabajo ellos o los de ficción?
R. Tanto el profesor Rico como el doctor Vidal son personajes reales ficcionalizados, evidentemente. No se puede pretender que el profesor de la novela sea el mismo que el verdadero, que está en su casa no sé haciendo qué, según él estudiando y creando cosas incomparables, y probablemente es así porque efectivamente tiene cosas incomparables [ríe]. Todos los personajes tienen algo de realidad, y siempre hay algo de uno mismo en todos ellos. Yo tiendo a poner cosas mías en los más desagradables. A veces son meros detalles. Otra persona que vino a esa firma me habló del pastillero con brújula que lleva un personaje y le dije: “Es este [lo saca del bolsillo], fue de un escritor”.

Javier Marías muestra el pastillero con brújula que perteneció al escritor británico Norman Douglas y que aparece en su novela 'Así empieza lo malo'. / BERNARDO PÉREZ
P. ¿De quién?
R. De Norman Douglas. Un inglés que vivía en Capri, gay, muy bon vivant y refinado. Lo compré porque me hizo gracia que fuera suyo y porque yo siempre digo que lo que hago al escribir es errar con brújula.
P. Los enamoramientos partía de un hecho real que le contó una amiga. ¿De dónde parte Así empieza lo malo?
R. No lo tengo claro. No fue una frase, ni una imagen. Tenía interés en hablar de algunos temas. En la novela hay una dimensión colectiva, política, que procuré que estuviera en segundo plano y entreverada con las historias personales porque si no las dimensiones políticas de las novelas no funcionan. En esta hay temas que son frecuentes en mis libros: la imposibilidad de saber del todo nada a ciencia cierta; la conveniencia de contar las cosas o no, la conveniencia de saberlas o no, las consecuencias de contar algo en un momento de arrebato...
P. La novela remite a la posguerra, sucede en 1980 y se cuenta desde la actualidad. ¿Tuvo presente el debate sobre la memoria histórica y la Transición?
R. Sí, al principio hay un capítulo breve, explicativo, sobre la situación en 1980. No quería ser didáctico, pero pensé que no molestaba. Hay mucha gente que ya no sabe cómo eran las cosas entonces.
P. ¿Y cómo eran?
R. Mucha gente echa pestes de la Transición y dice que es la culpable de todo lo que pasa ahora. Demuestra una ignorancia absoluta. En la Transición se hicieron muchas concesiones, pero no había más remedio. La gente ha olvidado que el Ejército, como se vio en 1981, seguía siendo más bien franquista. Pedir responsabilidades habría sido imposible. Con todo y con eso y con las renuncias que eso implica —da rabia porque hay gente que salió impune de cosas horrendas en la guerra y la posguerra—, de la Transición salió, si no el país ideal, uno que se parecía a los demás. Los causantes de los males actuales son los políticos actuales y la sociedad actual en buena medida, no la Transición. La Transición no fue perfecta ni muchísimo menos, pero fue buena, lo único que se podía hacer sin llegar a un enfrentamiento que nadie quería.
20 libros de 2014
1. Así empieza lo malo.Javier Marías. Alfaguara
2. El impostor. Javier Cercas. Literatura Random House
3. José Ortega y Gasset.Jordi Gracia. Taurus
4. Un hombre enamorado (Mi lucha II).Karl Ove Knausgård. Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo. Anagrama
5. Días de mi vida (Vida I). Juan Ramón Jiménez. Pre-Textos
6. Hasta aquí. Wislawa Szymborska. Traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán. Bartleby
7. La hierba de las noches.Patrick Modiano. Traducción de María Teresa Gallago Urrutia. Anagrama
8. El balcón en invierno. Luis Landero. Tusquets
9. Diccionario de la lengua española. RAE. Espasa
10. Como la sombra que se va. Antonio Muñoz Molina. Seix Barral
11. Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914. Christopher Clark. Traducción de Irene Cifuentes y Alejandro Pradera. Galaxia Gutenberg
12. Brilla, mar del Edén. Andrés Ibáñez. Galaxia Gutenberg
13. Hojas de hierba.Walt Whitman. Traducción de Eduardo Moga. Galaxia Gutenberg
14. El invitado amargo. Vicente Molina Foix y Luis Cremades. Anagrama
15. Hoy. Juan Gelman. Visor
16. Teatro (1989-2014). Juan Mayorga. La Uña Rota
17. El capital en el siglo XXI. Thomas Piketty. Traducción de Eliane Cazenave-Tapie Isoard y Guillermina Cuevas. Fondo de Cultura Económica
18. Rompiente. Jorie Graham. Traducción de Rubén Martín. Bartleby
19. Continuación de ideas diversas. César Aira. Universidad Diego Portales
20. Alfabeto. Inger Christensen. Traducción de Francisco J. Uriz. Sexto Piso
P. ¿Tendría sentido hacer ahora lo que no se hizo en la Transición?
R. Lo vería particularmente absurdo porque la mayoría de los responsables del franquismo han muerto. Distinto es que no se puedan contar las cosas. Tal vez se dijo en exceso: no pidamos cuentas. Y tampoco se contó nada. Me parece bien que no se llevara a nadie al banquillo, pero no que no se sepa lo que hizo cada uno.
P. ¿Cómo era usted en 1980?
R. Tenía más años de los que tiene el narrador de mi novela. Él tiene 23, yo tenía 29. Había publicado ya tres libros. El tercero, El monarca del tiempo, es de 1978. Hoy lo encuentro bastante absurdo. Hay alguna parte del libro que me gusta, pero en conjunto, no. ¿1980? Estaba muy desconcertado. Había empezado a publicar tan joven, a los 19 años, y lo normal es que un novelista tenga poco que contar a los 19 años. Tenía poco vivido y poca visión de nada.
P. En 1979 le dieron el Premio Nacional de Traducción pero hace dos años rechazó el de Narrativa por Los enamoramientos. ¿En 1979 no se planteó rechazarlo?
R. En aquel momento no dudé. Traducir el Tristram Shandy había supuesto mucho trabajo, algo un poco suicida. Son esas cosas que se hacen con la inconsciencia de la juventud. Cuando miro atrás, veo las dificultades del libro y que lo hice con 25 o 26 años, pienso: qué atrevimiento. Ahora no lo haría. En su día me alegró ese premio, pero eran otros tiempos. No había ningún motivo para rechazarlo. Estábamos con la democracia recién inaugurada y mi postura hacia no recibir nada del Estado —ni premios, ni invitaciones, ni viajes— no era la que tengo desde hace 20 años.
P. Por entonces se decía de usted que no parecía un escritor español.
R. Fue un sambenito que duró años. Bastantes colegas o críticos decían: “Sus novelas parecen traducidas del inglés” o “mal traducidas del inglés”, directamente. Hasta Umbral, que me llamó…
P. Angloaburrido.
R. Anglosajonijodido. Neologismo feo y poco logrado [ríe]. Lo decía gente de la generación anterior a la mía que me acusaba de ser un escritor inglés camuflado.
P. ¿Qué pensaba cuando lo oía?
R. Me sorprendía: siempre he escrito en español y además soy de Chamberí. Más de Madrid no puedo ser. Tal vez se basaban en que yo y otros de mi generación habíamos tenido una actitud beligerante hacia la tradición heredada. Los escritores trataron de apartarse de la literatura social, que había sido la imperante. La reacción de los que se daban por aludidos también fue beligerante. Es normal que cada generación se rebele contra la anterior. Supongo que ahora habrá gente de treinta y pocos años que echará pestes de nosotros. Me parece normal.
P. ¿Que echen pestes?
R. Sí, cuando en el año 1989 le dieron a Cela el Premio Nobel me pidieron unas declaraciones y dije que me parecía la peor noticia posible para la literatura española que se premiara a esas alturas un tipo de literatura que veíamos como un tanto caduca e impostada. Reconociendo que Cela había hecho por lo menos dos buenas novelas al principio, nos parecía que llevaba mucho tiempo sin hacer nada que valiera la pena. Había entonces mucho defensor de Cela y me gané muchas enemistades. Era un sacrilegio. Si ahora alguien dijera algo similar de cualquiera de mi generación no podríamos quejarnos porque también nosotros lo hicimos, con mayor o menor justicia. En el caso de Cela no me desdigo, pero puede que en el caso de otros autores fuéramos injustos.
"Si ahora alguien dijera de cualquiera de mi generación lo que nosotros dijimos de Cela no podríamos quejarnos"
P. ¿Por ejemplo?
R. Juan Marsé. No creo que contra él hubiera nunca beligerancia, pero digamos que en aquellos años setenta no lo teníamos en mucho. Luego nos hemos dado cuenta de que es un grandísimo escritor y que fuimos injustos en aquel momento.
P. ¿Y de la tradición? El Muriel de su novela critica a Galdós, igual que Benet.
R. Hay un guiño, sí. A Galdós le reconozco que tiene talento para muchas cosas, pero en conjunto… Tiene una novela muy buena que no es de las más leídas, El amigo manso. Pero en su obra hay cosas que me ponen de los nervios.
P. ¿Qué le pone nervioso de Galdós?
R. Algunos diálogos casi dan vergüenza ajena. Tenía mucho talento novelesco y sabía cómo armar una novela, pero tiene unos desfallecimientos estilísticos brutales.
P. ¿Qué autores le interesan?
R. Valle-Inclán me parece un escritor enorme. También Clarín. Y a Baroja lo leo con gusto siempre. Le tengo admiración.
P. ¿Y de la tradición latinoamericana? Suele decirse que fue un revulsivo, pero no sé si usted lo vivió así de joven.
R. Leí y leo con admiración a Rulfo y a García Márquez y a Vargas Llosa. A Cortázar no, excepto los cuentos. Rayuela nunca me gustó. Soy un gran entusiasta de [Horacio] Quiroga, por ejemplo. Onetti también me gusta. Leyéndolos comprobabas lo que se ha dicho tanto: que el español podía ser menos rígido, más libre y más rico de lo que la tradición reciente de la literatura española parecía consentir.
P. En sus artículos es muy crítico con lo español. ¿Qué le gusta de España?
R. Que la gente es desprendida y tiene cierta alegría de vivir, cierta despreocupación, cierta confianza en que las cosas no se estropean del todo aunque pinten mal. Ahora llevamos unos años en que eso es más difícil de mantener. La gente tenía poco dinero y era capaz de gastárselo en pagar una ronda a los amigos. En otros países no lo he visto. A veces todo lo contrario, he visto mezquindad en lo monetario.
P. Por escrito parece estar siempre a la que salta, enfadado.
R. El mero hecho de que uno se moleste en escribir criticando algo indica cierta ingenuidad y optimismo, porque uno lo hace con el afán iluso de que algo mejore.
P. También es crítico con la crítica literaria. En un artículo fue muy duro, sin ir más lejos, con la que se publica en Babelia.
R. La crítica ha ido perdiendo influencia. En parte debido a nuevas costumbres. Probablemente la existencia de Internet tenga mucho que ver, pero en parte también es culpa de los críticos, si es que se puede generalizar. Siempre hay excepciones. Claro que hay críticos muy buenos y muy ilustrativos. Lo contaba en ese artículo: tenía babelias atrasados y pensaba que encontraría libros de los que no me había enterado y que me iban a atraer. Aunque hubiera muchos elogios, rara vez me incitaba ninguna crítica. En fin, quizá exageré. Pensé: es raro, qué pasa. Quizás ha habido por parte de la crítica cierta dejación de sus funciones, quizás hay muchas que no suenan del todo sinceras, quizás otras son rutinarias. Otras están llenas de elogios pero los elogios, a mí, que soy perro viejo, me suenan huecos. Esa sensación tuve. Mi intención no era ofender a nadie. A lo mejor lo hice al escribir ese artículo y, bueno, me disculpo porque uno siempre es injusto cuando generaliza, y hay excepciones, sin duda.
P. ¿Qué le ha pasado a la crítica?
R. Que ha perdido la fe en sí misma, la fe en —la palabra no es muy simpática— educar al lector; en orientarlo, que suena menos desagradable. Esa falta de confianza en sus propias capacidades se ha convertido en un bumerán. La prueba más fehaciente es que, así como en los años setenta podía influir muy favorablemente en el destino de un libro, sobre todo de un autor que no fuese conocido, hoy eso pasa muy rara vez. Hay una especie de desconfianza o de desdén hacia la crítica. Soy el primero en lamentarlo. No es un género que me parezca baladí. Es un género como cualquier otro y ha tenido exponentes de primera fila.
P. ¿Y no hay cierta tendencia a tomar las críticas como ofensas personales?
R. Eso es una desgracia, pero en parte sucede porque a veces ha sido así. Tengo 63 años y quizás no otra cosa, pero creo que tengo cierta capacidad para detectar cosas en un texto. A veces leo una frase en una novela y digo: esto no va a ningún lado. Tal vez sea injusto, pero es el defecto de hacerse mayor, que uno se hace resabiado. Eso se nota en las críticas. A veces notas que al crítico le ha gustado más de lo que está diciendo. Y a la inversa. A veces los elogios son impostados. Muchos críticos han utilizado su podercito para no ser del todo sinceros.
Fueron libros del año
2013: En la orilla, de Rafael Chirbes.
2012: Pensar el siglo XX, de Tony Judt.
2011: Los enamoramientos, de Javier Marías.
2010: Verano, de J. M. Coetzee.
2009: Anatomía de un instante, de Javier Cercas.
2008: Chesil Beach, de Ian McEwan.
2007: Vida y destino, de Vasili Grossman.
domingo, 29 de marzo de 2015
PRENSA. Entrevista al filósofo y escritor Tzvetan Todorov
En "El País":

Tzvetan Todorov : “La resistencia es fundamental en democracia”
El filósofo y escritor sitúa el punto de inflexión en Europa en la caída del Muro de Berlín

El filósofo e historiador Tzvetan Todorov, en Madrid. / KIKE PARA
Todorov se atrevió en 2003 a hacer inventario de valores, una lista de buenos deseos que Europa ha intentado exportar al mundo con igual brío que los coches, las hortalizas o la tecnología de alta velocidad. Y no es que inventara nada, todo ello estaba más o menos escrito en nuestras cartas de derechos, en nuestras constituciones: la libertad individual, la racionalidad, el laicismo. La justicia. Parecía obvio. Hoy, sin embargo, Tzvetan Todorov (Sofía, 1939) ve alejarse los valores como ese punto en el horizonte que parecía asequible y que tras alguna curva inesperada se vuelve de nuevo lejano.
“Cuando decimos valor, no quiere decir que todos lo respeten, es más un ideal que una realidad, un horizonte al que nos dirigimos”, asegura Todorov en Madrid. “Pero en este momento, esos valores están amenazados”.
El filósofo búlgaro nacionalizado francés, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008 y una de las voces más influyentes del continente, sitúa el punto de inflexión, esa curva en la que todo se desvaneció, no en la crisis que estalla en 2008, sino en la caída del muro de Berlín y en la ruptura a partir de ahí del equilibrio entre las dos fuerzas que deben convivir en una democracia: el individuo y la coda.
Pregunta. ¿Sigue vigente su inventario de valores? ¿La libertad del individuo, por ejemplo?
Respuesta. Nuestra democracia liberal ha dejado que la economía no dependa de ningún poder, que se dirija solo por las leyes de mercado, sin restricción a la acción de los individuos y por ello la comunidad sufre. La economía se ha hecho independiente e insumisa a todo poder político, y la libertad que adquieren los más poderosos se ha convertido en falta de libertad para los menos poderosos. El bien común ya no está defendido, ni protegido, ni exigido al nivel mínimo indispensable para la comunidad. Y el zorro libre en el gallinero quita libertad a las gallinas.
P. El individuo hoy por tanto es más débil. ¿Qué libertad le queda entonces?
R. Paradójicamente es más débil, sí, porque los más poderosos tienen más, pero son un puñado, mientras la población se empobrece y la desigualdad se ha disparado. Y los individuos pobres no son libres. Cuando no puedes encontrar medios para tratar tu enfermedad, cuando no puedes vivir en la casa que tenías porque ya no la puedes pagar, ya no eres libre. La libertad no la puedes ejercer si no tienes poder y entonces se convierte solo en una palabra escrita en un papel.
P. Y, sin embargo, la igualdad es un valor fundacional de nuestras democracias. ¿Necesitamos un nuevo contrato social?
R. Si no se puede cumplir, un contrato social no es gran cosa. La idea de igualdad sigue presente en la base de nuestras legislaciones, pero no siempre es respetada. Tu voto vale igual que el mío y la nivelación no ha sido el objetivo de la democracia, pero sí ofrecer el mismo punto de partida a todos como iguales ante la ley, el dinero no compra la ley. Y esto no se respeta. Mire lo que acaban de aprobar los legisladores de Estados Unidos: han multiplicado por diez el dinero que pueden gastar en campaña. Quienes no tengan dinero no gozarán de la libertad suplementaria de gastar de los que lo tienen. Ese peligro de excesiva libertad de unos pocos es el que impide la igualdad de todos.
P. Cuando los derechos se convierten entonces en una realidad formal. ¿Qué nos queda?
R. Nos queda protestar, acudir a la justicia. No hay que cambiar los principios, porque ya están inscritos, pero hemos visto que hay muchos medios para esquivarlos y es necesario que el poder político no capitule ante la potencia de esos individuos que se saltan el contrato social a su favor. La idea de resistencia me parece fundamental en la vida democrática. Hay que ser vigilante, la prensa tiene que jugar un papel cada vez más importante denunciando las transgresiones de los partidos, hace falta que la gente pueda intervenir, pero sé que eso requiere ser suficientemente vigilante, valiente y activo.
P. Habla de la gente. ¿El poder no debe cambiar? ¿Qué podemos esperar de unos poderes muy locales frente a una realidad globalizada?
R. Hay que reforzar las instancias europeas porque la economía está globalizada. Un país como España o Francia no pueden hacer fuerza, apenas podrán tocar la superficie. Pero la Unión Europea es el mayor mercado del mundo, con 500 millones de ciudadanos activos y también consumidores y con gran tradición de ese equilibrio entre la defensa del bien común y la libertad individual. Si hacemos vivir esa tradición europea, si permitimos órganos más eficaces y activos de la Unión, podremos afrontar la evasión fiscal, los paraísos fiscales y también decisiones clave como el suministro de energía.
P. ¿Confía en su liderazgo? ¿En unos dirigentes capaces por ejemplo de ofrecer la impunidad fiscal para atraerlos a su territorio, como Juncker en Luxemburgo?
R. Si no confiamos en ellos deben ser responsabilizados. Igual que el Parlamento les ha elegido, debe poder destituirlo.
P. Usted definió en 2008 a los países occidentales como "países del miedo" frente a los países del apetito, del resentimiento o de la indecisión. ¿No somos víctimas de ello?
R. Los estragos del miedo han sido inmensos, lo acabamos de ver en el informe del Senado de Estados Unidos sobre las torturas de la CIA o en el caso Snowden, que muestra cómo Estados Unidos pincha el teléfono de Angela Merkel como si ella pudiera formar parte de las amenazas. La idea de que podemos legalizar la tortura es un shock para quien cree en el valor de la democracia y los europeos lo han aceptado de forma sumisa. Las revelaciones de Snowden son muy inquietantes por el principio que se encuentra detrás, el principio de un Estado casi totalitario que colecta toda la información posible sobre sus ciudadanos y por el que países totalitarios como la URSS o Alemania del Este se servían del KGB o la Stasi. Ese sistema de informes anónimos que utilizaban hoy es arcaico porque gracias a la tecnología es más fácil colectarlo, pero todo ello nos deja en una quimera las libertades individuales.
P. ¿Qué Europa quedará tras la crisis?
R. No sé si la crisis va a terminar, sabemos que las economías no obedecen a movimientos racionales, hay movimientos de pasión o locura que desafían todos los pronósticos, tal vez desaparecerá en 2015 o tal vez nunca, tal vez nos quedemos ahí durante una década.
Todorov ha dedicado una vida a analizar todo esto en ensayos aún vigentes como El nuevo desorden mundial (2003), El miedo a los bárbaros (2008) o Los enemigos íntimos de la democracia (2012) pero ahora se centra en otra forma de acercarse al pensamiento. La pintura de la ilustración (Galaxia Gutenberg) bucea en el arte en busca de ideas. Tal vez ahí encuentre las soluciones que el presente, por el momento, no le ofrece.
PRENSA. EDUCACIÓN. "Movilización educativa: objetivo 5A". José Antonio Marina
En "elconfidencial.com":
La revolución puede comenzar en el aula. (Efe)
En estas últimas semanas he tenido reuniones con docentes, inspectores de educación, representantes de Administraciones educativas, medios de comunicación, fundaciones, y familias. Hay un extendido sentimiento de desánimo e irritación respecto a la situación de nuestro sistema educativo. Pero no reaccionamos. Pasan los años y todo sigue igual. Y lo malo es que no se avizora ningún cambio. La nueva ley ha paralizado la escuela durante una legislatura, ha provocado confusión con sus improvisaciones y desajustes, nadie sabe si va a haber dinero para implantarla el año que viene, y, por si fuera poco, la oposición en bloque ha dicho que la va a cambiar, con lo que comenzaremos otra vez el círculo perverso en el que giramos desde hace decenios. Nuestro sistema es mediocre y está estancado. Los resultados de las evaluaciones internacionales así lo atestiguan. Y me temo que va a seguir así, si ponemos nuestra esperanza en los gobiernos de turno, porque ninguno lo ha hecho bien. El problema de España en los últimos años –hasta la llegada de los recortes– no ha sido de presupuestos, sino de gestión. Ahora se han unido los dos, pero la gestión sigue siendo el problema primordial.
Sin embargo, no podemos resignarnos a la queja y al discurso depresivo, que al final acaba siendo cómodo. Creo que es el momento de iniciar una movilización educativa de la sociedad. Tenemos que saber que el mundo va muy rápido, que nuestros niños y adolescentes no pueden perder más tiempo, que estamos jugando con su futuro, y eso es indecente, y también con el nuestro, y eso es suicida. En el fondo, a pesar de las múltiples declaraciones, nadie se cree que esto de la educación es serio. Basta comprobar que nunca aparece en las encuestas sobre las preocupaciones de los españoles. Y, sin embargo, de ella depende nuestro futuro.
Nuestro primer objetivo es rebajar las cifras de abandono escolar al 10%, la tasa media europea
¿En qué consiste la movilización educativa que impulsamos desde la Fundación UP? En primer lugar, pretende llamar la atención de la ciudadanía hacia la importancia de la educación. En segundo lugar, aspira a liberarla de la resignación, señalando un objetivo claro y viable. Tenemos que saber lo que podemos esperar y lo que debemos exigir. La propuesta que hacemos es la siguiente: el sistema educativo español puede convertirse en un sistema de alto rendimiento en el plazo de cinco años, con el presupuesto que tenía antes de los recortes, aproximadamente el 5% del PIB. No hay excusas para no conseguirlo y, sin embargo, todo hace prever que no se conseguirá si no exigimos a los políticos que se comprometan a hacerlo antes de las elecciones. El hecho de que se nos avecina un año electoral me anima a hablar ahora de la movilización. Entre todos debemos conseguir que la educación sea un tema prioritario en las campañas.
¿En que se concretaría ese objetivo de la movilización? Hay algunas metas claras. La primera, rebajar las cifras de abandono escolar a las tasas medias europeas, alrededor del 10%. Otra es mejorar la calidad en las aulas. A pesar de sus defectos, me referiré al índice PISA porque nos permite una comparación internacional, y nos proporciona una serie temporal desde el año 2000. No es la Biblia y, por lo tanto, se puede mejorar con otros índices que tenemos (PIRLS, TIMSS, CIVICS,TEDS-M, TALIS, ETC.). El BBVA utiliza en sus estudios el “Índice de desarrollo educativo”, que maneja otras variables. Y UNICEF publica el interesantísimo índice de “Bienestar educativo y bienestar infantil”, en el que, por cierto, estamos descendiendo vertiginosamente. Pero a efectos orientadores, me referiré al PISA. El objetivo sería acercarnos en cinco años a los primeros puestos de la OCDE.
No hay que olvidar que siete comunidades autónomas españolas superan la media de la OCDE, y que algunas se acercan a las cifras finlandesas
Ya saben que PISA se ha realizado en 65 países, de los cuales 35 son de la OCDE. En el ranking global, el primer puesto lo ocupa Shangai con 613 puntos. Finlandia, nuestro referente preferido, obtuvo 519, que es un nivel alcanzable por España, que obtuvo 484. De hecho, no hay que olvidar que siete comunidades autónomas españolas superan la media de la OCDE, y que algunas se acercan a las cifras finlandesas. Entre las comunidades españolas hay una diferencia de hasta 55 puntos. Hay una tercera meta indispensable: organizar y prestigiar una educación profesional de calidad. Proponemos, por lo tanto, que el objetivo a cinco años podría ser triple: rebajar al 10% la tasa de abandono escolar, subir 35 puntos en PISA y organizar una educación profesional de calidad.
Un progreso a cinco años vista
¿Por qué mantenemos que se puede hacer en cinco años? Porque así lo han hecho otras naciones, como los informes McKinsey señalan. Además, en España algunas comunidades han tenido progresos parecidos. En tres años, Navarra pasó de 480 a 500 puntos. Por último, la mejora de los centros puede hacerse en un plazo menor, y estos son el fundamento del sistema.
Lo que tenemos que hacer es aplicar a nuestro país lo que ha funcionado en otras naciones
En educación no hay milagros, pero tampoco enigmas. Lo que tenemos que hacer es aplicar a nuestro país lo que ha funcionado en otras naciones. Los Gobiernos españoles han creído que las leyes bastaban para cambiar un sistema, lo que es un tipo de superstición como otra cualquiera. La única forma de hacerlo es con una gestión educativa eficaz y brillante. Lo principal para cambiar un sistema educativo es conseguir excelentes equipos directivos, formar y seleccionar a los profesores –atrayendo a la gente más valiosa mediante el diseño de una carrera profesional–, la atención inmediata a los alumnos que se retrasan, la evaluación y la publicación de resultados, y la autonomía de los centros. Ninguna de estas medidas es especialmente cara y, por lo tanto, no vale la excusa económica..
¿Es esto suficiente? No, porque la escuela no es una burbuja, está influida por muchos factores sociales y económicos. Los programas que han tenido más éxito en la prevención de la marginación escolar han estado dirigidos a familias en riesgo, lo que exige la colaboración de los servicios sociales y de salud. Tampoco basta con esto. La educación formal –la escuela– se da en un entorno de educación informal, en el que todos participamos. Por eso, para educar a un niño hace falta la tribu entera. Y para educar bien a un niño hace falta una buena tribu. Si iniciamos esta movilización desde la Fundación Universidad de Padres, es porque queremos contar con ellos, porque son la mayor fuerza social. Tenemos ocho millones de alumnos no universitarios, lo que convierte a las familias en la mayor fuerza social. Pero no sólo los padres, sino el resto de la sociedad está implicada en la educación, porque de ella depende no sólo el bienestar, sino el futuro económico de las naciones.

¿Quién debe iniciar el cambio educativo? Los cambios importantes siempre han sido de abajo arriba y de arriba abajo. No siempre en este orden. La movilización educativa implica que se puede empezar a muchos niveles. Un profesor puede comenzar el cambio en su aula. Los centros pueden emprender proyectos de mejora, como están haciendo muchos. Los municipios, aunque no tienen competencias escolares, pueden ser agentes educativos prioritarios en algunas circunstancias. Por eso, pueden diseñarse proyectos educativos para ciudades. Las comunidades, que tienen transferidas las competencias educativas, deben tener el máximo protagonismo. La diferencia que hay entre comunidades demuestra que hay Gobiernos más y menos eficientes en educación. Por último, el Gobierno de la nación puede fomentar, incentivar, organizar, financiar, toda esta movilización.
Los sindicatos deben pensar en la calidad de la educación, y no sólo en defender intereses corporativos
Hay, por supuesto, otros agentes educativos con los que hay que contar. En primer lugar, las familias, que deben cumplir sus tareas educativas, colaborar con la escuela, y exigir a los políticos. Después, muchas instituciones de la sociedad civil. De hecho, muchas ya lo hacen. Acabo de leer que la Guardia Civil ha dado 35.000 charlas este año en colegios sobre la seguridad en internet. Papel importante tienen las fundaciones de carácter educativo, a las que animamos a elaborar un plan conjunto de ayuda a la educación. Mención especial merecen los sindicatos, que deben pensar en la calidad de la educación, y no sólo en defender intereses corporativos, y, por supuesto, los medios de comunicación.
Ante un problema social, lo más fácil es decir “¡A ver si lo arreglan!”. Sin embargo, lo más eficaz es preguntarse: “¿Qué puedo hacer yo para arreglarlo?”. Estoy seguro de que la iniciativa que les presentamos es conveniente y viable. Por eso necesitamos su ayuda. Aquí, en El Confidencial, intentaremos proporcionar información, hablar con expertos, y animar a los ciudadanos para que la educación sea el tema estrella de la cadena de elecciones políticas que se avecinan. ¿Contamos con usted?
viernes, 27 de marzo de 2015
PRENSA CULTURAL. "Darwin tenía razón: la endogamia perjudicó a su estirpe"
En "El País":
Darwin tenía razón: la endogamia perjudicó a su estirpe
El naturalista siempre temió por la salud de sus hijos, fruto de su enlace con una prima
Charles Darwin llegó a tener diez hijos con su mujer, Emma Wedgwood, entre 1839 y 1856 y, como es natural, temía por la salud de su prole. Pero sus miedos iban más allá de las preocupaciones habituales de un padre, ya que partían de un cierto sentimiento de culpa: un pecado original propio que podía provocar que sus hijos fueran enfermizos o, cuando menos, más débiles de lo normal. Charles y Emma eran primos hermanos. El más relevante de los Darwin sabía que la consanguinidad deteriora a las siguientes generaciones, ya sean plantas o animales. Ahora sabemos que sus temores estaban justificados: su estirpe sufrió muertes prematuras y falta de fertilidad por culpa de la endogamia.
Tres de los hijos de Darwin murieron antes de los diez años y otros tres no tuvieron descendencia aunque se casaron repetidamente
El problema no surge únicamente del lecho de Charles y Emma. Los Darwin y los Wedgwood se emparejaron entre ellos durante muchas generaciones, lo que provocaba que el naturalista y su esposa tuvieran muchos otros parentescos además de ser primos hermanos. Otros tres hermanos de Emma se casaron con sus primos y la hermana de Charles, Caroline, también se enlazó con un primo Wedgwood. El cuñado de Charles, Harry Wedgwood, se casó con Jessie Wedgwood, que era su prima hermana por partida doble: sus padres eran hermanos y sus madres eran hermanas.
Esta endogamia desbocada de los Darwin-Wedgwood los convierte en una dinastía perfecta para que los genetistas estudien las consecuencias de la consanguinidad, como ya hicieran con la familia real de los Habsburgo. La primera y más evidente es que los niños nacidos de estos matrimonios tenían menos opciones de llegar a la pubertad, como mostró un estudio publicado en 2010 que generó un ruido importante en la prensa británica. Tres de los diez hijos de Darwin murieron durante la infancia, en dos casos por enfermedades que hoy sabemos que generan menos resistencia en los menores fruto de la endogamia. Ahora, los mismos investigadores acaban de analizar en otro estudio cómo estas relaciones de consanguinidad mermaron la fertilidad de esta dinastía.
El naturalista fue el primero en estudiar el efecto de la endogamia: las plantas eran más débiles y pequeñas
"Actualmente hay una cierta unanimidad en que la consanguinidad afecta a la fertilidad y a la esterilidad en los humanos, el problema es que aún no se ha podido concretar el modo. En la dinastía de Darwin hemos encontrado que la culpa de que las parejas consanguíneas tengan menos hijos que las parejas no consanguíneas no es de la propia pareja, sino de los varones consanguíneos", explica Francisco Ceballos, genetista de la Universidad de Santiago de Compostela. El resultado de sus análisis muestra que los varones Darwin-Wedgwood fruto de la endogamia tuvieron 1,2 hijos por mujer frente a los 2,1 que tuvieron los no consanguíneos, tras descartar otros factores demográficos o socioeconómicos.
De los hijos de Charles Darwin, tres no pasaron de los 10 años y otros tres fueron incapaces de tener descendencia. En concreto, William y Leonard (retratados en la imagen) se casaron dos veces pero no tuvieron prole y su hermana Henrietta tampoco, a pesar de disfrutar de un matrimonio estable. Siguiendo un análisis estadístico, Ceballos y sus colegas han encontrado que las parejas consanguíneas de esta dinastía tienen un intervalo reproductor más corto tras examinar las edades, la duración de los matrimonios y otros aspectos. "La calidad del esperma es peor y cuanto mayores son los varones menos posibilidades tienen de ser fértiles", asegura Ceballos.
La calidad del esperma es peor y cuanto mayores son los varones menos posibilidades tienen de ser fértiles", asegura Ceballos
Tanto preocupaba la consanguinidad al naturalista que fue el primer estudioso de sus consecuencias. Darwin publicó varios trabajos sobre el efecto nocivo de la endogamia en 57 plantas distintas: la descendencia era más pequeña, florecía más tarde, tenía menos peso y producía menos semillas que aquellas plantas que no eran fruto de la consanguinidad. Hasta tal punto le inquietaban los resultados que se sirvió de sus contactos políticos para conseguir que el Parlamento incluyera en el censo británico una pregunta específica para el estudio del matrimonio consanguíneo. Trasladó sus miedos incluso a su hijo George, que estudió detenidamente la materia para llegar a la conclusión de que los efectos negativos no eran importantes en familias criadas con buenas condiciones de vida, como la suya.
Nada hacía pensar que los Darwin-Wedgwood arrastraban esta desventaja genética, ya que estaba plagada de cerebros eminentes, con diez miembros de la Royal Society en la familia, y así opinan por lo general los darwinólogos. Sin embargo, estos nuevos estudios señalan que tanto enlace entre primos tuvo sus consecuencias en la salud de la familia. Como concluyen los autores de este examen, "las pruebas sugieren que los temores de Darwin sobre la salud de sus hijos como resultado de su matrimonio con su prima hermana Emma Wedgwood no eran ni exagerados ni injustificados".