miércoles, 31 de diciembre de 2014

PRENSA. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (30 diciembre 2014):

PRENSA CULTURAL. MATEMÁTICAS. "Treinta datos que no sabías sobre el 'número más bello'".

   En "elconfidencial.com":


A
Para mucho, las matemáticas son poco más que un recuerdo de los días escolares, y sin embargo, como dice la canción del amor, las matemáticas están por todas partes. Raro es el proceso que no puede ser explicado con fórmulas, ya sea una explosión de motor o el crecimiento de una flor. Por eso hay conceptos matemáticos que traspasan los tratados científicos y se convierten en ideas comunes que, de forma más o menos profunda, hasta los ajenos a la materia conocen y manejan.
Ese es el caso de phi, el número de oro. No es nada más que una cifra: 1,61803... seguido por infinitos decimales. Sin embargo, se trata de uno de los números que más fascinación ha levantado a lo largo de la historia. Estudiado hasta la saciedad, conviene distinguir tres componentes distintos en la historia del número áureo.
- El número de oro, 'phi' o número áureo: como decimos, es un número irracional que se expresa con la siguiente fórmula:
- La divina proporción o proporción áurea: es un concepto geométrico, que se da cuando al partir un segmento en dos partes desiguales, dividiendo el total por la parte más larga obtenemos el mismo resultado que al dividir la más larga entre la más corta. 
- La sucesión de Fibonacci: entra el en campo de la aritmética y está íntimamente relacionada con el número de oro. Se trata de una serie infinita de números naturales que empieza con un 0 y un 1 y continúa añadiendo números que son la suma de los dos anteriores, quedando con la forma siguiente:
0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610, 987, 1.597, 2.584, 4.181, 6.765, 10.946, 17.711, 28.657... 
Uniendo el concepto aritmético con su representación geométrica se obtiene una de las imágenes más comúnmente asociadas al número y la razón áurea: la espiral de Fibonacci.

La relación de esta sucesión con el número de oro estriba en que al dividir cada número por el anterior de la serie se obtiene una cifra cada vez más cercana a 1,61803, quedando el resultado alternativamente por debajo y por encima del número preciso, sin llegar nunca a alcanzarlo absolutamente.
Con estos tres conceptos diferenciados y aclarados, solo queda entrar a descubrir detalles sorprendentes que desde hace siglos rodean al número áureo. 

LA HISTORIA DEL NÚMERO DE ORO

1. Su descubrimiento se lo debemos, como tantas otras cosas, a los griegos. Ellos le dieron un tratamiento básicamente geométrico, y fue Euclides en su obra Elementos uno de los primeros que se refirió a este concepto.
2. La fascinación por la proporción áurea ha sido tal a lo largo de la historia que en 1509 el matemático y teólogo italiano Luca Pacioli publicó un libro titulado La Divina Proporción en el que daba cinco razones por los que el número áureo era eso, divino:
a) La unicidad del número, que asemeja a la de Dios;
b) El hecho de que esté definido por tres segmentos de una recta, que asemeja a la Trinidad;
c) La inconmensurabilidad del número, igual que Dios es inconmensurable;
d) Dios es omnipresente e invariable, igual que lo es este número;
e) Dios dio ser al universo a través de la quinta esencia, representada por un dodecaedro, y el número áureo dio ser al dodecaedro.

3. Seguimos hablando de la supuesta relación entre la divina proporción y la divinidad, porque no son pocos los que aseguran que la Biblia está salpicada de referencias a este concepto. Por un lado, es una forma que parece gustar a Dios, puesto que tanto en las instrucciones para el Arca de la Alianza que dio a Moisés, como las que dio a Noé para la otra arca, pide unas proporciones 5x3 (casualmente, dos números de la sucesión de Fibonacci) que dan como resultado 1,666, suficientemente cercano a phi como para engañar al ojo. Puestos a encontrar, hay quien encuentra relación entre 666, el número del anticristo, y el número áureo.
4. Áureo, dorado, divino... A este número se le han dado muchos nombres, pero su símbolo lo hace inequívoco: es la letra griega phi, en honor al escultor griego Fidias, cuyas obras se consideraban lo más cercano a la perfección estética, igual que lo es la proporción áurea. El símbolo se lo adjudicó en el año 1900 el matemático Mark Barr.
5. Puede que el número áureo tenga un origen divino, o puede que no. Pero desde luego su pariente aritmética, la sucesión de Fibonacci, surgió de un problema mucho más mundano, relacionado con la reproducción de los conejos, que planteó Leonardo Pisano, Fibonacci, en su Libro del ábaco en 1202.
“¿Cuántas parejas de conejos tendremos a fin de año si comenzamos con una pareja que produce cada mes otra pareja que procrea a su ver a los dos meses de vida?”. La respuesta, mes a mes, es: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89 y 144. 

CURIOSIDADES MATEMÁTICAS

6. La sucesión de Fibonacci está llena de curiosidades matemáticas que harán las delicias de los más curiosos. Por ejemplo: si sumamos 10 números consecutivos de la serie elegidos al azar, el resultado siempre es múltiplo de 11.
21+34+55+89+144+233+377+610+897+1.597=4.147=11x377
89+144+233+377+610+987+1.597+2.584+4.181+6.765=17.567=11x1.597
De hecho, los resultados son iguales a multiplicar por 11 el séptimo número elegido, en estos dos casos, 377 y 1.597
7. Se ha estudiado mucho la sucesión de Fibonacci y el conocimiento sobre ella es amplio, pero no completo. De hecho, hay una conjetura aún sin demostrar: que la sucesión de Fibonacci contiene infinitos números primos. A día de hoy, nadie sabe si esto es verdadero o falso. Por si algún matemático entre los lectores se anima a buscar una respuesta…

8. Se conoce como estrella pentagonal a la que está inscrita en un pentágono regular, y también está relacionada con la proporción áurea: el segmento D que forma la diagonal del pentágono (o un lado de la estrella), al dividirlo entre un lado del pentágono C, da como resultado la proporción áurea. Esta estrella también ha sido profusamente representada, tiene mucho simbolismo y es incluso la base de muchos juegos populares, ya que es una de las formas de tablero más antiguas que se conocen.
9. Si está usted a punto de lanzarse en la búsqueda de la proporción áurea en todo lo que le rodea, aquí tiene un modo de hacerlo: construya un compás áureo. Es sencillo. Recorte dos tiras de cartón o plástico de 34 centímetros de largo, dos de ancho y terminadas en punta. Únalas a 13 centímetros de una de las puntas con un encuadernador, imitando la estructura de unas tijeras. Al moverlas obtendrá dos triángulos de lados iguales que miden 21 y 13 centímetros respectivamente. Al ser dos términos consecutivos de la sucesión de Fibonacci, su cociente será próximo al número áureo. Para ver si dos segmentos guardan esa proporción, solo habrá que abrir el extremo pequeño hasta que coincida con el segmento menor y, sin variar la posición del compás, poner el otro extremo en el segmento grande. Si coincide, ambos segmentos respetan la proporción áurea.
10. ¿Por qué tanta popularidad para esta forma tan concreta? Según Adrian Bejan, profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos, se trata básicamente de una razón evolutiva. Recogió en su investigación que nuestros ojos analizan más eficazmente una imagen si está encuadrada en un rectángulo áureo, de forma que se habría utilizado de forma intuitiva desde la Antigüedad porque es la forma más cómoda y agradable a la vista.

EN LA NATURALEZA

11. Uno de los motivos por los que esta cifra lleva siglos fascinando a los que la estudian es que se encuentra de forma natural en los lugares más insospechados. Por ejemplo, la proporción entre abejas hembra y macho en una colmena suele ser similar a la proporción áurea.

12. Y ya que hablamos de abejas, éstas cumplen con otra regla, en esta ocasión relacionada con la sucesión de Fibonacci: los machos tienen un árbol genealógico que cumple con ésta. Un zángano (1) nace de un huevo no fecundado, de forma que solo tiene madre (1) y no padre. Su madre, al ser hembra, tuvo dos progenitores (2). Estos, macho y hembra tuvieron en total tres progenitores (3), la madre del macho y la madre y el padre de la hembra, es decir, dos hembras y un macho. Eso significa que tuvieron cinco progenitores a su vez (5)… A medida que ascendemos, la regla se sigue cumpliendo.
13. La disposición de los pétalos de las flores, la caracola de de algunos animales, la forma de las piñas que dan algunos árboles, la distribución de las pipas en un girasol, el grosor que tienen las ramas de los árboles... Todas estas cosas tienen en común que de una forma u otra están relacionadas con la proporción áurea o la serie de Fibonacci. Por eso algunos expertos postulan que el número Phi sea al crecimiento orgánico lo que Pi es a la medición del círculo: el número en el que están basados todos los cálculos y fenómenos.
14. Con un punto de humor, hay quien llama al número y la proporción áureos el huevo de Pascua de la naturaleza, ya que parecen haber sido escondidos por todas partes por un programador juguetón a la espera de ser descubiertos en cualquier momento por un observador espabilado.

15. También en el cuerpo humano podemos encontrarnos con la proporción áurea. Jasper Veguts, ginecólogo del Hospital Universitario de Lovaina, en Bélgica, asegura que se puede determinar si el útero de una paciente tiene un aspecto normal basándose en sus medidas: que al dividir su altura por su anchura, el resultado sea cercano a 1,618.
16. Se supone que es la representación ideal de la belleza, y sería, expresada sencillamente, la siguiente: la altura total debe ser igual a la distancia entre las puntas de los dedos teniendo los brazos y las manos totalmente abiertos. Esto equivale a ocho palmos, ocho veces la cara o seis veces los pies. En total, es la misma distancia que obtendríamos si multiplicásemos por 1,618 la distancia que separa nuestro ombligo del suelo.

EN LA ARQUITECTURA

17. En la arquitectura del Partenon, en la Gran Pirámide de Gizeh, en palacios de la antigua Babilonia… Se supone que es posible encontrar ejemplos del uso de la proporción áurea en decenas de obras arquitectónicas a lo largo de la historia. Pero expertos en matemáticas y arte llaman al escepticismo: tomando las medidas necesarias sería posible encontrar esta proporción en cualquier sitio, pero eso no significa que fuese utilizada de forma consciente.
18. Hay un edificio histórico en nuestro país, que seguramente muchos de los lectores han contemplado, escudriñado al detalle en busca de la famosa rana que asegura el aprobado a fin de curso, cuya reconstrucción en el siglo XV estuvo guiada por la relación de oro. ¿Saben cuál es?
Sí, es la fachada de la Universidad de SalamancaSí, es la fachada de la Universidad de Salamanca

EN EL ARTE

19. Otros artistas a lo largo de la historia sí han empleado la proporción áurea de forma plenamente consciente. La Gioconda o La última cena de Leonardo Da Vinci, El David o La Sagrada Familia de Miguel Ángel, El nacimiento de Venus de Sandro Botticelli  son solo algunas de las obras más conocidas que se crearon respetando esos conceptos.
20. Existe diversidad de opiniones sobre si una obra concreta de Leonardo da Vinci se creó siguiendo la proporción áurea o no. Se trata de El hombre ideal o el Hombre de Vitruvio. Se trata de la figura de un hombre relacionada con la geometría e inserto en un cuadrado y un círculo. Para la figura humana, siguió las recomendaciones de Vitruvio, el arquitecto de Julio César, pero Da Vinci dibujó las formas geométricas de forma que la razón entre el lado del cuadrado y el radio del círculo es áurea. 

21. El artista español Salvador Dalí tenía muchas inquietudes y una inclinación por la ciencia. Trabajó con el matemático rumano Matila Ghyka durante meses haciendo diversos cálculos antes de comenzar una de sus obras más famosas,Leda Atómica. En ella, la composición y los objetos representados guardan una estricta proporción entre sí y respecto al cuadro al completo. Además, están distribuidos en las cinco puntas de un pentagrama áureo. 
22. Dentro de los movimientos de arte vanguardista hubo toda una escuela dentro del cubismo dedicada a esta cuestión, llamada, cómo no, Sección Áurea o Sección de Oro. Se trataba de llevar las matemáticas a la pintura, sobre todo en las proporciones al descomponer una figura en cubos. Marcel Duchamp lideró esta tendencia, en la que también participó el español Juan Gris. 
23. El famoso fabricante de instrumentos Antonio Stradivarius, que vivió entre los siglos XVII y XVIII ponía mucho cuidado en situar las aberturas en sus violines en consonancia con la proporción áurea. Seguramente se tratase más de una cuestión estética que sonora, puesto que no hay indicios de que esto tenga ningún impacto en la calidad del sonido de los instrumentos.

24. Y no fueron solo los artistas, también muchos científicos quedaron maravillados con la perfección del número y su serie correspondiente para describir la naturaleza en los lugares más insospechados. El astrónomo Johannes Kepler recogió su tratado El Misterio Cósmico la siguiente frase: "La geometría tiene dos grandes tesoros: uno es el teorema de Pitágoras; el otro, la división de una línea entre el extremo y su proporcional. El primero lo podemos comparar a una medida de oro; el segundo lo debemos denominar una joya preciosa".

EN LAS COSAS COTIDIANAS

25. Pero podemos encontrar ejemplos de esa proporción tan celebrada sin tener que irnos a un museo ni mirar a las estrellas. Las tarjetas de crédito que utilizamos a diario, las cajetillas de tabaco y hasta un simple folio son todos rectángulos áureos. Eso quiere decir que se dividimos su lado más largo por el más corto, la solución sería 1,618.

26. Donde no se encuentra esta proporción, por mucho que corra el bulo, es en el logotipo de Apple. Muchos han caído en atribuir al logo esta cualidad, teniendo en cuenta la conocida obsesión de la compañía por perfeccionar el diseño de sus productos hasta el extremo. Pero en el caso de su logo, las curvas no encajan con las que prescribiría la serie de Fibonacci. David Cole, diseñador, publicó la prueba hace poco más de un año. La famosa manzana gustará más o menos, pero no es áurea.
27. Algunas fuentes aseguran que el estadio Santiago Bernabéu tiene unas medidas de proporción casi áurea (106x66=1,606). Pero la verdad es que, según la información oficial del Real Madrid, esto no es así: su campo mide 105x68 metros, lo que se traduce en una proporción de 1,54.
28. Si cumplir con la proporción áurea hace que el cuerpo de una estatua sea bello y estético, ¿hay personas reales que nos resulten especialmente atractivas por lo mismo? Al parecer sí. Kelly Brooks es una modelo británica, y ha sido elegida como la mujer más próxima a la proporción áurea, según el cirujano plástico Patrick Malluci y la Universidad de Texas. 

29. El arquitecto suizo Le Corbusier utilizó el número áureo en muchos de sus diseño, y como base de un nuevo sistema métrico, que propuso como alternativo al sistema métrico decimal y al sistema anglosajón de medidas. La idea era utilizarlo en arquitectura, arte y diseño a nivel mundial, de forma que todo fuese siempre compatible, además de más bello y pensado con el hombre como dentro de todo. Si el patrón del sistema métrico era el metro, el del sistema Modulor, como lo llamó, era la medida del hombre. Sobra decir que su ambiciosa idea no llegó a triunfar. 
30. Donde sí se ha infiltrado, en este caso la sucesión de Fibonacci, es en el juego de la Bolsa. Entre las herramientas que utilizan los analistas para intentar predecir el comportamiento de un valor (es decir, si subirá o bajará y por tanto si conviene invertir en él o no), están las proyecciones de Fibonacci. Marcan niveles en los que se pueden producir picos en la gráfica: tanto rebotes de subida si el valor está cayendo como de bajada si se encuentra al alza.

PRENSA CULTURAL. "Doctorow viaja al interior de la mente humana"

   En "El País":

Doctorow viaja al interior de la mente humana

El escritor, uno de los más importantes de EE UU, novela el enigma de la conciencia en ‘El cerebro de Andrew’


El escritor estadounidense E.L.Doctorow en su casa de Manhattan. / PASCAL PERICH
Considerado uno de los escritores norteamericanos más importantes del último medio siglo, la trayectoria de E. L. Doctorow (El Bronx, Nueva York, 1931) es ejemplar. En su vasta producción hay zonas deslumbrantes, pero poco transitadas, como sus cuentos o sus ensayos. Como novelista es autor de una docena de títulos que asombran por lo sostenido de su calidad, con novelas como El libro de Daniel (1971), Ragtime (1975), Billy Bathgate (1989), El arca de agua (1994), La ciudad de Dios (2000), o La gran marcha (2005). En su obra narrativa Doctorow desarticula con infinita gracia, eficacia y lucidez episodios clave de la historia de su país, reconfigurándolos por medio del poder desnudo de la imaginación. Embaucadores, soñadores, jóvenes esclavas, mercachifles, científicos locos, emigrantes, mendigos y millonarios, delincuentes y espías, poetas y músicos de jazz, niños que descubren el terror a la vez que el lado milagroso de la vida en el Nueva York de la Gran Depresión, todos ellos seres de ficción, conviven cómodamente en sus novelas con figuras históricas como el general y escritor William T. Sherman, el banquero J. P. Morgan, el gánster Arthur “Dutch” Schultz, el ilusionista Harry Houdini, la anarquista Emma Goldman, el matrimonio constituido por Julius y Ethel Rosenberg, judíos comunistas condenados por espionaje, o los hermanos Homer y Langley Collyer, que murieron en su mansión de Harlem, aplastados por el peso de miles de toneladas de periódicos que habían ido acumulando durante décadas. El milagro consiste en que unos y otros tienen el mismo grado de realidad para el lector.

Bibliografía selecta

La obra de E. L. Doctorow parte de episodios de la historia reciente de los EE UU para construir sus ficciones.
Cómo todo acabó y volvió a empezar.
El libro de Daniel.
Ragtime.
El lago.
La feria del mundo.
El arca de agua.
Billy Bathgate.
La ciudad de Dios.
La gran marcha.
Todo el tiempo del mundo.
Homer y Langley.
El cerebro de Andrew.
En El cerebro de Andrew, Doctorow ha dado forma a una narración elegante e intimista, una miniatura en la que se plantea el enigma de la conciencia, el conocimiento, la percepción, y se aborda la estructura profunda del deseo y los sentimientos, algo un tanto alejado de los grandes frisos históricos a que tiene acostumbrados a sus lectores. “No veo tanta distancia”, afirma el escritor en la biblioteca de su casa de Manhattan, inundada por la luz de un atardecer espléndido. “Las metáforas son pequeñas, pero el alcance del libro es muy vasto. El cerebro del protagonista nos traslada a una infinidad de lugares y momentos. Se evoca una gran cantidad de sucesos y además se cuenta una historia de amor”. En la que algunos se preguntan si será la última novela de Doctorow, hay momentos de gran intensidad, evocados con un lenguaje límpido y de gran belleza, pero también hay elementos desconcertantes, que el escritor no tiene inconveniente en intentar elucidar.
“Pienso en términos de imágenes, que se manifiestan en el libro en forma de lugares y episodios que no se sabe si son reales o sólo existen en la mente de Andrew. Procuro no hacer distinciones en ese sentido, de modo que siempre hay un elemento de duda. La escena que ha sido objeto de más críticas es la que cierra el libro. Tiene lugar en la Casa Blanca y algunos piensan que es una especie de chiste, pero no lo es en absoluto. Tiene un sentido político muy claro. La coincidencia con los datos que recoge el informe oficial sobre lo que ocurrió en Washington el 11 de septiembre de 2001 es absoluta. Desde el punto de vista estético, la escena es totalmente coherente. Dentro de unos años nadie dirá que es un chiste. La verdad es que de todos los libros que he escrito, este es el que juzga más severamente al lector”.
El libro se sustenta sobre teorías procedentes de disciplinas como la psicología cognitiva y la neurociencia. ¿Qué se proponía exactamente conseguir el autor con una narración así? “En realidad mi libro no hace más que recoger la vieja disputa entre los cartesianos que postulan la existencia del alma y quienes niegan categóricamente que haya nada fuera de lo que es materialmente tangible, para quienes el alma no es más que una ficción. Si la conciencia humana, los sentimientos, los pensamientos, los deseos, son funciones del cerebro, algo físico, corpóreo, se pregunta Andrew, ¿entonces cómo se llega a la conciencia humana y a la vida subjetiva? Andrew revive un debate eterno, sólo que lo hace desde los postulados de la neurociencia. Los términos son muy resbaladizos, pero para entendernos digamos que incluso entre los neurocientíficos hay quienes postulan la existencia de algo que funciona fuera de los parámetros de su disciplina. En el libro, este problema se aborda desde el plano de la ficción”.
En su acercamiento a la ciencia cognitiva, Doctorow señala que son los expertos quienes abren la puerta a la posibilidad de la duda. “Andrew recuerda que en Suiza hay gente que está construyendo un ordenador que emula el funcionamiento del cerebro. A propósito de una posibilidad así me interesa lo que han dicho gente como John Searle, el filósofo, o Gerald Edelman, neurólogo que ganó el premio Nobel, conocido por sus teorías sobre la conciencia. Edelman habló de la posibilidad de crear una computadora que emule el cerebro y tenga conciencia. La hipótesis es aterradora. De ser así las creencias por las que nos guiamos se esfumarían por ensalmo. El ser humano dejaría de ser una excepción. Que los ordenadores llegaran a tener conciencia sería lo más revolucionario que cabe pensar en cuanto a lo que le sucede a la vida humana”.
Doctorow no es científico, ni pretende serlo. Es novelista, y sus únicas armas son las de la ficción, cuya relación con la verdad siempre será muy complicada. “Recurro a la ficción cuando algo me interesa tanto que se convierte en una obsesión, entonces escribo sobre ello y no hay lugar para nada más en mi cabeza. El tema de mi última novela es el más importante que hay hoy para mí. En cuanto al papel de la ficción: ¿Cuál es la misión del artista en cualquier época y lugar? Frente al reto de lo desconocido, responder. Responder. Y en El cerebro de Andrew creo que eso es precisamente lo que he hecho”.

PRENSA. "Nostalgia de dictadores". Julián Casanova

Julián Casanova

   En "El País":

Nostalgia de dictadores

Algunos historiadores tratan de convertir a los tiranos en santos y modernizadores

Stalin recordó en varias ocasiones, para subrayar los logros económicos de su régimen, que encontró Rusia con el arado de madera, el mismo que se utilizaba desde la Antigüedad, y la dejó con la bomba atómica. En los países que componían Yugoslavia, los más jóvenes, que no tuvieron ocasión de conocer a Tito, lo recuerdan como un gran hombre que unió al país y le dio una prosperidad sin precedentes. En Hungría, Horthy, que metió a su país en la II Guerra Mundial al lado de los nazis, con efectos desastrosos, es ensalzado por el presidente Orban y su máquina propagandística como un patriota y recordado en monumentos y homenajes. En España hace tiempo que algunos historiadores, y otros que dicen serlo, insisten en que Franco fue el gran modernizador del país en el siglo XX, el campeón de las dictaduras desarrollistas.
En 1945 Europa dejó atrás más de 30 años de guerras, revoluciones, fascismos y violencia. La cultura del enfrentamiento se había abierto paso en medio de la falta de apoyo popular a la democracia. Los extremos dominaban al centro y la violencia a la razón. Un grupo de criminales que consideraba la guerra como una opción aceptable en política exterior se hizo con el poder y puso contra las cuerdas a los políticos parlamentarios educados en el diálogo y la negociación.
Esas guerras y tiranías del siglo XX han dividido durante mucho tiempo a las sociedades europeas, utilizadas para justificar en ocasiones posiciones políticas actuales y en otras como arma de combate ideológico frente a sus oponentes. El ejemplo más claro es Rusia, donde una parte importante de su población muestra un extraordinario culto y aprecio a la persona de Stalin, más de 60 años después de su muerte y 25 años después de que cayera el comunismo.
Buscar explicaciones racionales a fenómenos tan irracionales, y complejos, como el Gran Terror, el Holocausto o las diferentes manifestaciones de la violencia desatada por esos dictadores, siempre ha resultado una tarea difícil, casi imposible, para los historiadores. Pero sabemos perfectamente, por las numerosas pruebas existentes, evaluadas y contrastadas, que toda esa modernización y desarrollo de las dictaduras, cuyos dirigentes llevaron el culto a la personalidad a extremos sin precedentes, fueron obtenidas a un horroroso precio de sufrimiento humano y de costes sociales y culturales. Para millones de víctimas, el dominio de esos líderes significó prisión, tortura, ejecuciones, campos de concentración y exilio. La ciencia y la cultura fueron destruidas o puestas al servicio de sus intereses y objetivos. Muchas minorías sufrieron deportaciones masivas desde sus hogares tradicionales y en las sociedades se instaló el miedo, la denuncia, la sumisión y la despolitización.

España es un ejemplo de sucesos trágicos del pasado que proyectan su sombra sobre el presente
Todo eso lo sabemos porque se ha investigado de forma detallada y rigurosa en esos países, con la apertura de nuevos archivos y con diferentes aproximaciones biográficas y empíricas al ingente material disponible. Con memorias divididas, y España es un buen ejemplo, esos trágicos sucesos del pasado han proyectado su larga sombra sobre el presente. La sombra del Gulag, del nazismo, de los campos de exterminio, de la persecución de los judíos, del genocidio o de la represión franquista. Por eso llama la atención el interés que ahora muestran algunos historiadores en destacar la parte más positiva de aquellos tiranos que dominaron sin piedad durante décadas las vidas de millones de ciudadanos, sometiéndolos a una fatalista sumisión a los sistemas totalitarios que habían creado.
Coincide esa ola de revisionismo, además, con un momento en que las democracias europeas se están volviendo más frágiles, la política democrática sufre un profundo desprestigio, traducido en el crecimiento de organizaciones de ultraderecha y de nacionalismo violento en casi todos los países, desde Holanda a Finlandia, pasando por Hungría o Francia, y la corrupción y los desastres económicos alejan a las nuevas generaciones de aquel ideal de Europa que sirvió para estabilizar al continente en las últimas décadas del siglo XX.
Algunos pensarán que son maneras de ver —y manipular— la historia más próxima. Lo normal en una disciplina sometida a tanta opinión y punto de vista y siempre bajo sospecha de subjetivismo y de parcialidad.
Pero en realidad no son los hechos históricos los que se discuten y se trasladan al debate público, sino la interpretación de esos hechos que mejor sirve a los gobernantes y grupos políticos para mantener una versión oficial de la historia. ¿Nostalgia de dictadores modernizadores o ignorancia de su propio pasado? Lo sorprendente es ver cómo, en toda esa trama compleja de usos y abusos del pasado, algunos historiadores convierten a tiranos y criminales de guerra en modernizadores y santos, ocultando los fragmentos más negros de sus políticas autoritarias. Buena enseñanza para aquellos que, ante la crisis y el futuro incierto, reclaman gobernantes con mano de hierro.
Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza y profesor visitante en la Central European University de Budapest.

martes, 30 de diciembre de 2014

PRENSA CULTURAL. "10 'cagadas' y curiosidades que deberías conocer del español"

   En "elconfidencial.com":



“Lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”. La célebre cita del dublinés Edmund Burke sirve a la periodista y experta en comunicación María Irazusta para dar arranque a Las 101 cagadas del español. Reaprende nuestro idioma y descubre algunas curiosidades (Espasa), en el que intenta sacar a relucir algunas peculiaridades de la lengua española, profesando “el noble arte de defender la preciada y preciosa lengua de Cervantes de las tropelías ortográficas, desafueros sintácticos y semánticos que cometen bellacos, felones e indolentes de toda laya y condición”.
Irazusta aboga por abordar nuestro desconocimiento con valentía y sin ninguna clase de complejo. Como recuerda, “ya la cagaron Lope de Vega o Umbral, usando ‘espúreo’ por ‘espurio’ en sus brillantes escritos; y también Torrente Ballester o el mismo Delibesreconocidos leístas”. Y, sin embargo, explica la autora, nada de ello puso en entredicho la calidad de su obra. Pero sí el conocimiento profundo de la lengua.
No se trata, argumenta la socia directora de Irazusta Comunicación, de que el lenguaje sirva “como ladrillo con el que erigir los muros de la intolerancia que nos separa”, sino como “amalgama que nos une”. Por ello, el libro comenzó en las redes sociales, continuó con el trabajo del equipo de redacción, en el que se encontraban Beatriz FernándezNacho MiquelNoemí Sánchez y Acacia Núñez y concluyó con su edición en papel. A continuación, recogemos algunas de las curiosidades más llamativas del volumen.
Alma máter
“Cuando en el uso del lenguaje lo falso toma forma de verdadero y, además, de cultismo, es mucho más difícil de erradicar”, señala Irazusta. Aunque estemos acostumbrados a leer “el alma máter”, lo correcto es “la alma máter”. “¿Cómo?”, se preguntarán algunos. “¡Si se debe escribir ‘el alma’!” El truco, en este caso, se encuentra en que “alma máter” es una locución latina que significa “madre nutricia”(sinónimo de “universidad”, no de miembro de la misma), por lo que “alma” sería en este caso un adjetivo, no un sustantivo, y escaparía de la norma que afecta a los negativos.
Gurriatos, escondelite, mostrenco
En uno de los capítulos más reveladores del libro, la autora recoge algunas de esas palabras que, al borde de la extinción, aún perduran en algunos rincones de España. Es el caso de “gurriatos” (gorriones), “escondelite” (escondite), “desmedrado” (desmejorado), “domeñar” (dominar), “mostrenco” (ignorante o persona gorda y pesada), pero también “antier” (anteayer) o “trasantier” (trasanteayer).
El efecto Humpty Dumpty
“Cuando yo uso una palabra, quiere decir lo que yo quiero que diga, ni más ni menos”. Con esas palabras –que significa exactamente lo que parecen decir– le explica Humpty Dumpty a Alicia en el célebre libro de Lewis Carroll el uso que de las palabras hace dicho personaje. La autora utiliza a Humpty Dumpty para reunir todas esas palabras que han cambiado de significado a lo largo del tiempo, influidas por los usos de los hablantes: es el caso de “álgido” (en el pasado, algo muy frío), “sofisticado” (“falsificado”, “adulterado”), “enervar” (“debilitar”), “nimio” (“excesivo”) o “lívido” (“amoratado”).
Ojalá
Pocos lo saben, pero cada vez que expresamos nuestros anhelos con la palabra “ojalá”, estamos invocando a Alá. Se trata de una evolución de “lawsha’aAllah”, que se castellanizó como “oxalá” antes de adoptar su forma actual. Como recuerda Irazusta, los casi ocho siglos de dominación árabe nos han legado más de 4.000 palabras (alrededor de un 8% de nuestro vocabulario actual).
Errores aceptados
Aunque muchos se lleven las manos a la cabeza, la RAE admite un amplio abanico de palabras que suenan absolutamente incorrectas a nuestros oídos. “Abundosa”, “interromper”, “zabullirse”, “soñolencia”, “hacera”, “perene”, “podrirse”, “prolífero”, “rencontrar”, “mariguana”… Sin embargo, a juicio de los autores, “la RAE llega demasiado lejos en su empeño de evitar ser elitista y recoge verdaderas ‘joyitas’ del lenguaje justificándose en el uso que de ellas se hace”.
María Irazusta, autora principal de 'Las 101 cagadas del español'.María Irazusta, autora principal de 'Las 101 cagadas del español'.
Tener más moral que el Alcoyano
Está divertida expresión no alude a ningún personaje histórico ni de la intrahistoria española como sí puede ser Picio, sino al Club Deportivo Alcoyano, equipo de fútbol de la ciudad alicantina de Alcoy. La leyenda cuenta que, puesto que estaban encajando una voluminosa goleada, el árbitro decidió pitar el final del partido antes de tiempo. Los jugadores del equipo alicantino protestaron enérgicamente. ¡Se les estaba arrebatando la posibilidad de remontar!
Hacer el amor
Cuando escuchamos una canción en inglés, o vemos una película en dicho idioma, nos extraña comprobar cómo “hacer el amor” tiene un significado más amplio que el de practicar el acto sexual. Pero se trata de algo que también ocurre con el castellano: es más, en el diccionario de la RAE, “enamorar” es aún la primera acepción de la expresión. Son los franceses, tan románticos ellos, quienes nos han legado la expresión.
Dar abasto
Mucha gente cree que el origen de la expresión “no dar abasto” proviene de los bastos de la baraja española –y, por ello, escriben la forma incorrecta “no dar a basto”–, pero no tiene nada que ver. El “abasto” es la “provisión de cosas necesarias” (de ahí surgen palabras como “aprovisionamiento”), y también, “dar o ser bastante, bastar, proveer suficientemente”.
Noche toledana
Aunque en alguna ocasión se utilice como sinónimo de noche de juerga, la expresión “noche toledana” (utilizada para referirse a esas malas noches en las que nos cuesta conciliar el sueño) tiene un origen mucho más negativo. Se remonta al año 812, cuando gobernaba en Toledo un cruel joven que respondía al nombre de Jusuf-ben-Amru. El motín del pueblo provocó que este fuese decapitado, pero su padre, Amru, se vengó ampliamente haciendo lo propio con las cabezas de los nobles de la ciudad, que habían sido invitados a un banquete por el guerrero.
Chulapismos
Toda región española tiene sus propias expresiones, y la capital no podía ser una excepción. Aunque aún recordemos términos como “pirao” (loco), “chupa” (cazadora), “peluco” (reloj), “sobar” (dormir), quizá sean menos conocidos términos como “jamón de mono” (cacahuetes), “parné” (dinero), “beatas” (pesetas), “parpusa” (la gorra de los chulapos), “aligerar por la verdú” (marcharse) o el auténtico origen escocés de la palabra “chotis” (“schottisch”).