lunes, 29 de julio de 2013

Alejandro Jodorowsky. Microrrelato: "Calidad y cantidad"

Alejandro Jodorowsky

CALIDAD Y CANTIDAD 

No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.

viernes, 26 de julio de 2013

Jorge Luis Borges. Microrrelato: "Un sueño"

Jorge Luis Borges

UN SUEÑO

   En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de maderas y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular... El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.

martes, 16 de julio de 2013

Franz Kafka. Microrrelato: "La verdad sobre Sancho Panza"

Franz Kafka

LA VERDAD SOBRE SANCHO PANZA 

Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de Don Quijote, que este se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales, empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie.
Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a Don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.

sábado, 13 de julio de 2013

Marco Denevi. Microrrelato: "El emperador de China"

Marco Denevi


EL EMPERADOR DE CHINA 
Cuando el emperador Wu Ti murió en su vasto lecho, en lo más profundo del palacio imperial, nadie se dio cuenta. Todos estaban demasiado ocupados en obedecer sus órdenes. El único que lo supo fue Wang Mang, el primer ministro, hombre ambicioso que aspiraba al trono. No dijo nada y ocultó el cadáver. Transcurrió un año de increíble prosperidad para el imperio. Hasta que, por fin, Wang Mang mostró al pueblo el esqueleto pelado, del difunto emperador. ¿Veis? -dijo - Durante un año un muerto se sentó en el trono. Y quien realmente gobernó fui yo. Merezco ser el emperador.
El pueblo, complacido, lo sentó en el trono y luego lo mató, para que fuese tan perfecto como su predecesor y la prosperidad del imperio continuase.

jueves, 11 de julio de 2013

Ramón Gómez de la Serna. Microrrelato: "La mano"

Ramón Gómez de la Serna

LA MANO
El doctor Alejo murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado. Nadie había entrado en la casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con el balcón abierto, por higiene, era tan alto su piso que no era de suponer que por allí hubiese entrado el asesino. La policía no encontraba la pista de aquel crimen, y ya iba a abandonar el asunto, cuando la esposa y la criada del muerto acudieron despavoridas a la Jefatura. Saltando de lo alto de un armario había caído sobre la mesa, las había mirado, las había visto, y después había huido por la habitación, una mano solitaria y viva como una araña. Allí la habían dejado encerrada con llave en el cuarto.
Llena de terror, acudió la policía y el juez. Era su deber. Trabajo les costó cazar la mano, pero la cazaron y todos le agarraron un dedo, porque era vigorosa corno si en ella radicase junta toda la fuerza de un hombre fuerte. ¿Qué hacer con ella? ¿Qué luz iba a arrojar sobre el suceso? ¿Cómo sentenciarla? ¿De quién era aquella mano? Después de una larga pausa, al juez se le ocurrió darle la pluma para que declarase por escrito. La mano entonces escribió: "Soy la mano de Ramiro Ruiz, asesinado vilmente por el doctor en el hospital y destrozado con ensañamiento en la sala de disección. He hecho justicia".

domingo, 7 de julio de 2013

POESÍA. "Oscuridad". Lord Byron

Lord Byron. Cuadro de Thomas Phillips (1813)

OSCURIDAD
Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.
El brillante sol se apagaba, y los astros
Vagaban apagándose por el espacio eterno,
Sin rayos, sin rutas, y la helada tierra
Oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna;
La mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo consigo el día,
Y los hombres olvidaron sus pasiones ante el terror
De esta desolación; y todos los corazones
Se congelaron en una plegaria egoísta por luz;
Y vivieron junto a hogueras - y los tronos,
Los palacios de los reyes coronados - las chozas,
Las viviendas de todas las cosas que habitaban,
Fueron quemadas en los fogones; las ciudades se consumieron,
Y los hombres se reunieron en torno a sus ardientes casas
Para verse de nuevo las caras unos a otros;
Felices eran aquellos que vivían dentro del ojo
De los volcanes, y su antorcha montañosa:
Una temerosa esperanza era todo lo que el mundo contenía;
Se encendió fuego a los bosques - pero hora tras hora
Fueron cayendo y apagándose - y los crujientes troncos
Se extinguieron con un estrépito - y todo estuvo negro.
Las frentes de los hombres, a la luz sin esperanza
Tenían un aspecto no terreno, cuando de pronto
Los haces caían sobre ellos; algunos se tendían
Y escondían sus ojos y lloraban; otros descansaban
Sus barbillas en sus manos apretadas, y sonreían;
Y otros iban rápido de aquí para allá, y alimentaban
Sus pilas funerarias con combustible, y miraban hacia arriba
Con loca inquietud al sordo cielo,
El sudario de un mundo pasado; y entonces otra vez
Con maldiciones se arrojaban sobre el polvo,
Y rechinaban sus dientes y aullaban; las aves silvestres chillaban,
Y, aterrorizadas, revoloteaban sobre el suelo,
Y agitaban sus inútiles alas; los brutos más salvajes
Venían dóciles y trémulos; y las víboras se arrastraron
Y se enroscaron entre la multitud,
Sisando, pero sin picar - y fueron muertas para ser alimento:
Y la Guerra, que por un momento se había ido,
Se sació otra vez; - una comida se compraba
Con sangre, y cada uno se sentó resentido y solo
Atiborrándose en la penumbra: no quedaba amor;
Toda la tierra era un solo pensamiento - y ese era la muerte,
Inmediata y sin gloria; y el dolor agudo
Del hambre se instaló en todas las entrañas - hombres
Morían, y sus huesos no tenían tumba, y tampoco su carne;
El magro por el magro fue devorado,
Y aun los perros asaltaron a sus amos, todos salvo uno,
Y aquel fue fiel a un cadáver, y mantuvo
A raya a las aves y las bestias y los débiles hombres,
Hasta que el hambre se apoderó de ellos, o los muertos que caían
Tentaron sus delgadas quijadas; él no se buscó comida,
Sino que con un gemido piadoso y perpetuo
Y un corto grito desolado, lamiendo la mano
Que no respondió con una caricia - murió.
De a poco la multitud fue muriendo de hambre; pero dos
De una ciudad enorme sobrevivieron,
Y eran enemigos; se encontraron junto
A las agonizantes brasas de un altar
Donde se había apilado una masa de cosas santas
Para un fin impío; hurgaron,
Y temblando revolvieron con sus manos delgadas y esqueléticas
En las débiles cenizas, y sus débiles alientos
Soplaron por un poco de vida, e hicieron una llama
Que era una burla; entonces levantaron
Sus ojos al verla palidecer, y observaron
El aspecto del otro - miraron, y gritaron, y murieron -
De su propio espanto mutuo murieron,
Sin saber quién era aquel sobre cuya frente
La hambruna había escrito Enemigo. El mundo estaba vacío,
Lo populoso y lo poderoso - era una masa,
Sin estaciones, sin hierba, sin árboles, sin hombres, sin vida -
Una masa de muerte - un caos de dura arcilla.
Los ríos, lagos, y océanos estaban quietos,
Y nada se movía en sus silenciosos abismos;
Los barcos sin marinos yacían pudriéndose en el mar,
Y sus mástiles bajaban poco a poco; cuando caían
Dormían en el abismo sin un vaivén -
Las olas estaban muertas; las mareas estaban en sus tumbas,
Antes ya había expirado su señora la luna;
Los vientos se marchitaron en el aire estancado,
Y las nubes perecieron; la Oscuridad no necesitaba
De su ayuda - Ella era el universo.

DARKNESS

I had a dream, which was not all a dream.
The bright sun was extinguish'd, and the stars
Did wander darkling in the eternal space,
Rayless, and pathless, and the icy earth
Swung blind and blackening in the moonless air;
Morn came, and went - and came, and brought no day,
And men forgot their passions in the dread
Of this desolation; and all hearts
Were chill'd into a selfish prayer for light:
And they did live by watchfires - and the thrones,
The palaces of crowned kings - the huts,
The habitations of all things which dwell,
Were burnt for beacons; cities were consumed,
And men were gathered round their blazing homes
To look once more into each other's face;
Happy were those who dwelt within the eye
Of the volcanos, and their mountain-torch:
A fearful hope was all the world contain'd;
Forest were set on fire - but hour by hour
They fell and faded - and the crackling trunks
Extinguish'd with a crash - and all was black.
The brows of men by the despairing light
Wore an unearthly aspect, as by fits
The flashes fell upon them; some lay down
And hid their eyes and wept; and some did rest
Their chins upon their clenched hands, and smiled;
And others hurried to and fro, and fed
Their funeral piles with fuel, and looked up
With mad disquietude on the dull sky,
The pall of a past world; and then again
With curses cast them down upon the dust,
And gnash'd their teeth and howl'd: the wild birds shriek'd,
And, terrified, did flutter on the ground,
And flap their useless wings; the wildest brutes
Came tame and tremolous; and vipers crawl'd
And twined themselves among the multitude,
Hissing, but stingless - they were slain for food:
And War, which for a moment was no more,
Did glut himself again; - a meal was bought
With blood, and each sate sullenly apart
Gorging himself in gloom: no love was left;
All earth was but one thought - and that was death,
Immediate and inglorious; and the pang
Of famine fed upon all entrails - men
Died, and their bones were tombless as their flesh;
The meagre by the meagre were devoured,
Even dogs assail'd their masters, all save one,
And he was faithful to a corpse, and kept
The birds and beasts and famish'd men at bay,
Till hunger clung them, or the dropping dead
Lured their lank jaws; himself sought out no food,
But with a piteous and perpetual moan
And a quick desolate cry, licking the hand
Which answered not with a caress - he died.
The crowd was famish'd by degrees; but two
Of an enormous city did survive,
And they were enemies; they met beside
The dying embers of an altar-place
Where had been heap'd a mass of holy things
For an unholy usage; they raked up,
And shivering scraped with their cold skeleton hands
The feeble ashes, and their feeble breath
Blew for a little life, and made a flame
Wich was a mockery; then they lifted up
Their eyes as it grew lighter, and beheld
Each other's aspects - saw, and shriek'd, and died -
Even of their mutual hideousness they died,
Unknowing who he was upon whose brow
Famine had written Fiend. The world was void,
The populous and the powerful - was a lump,
Seasonless, herbless, treeless, manless, lifeless -
A lump of death - a chaos of hard clay.
The rivers, lakes, and ocean stood still,
And nothing stirred within their silent depths;
Ships sailorless lay rotting on the sea,
And their masts fell down piecemeal; as they dropp'd
They slept on the abyss without a surge -
The waves were dead; the tides were in their grave,
The moon their mistress had expired before;
The winds were withered in the stagnant air,
And the clouds perish'd; Darkness had no need
Of aid from them - She was the universe.

   Fuente: http://www.dim.uchile.cl/~anmoreir/escritos/byron.html#darkness

PRENSA CULTURAL. Sobre "Los bosnios", novela de Velibor Colic

Portada del libro

   En "infolibre.es":

Una guerra incómoda

  • Editorial Periférica publica 'Los bosnios', de Velibor Čolic, una novela desgarradora sobre la guerra en los Balcanes.
ENRIQUE BENÍTEZActualizada 03/07/2013




















































Siempre he tenido la impresión de que la Guerra de Bosnia fue una guerra que los españoles vivimos con cierta antipatía. 1992 iba a ser nuestro año, el año de Barcelona, de Sevilla, de Madrid. El año de la marca España. El despliegue de la alta velocidad, de la modernidad, del escaparate con tanto mimo preparado para ofrecernos a toda Europa y a todo el mundo. Después de un largo período de bonanza económica, de crecimiento y de felicidad colectiva, España iba a ser el centro del universo. Y aunque ya el año anterior los serbios y los croatas habían comenzado su particular ajuste de cuentas, fue la guerra de Bosnia la que hizo que en Europa volviese a hablarse, cincuenta años después del nazismo, de limpieza étnica y de exterminio.

Hay que ser muy valiente para editar un libro tan violento y duro como Los Bosnios. Lo ha hecho Periférica, desde su atalaya extremeña. Ya la portada avisa del horror que contiene: pequeños relatos, como flashes, que desgranan el terrible destino de sus protagonistas, vacío de piedad y de misericordia. Hay que respirar muy hondo antes de adentrarse en sus páginas huérfanas de esperanza. Como en un campo minado, cuando creemos que hemos sobrevivido a un párrafo, nos espera el siguiente.

La guerra de Bosnia estropeaba los telediarios. Queríamos disfrutar por fin del paso adelante dado por nuestro país, pero las imágenes del criminal asedio de Sarajevo, las noticias de la crueldad de los francotiradores serbios, los reportajes de bibliotecas quemadas, pueblos incinerados y miles de campesinos huyendo de la muerte se colaban en nuestros salones satisfechos, a la hora del almuerzo. A nadie le extrañó nunca que en Ruanda se perpetrasen masacres intolerables, pero tampoco nadie supo explicarnos nunca cómo pudo desatarse aquel vendaval de odio y furia en pleno corazón de Europa, la vieja y civilizada y satisfecha Europa.

Velibor Colic combatió en las filas bosnias, hasta que desertó hundido por el asco y la vergüenza. En este libro, escrito en Francia, con las imágenes del horror todavía frescas, detalla toda una brutal sucesión de escenas dantescas y secuencias infames, divididas en cinco secciones: hombres (musulmanes, croatas y serbios); ciudades (el mapa del odio) y alambradas (donde se detiene en los campos de prisioneros). Son nombres inéditos que se añaden a la geografía del horror que ya conocíamos, a Srebrenica, a Vukovar, a Visegrad. No hay concesiones en una obra que quizás interese más a los historiadores que a quienes busquen literatura bélica. Si alguien dijo alguna vez que había que leer Un puente sobre el Drina –la obra maestra de Ivo Andric- para entender lo ocurrido tras la desintegración de Yugoslavia, en el futuro habrá que leer Los Bosnios para tener una idea real de lo ocurrido en una guerra liderada por matones borrachos y violadores sin escrúpulos.

Y es que en un país habitado en paz por serbios, bosnios y croatas, la guerra hizo que de repente tu enemigo fuese tu vecino, tu asesino tu propio amigo, quizás el más íntimo y cercano. Familias que habían compartido alegrías y tristezas pasaron de la noche a la mañana a matar y a morir en bandos contrarios. Este drama infinito lo refleja el propio autor, que escribe ya en Francia, en 1993, la entrada correspondiente al serbio Djoko Zivanovic: “Mi mejor amigo, que realmente no tenía por qué alistarse en campo contrario”. Es difícil condensar más amargura en una sola frase.

En 1994, por fin, intervino la OTAN. Ya en octubre de 1992 España había enviado un contingente de cascos azules a Mostar, una de las zonas más castigadas por el conflicto. Se reparó el viejo puente de Mostar y en los telediarios aquella guerra sirvió para que el ejército español iniciara el camino firme de su propia reconversión. Alguien escribió una novela comanche. Se rodaron al menos un par de películas. En nuestro imaginario colectivo los serbios fueron declarados culpables, condenados a la pena de vergüenza. Veinte años después sólo importan la crisis, el desempleo, los recortes, Bruselas y el necesario ajuste de cuentas con quienes han robado nuestro futuro. Bosnia quedó atrás, muy atrás. Ya nada ahora.

PRENSA. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (6 julio 2013):

PRENSA. Sobre el golpe de Estado en Egipto. "Los errores de los Hermanos". Eva Sáenz-Díez Jaccarini

Foto en internet

   En "El País":

Los errores de los Hermanos

Autoritarismo, sectarismo, descuido de las redes de asistencia social y crecimiento del paro han desgastado a los Hermanos Musulmanes

 6 JUL 2013 

Pan, libertad y justicia social. Estas eran las reivindicaciones populares de la Revolución en Egipto de enero-febrero 2011. Siguieron 18 largos y difíciles meses de gobierno militar. Este periodo transitorio culminó en elecciones presidenciales. Por primera vez en la historia egipcia, tomaba las riendas del poder un miembro de la Hermandad de los Hermanos Musulmanes (HM). Pasaron, por así decir, de la cárcel al palacio presidencial. Perseguidos por los sucesivos gobiernos desde su creación en 1928, el éxito electoral de junio de 2012 fue para ellos la culminación de más de 80 años de lucha y de perseverancia. Pero poco les duró este éxito tan esperado y deseado.
Los Hermanos Musulmanes en el poder (2012-2013). En junio del 2012, el candidato HM, Mohamed Morsi, toma las riendas del país. Además del camino político transcurrido a lo largo de estas décadas, los HM han sabido cubrir el vacío dejado por el régimen de Mubarak y desarrollaron una labor social impresionante en todo el país; eso sí, llevando a cabo también una tarea de adoctrinamiento. Debido a su trayectoria histórica y política, se trataba, y de hecho sigue siendo, el grupo político mejor organizado y preparado. Gozaban por lo tanto del apoyo, o por lo menos de la simpatía, de buena parte de la sociedad. Pero poco a poco, este a priori positivo —y digo a priori porque nunca habían tenido la oportunidad de ejercer el poder— fue degradándose hasta alcanzar la situación a la que hemos asistido en estos últimos días.
Pero ¿cómo consiguieron gastar y erosionar este capital en un tiempo récord? Las principales razones de orden político son un comportamiento altamente autocrático, que ya no era aceptable en la sociedad egipcia post-2011. El establecimiento de un sistema sectario, basado esencialmente en la exclusión de los oponentes, aludiendo razones teológico-religiosas colaboró al descontento. Es decir que los miembros de la oposición, activistas o manifestantes enfrentados a su política, eran “acusados” de ser infieles y ateos. Además, esta retórica incrementó las ya existentes tensiones inter-confesionales, sobre todo dirigidas en contra de los coptos, pero que culminaron hace poco en el linchamiento público de cuatro chiíes.
La ausencia de estrategia, bien por falta de visión política, por incompetencia o por voluntad de inmovilismo, tuvieron igualmente un efecto pésimo sobre la sociedad egipcia. A nivel social, hemos de destacar el abandono por parte de la Hermandad de la red de ayudas sociales cuidadosamente tejida a lo largo de varias décadas. Parece que el acceso al poder les impedía seguir llevando a cabo su labor social y caritativa. Este desinterés creciente les restó una vez más credibilidad.
En cuanto a la situación económica, tampoco estuvieron a la altura. La tasa de desempleo siguió disparándose, las reservas de divisas cayeron a niveles alarmantes. La crisis energética (cortes de luz y graves problemas de abastecimiento en carburantes) aumentó el descontento. Sin hablar de la galopante inflación que no pudieron frenar.
Tamarrud. El movimiento de Rebelión, Tamarrud en árabe, tenía como principal objetivo, pedir la renuncia del presidente Morsi. Y según las cifras facilitadas por el movimiento, consiguieron recaudar 22 millones de firmas. Habían convocado manifestaciones multitudinarias para el domingo 30 de junio, primer aniversario de la llegada al poder de Mohamed Morsi, y varios millones de manifestantes acudieron a la cita. Tres días más tarde, ¡era informado el presidente Morsi de su destitución!
¿Golpe de estado militar o sublevamiento popular? Desde entonces, un debate prevalece en Egipto, y fuera de Egipto. ¿Se trata de un golpe de estado militar o de un sublevamiento popular y democrático logrado gracias a la ayuda del Ejército?
Sería interesante detenerse un instante sobre el significado, la percepción, el sentido del término democracia/democrático.
Lo que está claro es que democracia/democrático implica la voluntad del pueblo. Y se podría decir sin lugar a duda que los diversos procesos electorales que tuvieron lugar en Egipto desde 2011 no corresponden totalmente al término “democrático”.
Hemos asistido a campañas de referendos o elecciones parlamentarias y legislativas en las cuales habían sido presentados argumentos de peso, de peso pesado para un país como Egipto: aquél que no rellene la casilla indicada, será considerado como hereje o infiel. Campañas electorales durante las cuales son distribuidos productos de gran consumo —sacos de arroz, de harina o de azúcar— en contrapartida de tomar la buena decisión a la hora de votar, ¿releva de un proceso democrático? Igualmente, el hecho de intimidar, véase impedir el acceso a los colegios electorales a cierta parte de la población —los coptos en zonas del Alto Egipto concretamente—, ¿podría definirse como siendo democrático?
Supuestamente no, y muchos egipcios lo saben. De alguna manera, lo que ha pasado estos últimos días, revela una voluntad de decir Kefaya!, ¡Basta ya!, a este supuesto parecer democrático. La democracia no pasa únicamente por las urnas. La democracia supone un gobierno incluyente, un presidente que sirva los intereses del pueblo y no de la Hermandad a la que pertenece. Implica un presidente que respete un estado de derecho y que no se comporte con la sociedad, como con sus siervos.
La situación actual y las perspectivas. Poco se puede decir todavía sobre lo que espera el país. Abdel Fatah el Sisi, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y actual hombre fuerte del país, es más bien desconocido. En un clima altamente inestable, donde una dinámica revolucionaria prevalece, ¿qué opciones tendrá este nuevo gobierno de transición? ¿De qué margen de maniobra dispondrá el presidente interino de Egipto, Adli Mansur frente al Ejército? Poco se sabe de esta figura. Presidente del Consejo Constitucional desde el día 1 de junio, Mansur parece ser una persona pausada y de consenso. Desde luego la tarea que tiene que llevar a cabo no será de las más envidiables tanto a nivel económico-social, como para llegar a un consenso político. Y eso sí. Si Egipto quiere encaminarse realmente hacia una democracia, el pueblo tendrá que estar atento y no permitir nuevas derivas autocráticas y excluyentes. ¡Todo un reto que será ciertamente difícil de conseguir
Eva Sáenz-Díez Jaccarini es Doctora e investigadora sobre el Mundo árabe y musulmán en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad de París 8. Es autora del libro "D'une revolution à l'autre. Politiques d'enseignement et changements sociaux" (Publisud, París, 2013).

PRENSA. Sobre el golpe de Estado en Egipto. "Más democracia". Francisco G. Basterra

Foto en internet

   En "El País":

Más democracia

Lo ocurrido estos dramáticos días en Egipto es la continuación del dominio ininterrumpido ejercido por los militares. La vuelta a la clandestinidad de los islamistas sería un desastre, no solo para Egipto

 5 JUL 2013

El Ejército egipcio no es el salvador de la patria ni la conciencia de la nación, como ha afirmado el nuevo presidente títere de la mayor nación árabe, sino el autor de un golpe de Estado de libro que ha puesto fin a un Gobierno elegido democráticamente por primera vez en la milenaria historia del país del Nilo. Lo ocurrido estos dramáticos días en Egipto es la continuación del dominio ininterrumpido ejercido por los militares desde que el coronel Nasser y sus jóvenes oficiales derrocaron a la monarquía en 1952. Desde entonces gobiernan el país lucrándose con su corrupto manejo de sectores importantes de la economía. No está de más viendo las ambiguas e hipócritas reacciones de bastantes países democráticos, equidistantes entre los golpistas y Morsi, recordar lo elemental. Obama, satisfecho sin poder decirlo, se ha mostrado “profundamente preocupado” por la acción militar pero no lo suficiente para condenar el golpe. Es impensable que el general Al Sissi se lanzara a darlo sin el placet de Washington, que suministra a los militares egipcios 1.000 millones de euros anuales de ayuda. La democracia implica sobre todo el respeto a la voluntad expresada mayoritariamente en las urnas, son exclusivamente los ciudadanos quienes deciden su futuro y no los militares, subordinados al poder civil. En España necesitamos un 23-F para resolverlo. Los pretorianos egipcios se han creído los intérpretes del pueblo y han decidido que Morsi no cumplía lo que la calle esperaba. ¿Cuántos gobiernos democráticos aguantarían esta prueba del algodón de promesas incumplidas? Una ola de indignación en España saca del poder a Rajoy con su mayoría absoluta, por el incumplimiento de su programa electoral, el control del poder judicial, la insufrible tasa de paro, y los recortes en sanidad y educación. Y este tsunami populista es ejecutado por el Ejército.
La ignominia democrática perpetrada en Egipto: abolición de la Constitución, arresto del presidente legítimo, y de decenas de dirigentes políticos islamistas, el cierre de tres canales de televisión partidarios de Morsi, ha contado con un gran apoyo popular siendo celebrada con fuegos artificiales en la plaza Tahir. Ocurrió lo mismo en Chile en 1973 donde Allende pagó con su vida el golpe de Pinochet. Morsi a última hora también prometió pagar con su sangre la defensa de la legitimidad. No fue necesario. Los mismos policías que torturaron y asesinaron a los jóvenes que hace dos años se levantaron contra el dictador Mubarak, otro militar, y el mismo Ejército que intentó hasta el final defender al antiguo rais, para finalmente abandonarlo y convertirse en Junta Militar conservando su gran poder en el nuevo régimen, son lo que ahora han permitido la quema de la sede de los Hermanos Musulmanes en el Cairo sin intervenir, y las violaciones en la plaza Tahrir para demostrar el caos que justificaba su intervención. El Ejército fue una mala comadrona de la democracia en 2011 y volverá a serlo ahora. Las masas hoy ebrias de contento se desencantarán, lo mismo que lo lamentarán los políticos laicos que no fueron capaces de ganar las elecciones y ahora vergonzantemente se han prestado a la mascarada anticonstitucional, posando junto al golpista general Al Sissi, para salvar presuntamente al país de una guerra civil.
En la primavera democrática de El Cairo, la calle pedía pan, trabajo y dignidad. Morsi no ha dado al pueblo ni pan ni trabajo. La situación económica es caótica, uno de cada dos egipcios están bajo el nivel de la pobreza, establecido en 1,54 euros al día; el turismo, la principal fuente de ingresos, se ha desplomado; la criminalidad se dispara; sube el precio de la gasolina a pesar de estar subvencionada; los cortes de electricidad son frecuentes; se retrae la inversión exterior, compensada en parte por generosos fondos saudíes y de Catar, los hermanos suníes. La nueva democracia no ha dado de comer. Morsi ha incumplido sus promesas de reconciliación polarizando al país. Se arrogó poderes extraordinarios y fabricó una constitución excluyente a medida del islamismo.
¿Quién debe adaptarse, la sociedad moderna al Corán o al revés? Morsi no quiso o no pudo poner en su sitio al Estado profundo, los servicios de inteligencia y seguridad, el poder judicial contaminado por los nostálgicos de Mubarak, que vieron siempre a los hermanos musulmanes como unos intrusos ilegítimos. Pero su incompetencia no justifica la sustitución de las urnas por las bocachas de los fusiles. La vuelta a la clandestinidad de los islamistas sería un desastre no solo para Egipto. Conviene recordar: en 1991 se produjo por primera vez el triunfo democrático de una opción política islámica, la del FIS en Argelia, las elecciones fueron anuladas y una guerra civil de diez años se saldó con 200.000 muertos. ¿Son compatibles el islamismo y la democracia? ¿Qué hacer cuando solo la democracia no basta? Más democracia.

viernes, 5 de julio de 2013

POESÍA. "Del abreviado mar (I)". Pilar Paz Pasamar (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1933)

Pilar Paz Pasamar

DEL ABREVIADO MAR (I)
                              A las arenas
                             del abreviado mar 
                              lleguéme un día.
                                     L. DE GÓNGORA

Al mar pequeño se va
cantando y no
se vuelve más.

Mar abreviado, mar mío,
interno, dulce y amargo,
donde la nave del sueño
tuerce la espuma del cántico.

Al mar pequeño se va
cantando y no
se vuelve más.

Hay en cada corazón
un pequeño y dulce mar.
El que navega en sus sueños
lleva su propio compás.
No hay brisa más limpia y nunca
sabe tan buena la sal
como en esta travesía
de la propia soledad.

Al mar pequeño se va
cantando y no
se vuelve más.

A vela, casi volando,
las jarcias frente a los vientos,
mi corazón en la punta
del mástil de mi silencio.
Como peces asustados
se asoman mis pensamientos…
¡Ya están echadas las redes
y mis manos en acecho!
—A ver quién me va a impedir
pescar mis propios secretos—.

Al mar pequeño se va
cantando y no
se vuelve más.

Gotea un agua de verso.